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El día había llegado. El plan estaba armado.

Esta vez no perderíamos, no nos traicionarían o nos asesinarían. Éramos tres comunidad unidas por un mismo fin; un futuro justo y en paz.

Aún era de madrugada, y no podía dormir. Mi pierna ya no dolía tanto, y al parecer no iba a infectarse. Trabajé con Siddiq unas horas, ayudamos a los pocos heridos que no estaban convertidos y lo conocí.

Carl había tomado una gran y buena decisión. Estoy orgullosa por él, siempre lo estaré.

—¿No puedes dormir? —pregunto, sentándome al frente de la fogata y de Daryl. Él gruñó y le dio otro sorbo a su botella.

—¿Y tú?

—No. Y no creo poder hacerlo en un tiempo, no luego de que... —carraspeo y bajo la cabeza— ya sabes.

—Lo sé. —responde, sin más. Y se pone de pie con otra botella antes de sentarse a mi lado y pasarme la bebida. La tomo con asentimiento y suspiro.

—Hice algo. No sé si es lo correcto. —confieso, y siento la mirada del cazador sobre mí, esperando a que continúe— Dejé ir a uno de los rehenes de vuelta al Santuario, nadie lo sabe. Le pedí que le diera a Negan la carta de Carl, espero que lo haga.

—Esos hijos de puta no harán una mierda por ti. —responde.

—Mi hermano era parte de ellos. Pero no es igual. No él.

Daryl apoya sus brazos sobre sus rodillas y mira al fuego:— Tienes suerte de haberlo encontrado.

—Así es... pero me hubiera gustado que sea antes, cuando todo estaba bien. Se habría llevado bien con Noah, habrían sido grandes amigos. —me cuesta nombrarlos, aún siento un nudo en la garganta cuando menciono a los que ya no están— Extraño a los demás, cuando recién llegué a Alexandria... cuando los conocí, cuando el grupo estaba completo.

—El grupo jamás estuvo completo, Amelia. —dice Dixon, y lo miro confundida— Siempre faltó alguien, siempre perdimos a alguno en el camino; Dale, T-Dog, Hershel... Beth, mi hermano... Carl y otros. Pero tenemos que continuar por ellos. Es una mierda, pero así es.

Habían perdido demasiado, de verdad.

—Lo siento.

—Si, yo también. —asiente, y le doy un sorbo a mi bebida mientras observo como Dixon saca un cigarrillo de su bolsillo y lo prende, le da una calada antes de pasármelo. Hace tiempo que no fumo, pero no iba a negarme, lo tomé entre mis dedos.

—Quería ir con ustedes —cambio de tema, refiriéndome a que en la mañana comenzarían el plan asesinando a un grupo que estaría en tan lugar. Según D nos indicó a través de un mapa que hizo llegar a nosotros.

—Glenn dice lo mismo. Pero todavía están heridos. —niega, y suspiro asintiendo. Lo sabía, pero aún así estaba preocupada— Cuidaré de Rick por ti, no te preocupes.

Sonrío de lado ya que rápidamente comprendió a lo que me refería. Nos quedamos en silencio un rato más, y decido volver a romperlo.

—Suena estúpido pero... —mi voz se quiebra y vuelvo a darle una calada al cigarro para calmarme— me siento tan sola sin Carl. Necesito a Rick, de verdad. Lo amo, pero cada vez que lo miro yo... yo no sé, no puedo. No comprendo.

—Ya lo superarás. Eres fuerte. —me consola, y hago una mueca cerrando mis ojos antes de apoyar mi cabeza sobre su hombro.

Tiene razón. Lo superaré.

(...)

Cuando ya es de día y terminé de vendar a unos heridos. Cambié a las niñas y luego Morgan tomó su biberón, pero no dejó de llorar en toda la mañana. La cargué todo el tiempo que pude, pero no había caso.

—Lo sé bebé, lo sé —beso su cabeza paseándome por toda la habitación mientras Judith nos mira curiosa desde la cama— ¿extrañas a Carl? —Morgan parecía comprender el duelo del ambiente, y además parecía saber que jamás volvería a tener al adolescente para calmar sus llantos— Mamá también lo extraña. —mis ojos se llenan de lágrimas pero intento ocultarlo para que la pequeña Grimes no cambie de humor también.

—¡Mami, afuera! —chilla la pequeña rubia sobre la cama, señalando con su dedito por la ventana. Sonrío al oírla.

—¿Quieren ir afuera? —pregunto, y la hija de Rick asiente repetidas veces con emoción. Sonrío de lado y tomo su mano con cuidado de no molestar a Morgan y nos dirigimos al exterior caminando. Cuando lo hacemos, veo a Rick sentando en el suelo del porche leyendo algo; la carta de su hijo.

Ni siquiera crucé palabras con él hoy. Y eso me estaba matando.

—Amelia —me llama Maggie, antes de salir pues ya estaban por irse todos. Dejo a Morgan en el carrito y Judith le hace caras para que no llore, se llevan bien— ¿estás mejor? —pregunta, mirando mi pierna herida. Camino hasta ella y asiento.

—Si, lo estoy.

—Me alegra oírlo. Dejaré salir a tu hermano definitivamente de la celda. Pude ver que es un buen chico, como tú. Y lo necesitas, ahora más que nunca.

—¿En serio? —ella asiente con una leve sonrisa, y me es imposible no abrazarla. Ella corresponde sin dudarlo, y estoy feliz por que confíe en nosotros dos— Gracias Maggie.

—Te lo debo. Glenn está conmigo. Sano y salvo.

—Cuidaré de él mientras sales.

—Gracias, Amelia. Nos vemos pronto.

—Suerte. Todo saldrá bien.

La embarazada se va de donde estaba y comienza a prepararse junto con los demás para partir. Observo a Rick a punto de salir, y noto como nos busca con la cabeza entre la multitud. Apenas nos ve comienza a caminar hacia nosotras, y vuelvo a temblar de los nervios.

—Adiós pequeñas —dice él, agachado frente al cochecito de Morgan y abrazando a Judith. Los observo en silencio y me causa ternura verlo actuar así con mi hija. Una vez que se despide se pone de pie y se dirige a mí—. Es hora de irnos.

—Todo saldrá bien esta vez. —animo, y él me mira de manera penetrante. Trago saliva y me abrazo a mí misma en un intento por disimular el nudo que se me forma en el pecho.

—No sé que sucede en tu cabeza, ojala pudiera saberlo para poder ayudarte... pero tú solo me alejas. ¿Necesitas tiempo? Bien, te lo daré —dice, y me sorprende lo directo que está siendo— pero jamás dejaré de preocuparme por ti y jamás dejaré de amarte. Esperaré, pero no me alejaré.

Nuevamente me deja sin habla, y antes de que diga algo él se acerca a mí y acaricia mi mejilla. Cierro mis ojos aguantando las lágrimas cuando la piel de su dedo hace contacto con la mía. Muero por besarlo, muero por abrazarlo, pero no lo hago. Simplemente lo miro a los ojos, con miles de palabras atoradas en mi garganta.

—Te amo. —finaliza, antes de darse la vuelta y comenzar a caminar. Dejándome sola y arrepentida.

¡Te amo! Quiero gritar, pero no puedo.

Familia (Rick Grimes) 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora