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—Amelia ¿tienes un minuto?—me llamó alguien, giro mi cabeza y veo a Rick con los codos apoyados en el barandal del porche de una casa. Muerdo mi labio y camino hacia él, es increíble lo nerviosa que me puede llegar a causar el estar con él.

—Iba de camino a la armería. No te vi esta mañana —llego hasta el castaño y me apoyo en el barandal de igual forma que él.

—Corriste 20 kilómetros en media hora. Si te hubiera despertado posiblemente me matarías —comenta, divertido, y yo ruedo mis ojos de igual forma.

—No estaba cansada de todos modos —mentí. Es poco mencionar que no siento mis piernas debido al dolor de cuerpo. Era impresionante.

—Díselo a tu rostro —se burla, y yo levanto mis cejas mirándolo con la boca abierta, simulando estar ofendida.

—¡Rick! —chillo. Y él ríe. Creo estar segura de que era música para mis oídos— ¿tan mal estoy?

El hombre a mi lado deja de reír y me mira atentamente con una mueca, poniéndome aún más nerviosa, sus ojos celestes me examinan durante unos eternos segundos, y no puedo mantener la vista firme, no me atrevo a mirarlo— No, estás bien —murmura, y muerdo mi labio para evitar sonreír, llevo un mechón de pelo detrás de mi oreja y lo escucho carraspear—. Si hubiera un modo de atravesar la muralla y llegar hasta los autos de la cantera podríamos usarlos para alejarlos.

—Pongamos más puntos de vigía. Coordinar los disparos con las bengalas y alejarlos en todas las direcciones—propongo, intentando ignorar la pequeña situación que acababa de suceder.

—Para eso necesitaríamos a toda nuestra gente —dice, y me da una presión en el pecho al oírlo decir nuestra gente. Cada vez que alguien dice algo incluyéndome en el grupo, me llena de emociones de alegría; por fin ser parte de algo bueno— Carl, Rosita, Tara, Carol, Michonne.

—¿Y qué hay de todos los demás?

—Por ahora mantengamos esto entre nosotros. —deja de apoyarse en el barandal y quedamos parados frente a frente— Si hubiera tiempo para incluir a todos... pero no tuvimos la oportunidad de recuperar el aliento.

—Glenn lo dijo. Somos parte de ellos, y ellos son parte de nosotros. Recuperamos el aliento ahora mismo y actuamos. Lo demás son solo excusas, Rick. Hay niños aquí, ancianos. Mi hija y los tuyos, no dejaré que les pase nada. La gente está comenzando a cansarse de las reglas. Ayer tuve que amenazar a un grupo para que no vaciaran el almacén completo. Necesito ayuda, te necesito —lo último salió casi inaudible, y el calor no tardó en llegar a mis mejillas.

Y no mentía. Había pensado esto durante horas. Era momento de contarles la verdad sobre todo. Pero primero tenía que calmarse todo, cuando los demás regresen hablaré con ellos.

Rick se quedó en silencio mientras me miraba atentamente, y finalmente asintió analizando mi rostro. Nos quedamos así, durante unos eternos y hermosos segundos, hasta que él comenzó a acercarse a mí, y puedo jurar que mi corazón amenazaba con salirse de mi pecho.

Hace tiempo no sentía algo así, ni siquiera con el padre de mi hija. No se compara. Rick logra ponerme de cabeza con solo mirarme, me hace sentir como una chiquilla torpe, pero me gusta, cuando me mira a los ojos, cuando dice algo lindo, cuando ríe y bromea conmigo...

Rick me gusta.

Dirige una de sus manos a mi mejilla y tiemblo al sentir su tacto. Está a punto de acercar su rostro al mío, pero corre sus ojos en dirección a mis espaldas y suspira separándose de mí.

Maldita seas Deanna.

—Deanna —saluda, y giro mi cuerpo para ver a la anciana acercándose a nosotros. Ella devuelve el saludo mientras sube las escaleras y apenas llega hasta ambos noto que tiene algo en la mano— ¿qué es eso?

Familia (Rick Grimes) 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora