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Ingresé al oscuro lugar donde la celda se encontraba y le di un asentimiento con la cabeza al sujeto que hacía guardia para que nos deje a solas. Un escalofrío recorre toda mi espalda apenas lo veo.

—No pensé que vendrías tú a darme mi comida. —suelta, con su asqueroso tono burlesco y la risa ronca que me da asco.

—Cállate y toma tu sopa. —cuando le extiendo el plato, ni siquiera mueve un pelo— ¿Estás en una especie de huelga? Pues te diré algo. No me importa si mueres, vendré y me sentaré en frente tuyo hasta que lo hagas, y no dejaré que te saquen de esta maldita celda hasta que te pudras convirtiéndote en un asqueroso caminante más. Luego, te ataré en la entrada para ahuyentar a los demás muertos. Por fin serás útil para algo —escupí, lanzando el plato de sopa frente a él, haciendo que salpique por todos lados.

Negan ríe sentándose en el colchón frente a mí, pero del otro lado de la reja—Pues si lo lanzas así no podré probar la maldita sopa, bonita.

—No me importa. Comerás del suelo. —insisto. Y él ríe nuevamente. Sabe lo irritante que me pone oírlo.

—No me intimidas con tu falsa personalidad fuerte y de maldita bastarda, Amelia, te conozco, no eres más que una frágil muñequita a punto de romperse. Eres una más de los soldaditos de Rick, no vales nada sin él.

—¿Terminaste? —pregunto, cruzándome de brazos con poca paciencia. Sabía que este era el nuevo pasatiempo de Negan, hacer sentir miserable a la persona que tiene en frente en busca de su libertad. Que jamás conseguirá.

—No eres nada.

—¿Y qué te hace creer que tú si, eh? —cuestiono— Tú no eres nadie. ¿Crees que si sales de aquí alguien llegará a estar de tu lado de nuevo? —me río, pero sin gracia alguna— Toda la que solía ser tu gente está mejor sin ti. No eres más que basura.

Y así es como logro borrar la estúpida sonrisa de su rostro.

—Reza por que muera aquí dentro, porque si llego a salir de aquí...

—¿Si sales de aquí qué, Negan? —me acerco a las rejas y saco la llave de mi bolsillo sin dejar de mirarlo a los ojos— No tienes a tus Salvadores, y sin ellos... sin ellos no eres nada. —ingreso a la celda y me paro en frente de él— Ya nadie te teme, ni siquiera mis hijas temen al malvado hombre con el bate de las historias que les he contado. No eres nada. Morirás siendo nada.

—Tú sigue soñando con tu burbuja imaginaria del futuro, de tu familia y todas estas putas mierdas, Amelia. Pero pronto caerás en la realidad de trasero, y cuando todo se vaya al carajo... todos verán que no eres más que una puta inútil más. Tú no eres líder, tú no puedes con esas cosas. —pestañeo afectada con sus palabras, pero no por lo que dice, si no por cómo las escupe, lleno de odio y venganza. Negan se pone de pie en menos de un segundo y me obligo a mí misma a retroceder colocando una mano sobre mi estómago protegiéndome de un golpe que jamás llega. Eso llama su atención.

Y su asquerosa sonrisa vuelve a su rostro.

—No me digas que... —se carcajea y señala en dirección a mi estómago— No. no. ¿Rick puso el pan en el horno? —trago saliva y no puedo decir nada ya que continúa:— Felicitaciones, Amelia. Ahora veo porque estás tan preocupada por llevar este lugar adelante. Estás putas embarazada, de nuevo. Debo admitir que me equivoqué al decir que serías una mala madre. Esos niños que has tenido dan miedo de cojones. Todos pequeños asesinos seriales —muerde su labio con diversión y da otro paso, haciendo que retroceda nuevamente.

Miles de recuerdos me dejan congelada por un momento. Mis ojos se cristalizan impidiendo que vea con claridad. Recuerdo como Negan me encerró, como me arrebataron a mi bebé años atrás y todas las demás cosas que hicieron.

—No te me acerques. —ordeno, y él parece obedecer ya que simplemente me mira desde su lugar.

—He oído que las cosas están algo complicadas allí afuera... y si algo le sucede a tu noviecito todo se irá cuesta abajo y tú, con dos niñas y uno en camino, ¡diablos! no quisiera estar en tu lugar ahora mismo.

—Todo estará bien, Negan. No te preocupes —lo último lo suelto con sarcasmo, y vuelvo a retroceder pero esta vez saliendo de la celda—. Tenemos grandes proyectos que Rick se está encargando de hacer realidad. Y yo me encargaré de que jamás salgas para verlo. Aunque sería gracioso ver como Glenn por fin te da tu merecido.

—Aun no me agradeces por haberlo dejado con vida. Me haces pensar en lo que hubiera pasado si lo hubiera matado.

—No tengo nada que agradecerte a ti. Infeliz.

Pero cuando estoy por cerrar con la llave, él dice algo que pone mi piel de gallina— Cuídate, Amelia. Si alguno de tus hijos termina como Carl... Rick perderá la cabeza, y no creo que eso nos beneficie a ninguno de nosotros.

Tardo dos segundos en sacar la pistola de mi bolsillo y estampar el cuerpo de Negan contra la pared. Golpeo su rodilla haciéndolo caer frente a mí y le apoyo la pistola justo en medio de la frente. Mi mano tiembla y es la primera vez que oígo el nombre de Carl de otra persona que no sea Rick.

—¡Hazlo, hazlo y mátame! —exclama, y me fue imposible no fruncir el ceño ante sus palabras. En menos de un minuto su expresión cambió totalmente. Ya no era Negan, era alguien deprimido, desesperado, infeliz.

Saco la pistola de su rostro y retrocedo mientras una risa amarga se escapa de entre mis labios.

—Morirás aquí. Solo. Y eso es gracias a Carl, se lo prometimos. No dejaré que nadie se acerque a ti sin mi permiso. ¿Oíste?—pateo el plato y guardo mi pistola— Morirás aquí.—finalizo, y salgo de allí no sin antes ponerle llave a ambas puertas.

(...)

Luego de que lleváramos a ambas niñas con Siddiq y él nos confirmara que estaban perfectamente sanas, fuimos a la casa a comer algo y luego Judith tuvo la idea de jugar una carrera con su hermana y su padre por los pasillos de la casa.

Reí con ternura al ver a ambas niñas gateando a toda velocidad compitiendo entre ambas para ver quien ganaba, y Rick intentaba imitarlas, pero luego simuló caer y las dejó ganar.

Tomé a Morgan en brazos y llené su rostro de besos mientras Rick se ponía de pie y besaba mi mejilla velozmente.

—¡Le ganamos a Rick, Jud! —chilló la menor de mis hijas con felicidad, mientras extendía su mano hacia la de la rubia para chocar los cinco. Cosa que hizo igual de emocionada. Rick gruñó simulando estar ofendido y tomó en brazos a Judith para hacerle cosquillas.

Salimos de la casa y dimos un paseo por Alexandria, luego Morgan quiso jugar a las escondidas y nuevamente Rick estaba involucrado. Aunque esta vez yo también jugué. Pasamos el resto de la tarde así, y no podía ser más feliz.

Las horas pasaron y mis hijas seguían con las mismas energías que horas atrás. Podrían pasar día y noche jugando sin cansarse. Judith y Morgan se han criado juntas; son hermanas, se conocen la una a la otra más que nadie y se entienden siempre. A pesar de que se llevan unos dos años aproximadamente, parecen gemelas. Se protegen, se ayudan, se quieren... me alegra que así sea.

Son mis hijas y las amo demasiado.

Observo a Rick jugando con ambas niñas en el césped y vuelvo a sonreír cuando veo que él sonríe en mi dirección. No puedo ser más afortunada, en verdad. Las cosas no podrían estar mejor.

O eso creía, ya que pronto todo cambiaría.

Familia (Rick Grimes) 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora