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Abrí mis ojos con pesadez y me levanté de la cama con los ojos cerrados al oír como Morgan lloraba. Bostecé y refregué mis ojos antes de mirar en dirección a la ventana, recién estaba comenzando a amanecer. Caminé hasta mi bebé y la tomé en brazos.

—¿Por qué no vuelves a dormir, cariño?— Comencé a caminar por toda la habitación moviendo a la pequeña en mis brazos pero era imposible, cada vez estaba más despierta— Me rindo, parece que no quieres dormir —susurro acariciando su mejilla— pero podrías dejar a mami hacerlo un ratito más ¿no es así?

Alguien golpea la puerta, así que camino hasta ella y la abro con mi mano libre.

—Carl —exclamo, sorprendida— ¿Qué haces aquí? es temprano aún.

—La oí llorar. ¿Está bien? —pregunta, mirando a Morgan.

Sonrío tiernamente al ver que Carl no era tan malo como aparentaba serlo; después de todo, solo es un niño.

—Si, está acostumbrada a tomar la leche a estas horas. Le haré el biberón.

—Yo puedo quedarme con ella hasta que le prepares —propone, algo avergonzado—, no tengo sueño, de todos modos.

No dejo de sonreír—Está bien, ya vuelvo. —le paso a Morgan con cuidado y les doy una última mirada antes de salir del cuarto. Me dirigí a la cocina y preparé la leche con cuidado de no hacer mucho ruido ya que los demás duermen.

Deseaba poder darle leche de mi pecho a mi hija, me sentía inútil al no poder hacerlo. Debido a la desnutrición que sufrió mi cuerpo los últimos meses y de más, no había producido ni un poco.

Luego de unos diez minutos, como máximo, regreso al cuarto y me llevo una gran sorpresa al ver al adolescente durmiendo sobre mi cama con Morgan boca abajo sobre su pecho dormida y la mano de Carl sobre su diminuta espalda para que no se caiga. Me quedo ahí en la puerta, mirándolos embobada, y deseo tener una cámara para sacar una fotografía. Se ven tan tranquilos y lindos.

No los despertaré. Pienso, y dejo el biberón a un lado y decido tomarme una ducha.

Al terminar, cierro el grifo y estoy a punto de tomar el toallón que está colgado a un lado, pero noto el tatuaje en mi costilla izquierda. Había olvidado por completo eso.

La D, pintada con tinta sobre mi piel, me trae miles y miles de recuerdos llenan mis ojos de lágrimas en menos de dos segundos. Con la yema de mis dedos recorro la letra sobre mi piel y suspiro pensando.

¿Estará vivo, qué estará haciendo?

Y antes de quebrar en llanto, alguien abre la puerta asustándome. Asomo mi cabeza cubriendo mi cuerpo desnudo con la tela de la cortina de baño y miro al sujeto a punto de orinar.

Carraspeo la garganta —Está ocupado —arrugo las cejas. Y éste parece sobresaltarse apenas me ve.

—Mierda, pensé que no había nadie.—dice, subiendo la cremallera de su pantalón. Vuelve a abrir la puerta y me mira una vez más— Apresúrate, tengo que mear —dice brusco, dándome la espalda, antes de volver a dejarme sola.

Tomo la toalla y me seco rápidamente, me coloco mi otra ropa limpia y salgo de allí. El sujeto con el cabello despeinado y mal olor está allí esperando, apoyado contra la pared.

—Al fin —dice, de mala forma, al verme salir.

—¿Acaso no hay otro baño abajo? —pregunto.

—Estaba ocupado —gruñe mirándome mal. Camina hacia el baño al mismo tiempo que yo hacia mi habitación.

—Deberías aprender a tocar antes de entrar —murmuro, lanzándole una toalla limpia que había en el baño, la atrapa en el aire.

Me saca el dedo de medio y se encierra en el baño. Río sola por lo sucedido y veo a Carl dándole el biberón a Morgan.

Familia (Rick Grimes) 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora