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Hace tiempo no tenía un momento así de reconfortante. Y de verdad lo necesitaba, aún tenía rastros de sangre en mis rodillas y brazos, pero el agua y jabón se deshicieron de ella. Cepillé mis dientes unas cinco veces y peiné mi cabello con tranquilidad.

Soñé durante meses con una ducha caliente.

Aún tenía la toalla envuelta sobre mis pechos, cubriendo todo mi cuerpo desnudo. E iba a comenzar a colocarme la ropa que Glenn me había dado, cuando oí el llanto de Morgan y me alertó por completo. No dudé en tomar la tijera que había sobre el lavamanos y me dirigí casi corriendo hasta la habitación donde mi hija estaba.

Me detuve de golpe en la puerta, al ver a Rick con mi hija en brazos, la movía dulce y lentamente mientras le susurraba algo que no alcancé a oír hasta que ella volvió a dormir. Grimes me miró avergonzado y luego bajó su mirada a las filosas tijeras entre mis dedos.

—Estaba llorando —comienza apenas nota mi reacción, aún con Morgan en brazos, me miró de arriba abajo—, iba a despertar a mi hija. Lo siento. No debí...

—No, está bien. Gracias —me disculpé, dejando mi improvisada arma sobre la mesada— yo me encargo. —me quise acercar para tomarla, pero él se adelantó.

—Yo puedo hacerlo, deberías terminar de cambiarte.

Había olvidado por completo el hecho de que estaba semidesnuda y mojada. El calor no tardó en llegar a mis mejillas— Oh si, claro. Lo siento —y así hice, no tardé más de cinco minutos, y volví a mi habitación, Rick había dejado a Morgan en su nueva cuna y ahora estaba parado mirando por la ventana—No sabía que tenías una hija.

—Se llama Judith —se dio la vuelta y me miró durante unos segundos. Suspiró antes de comenzar a hablar— Quería hablar contigo sobre algo.

—¿Qué sucede? —pregunté, curiosa.

El castaño coloca la mano sobre su cintura recargando el peso sobre ella y entrecierra los ojos. Vaya, recién ahora noté lo guapo que es— No confío en esta gente, no tenemos buenas experiencias con lugares así. Es por eso que pedí que vivieras con nosotros.

—No comprendo. ¿Qué quieres decir?

—Si algo sucede quiero que estés de nuestro lado, vi como peleaste con esos caminantes allí afuera, sabes manejarte y eres inteligente. Escuché tu entrevista con Deanna.

—¿Cómo...?

—Carl robó la cámara con la Deanna que te grabó —explicó, avergonzado—, no confía en ti.

Sonreí por eso, el niño sabe lo que hace— Sé que no confía en mí.

—Así es, pero podemos hacerlo si cooperas. Necesitaré de tu ayuda esta noche —comienza, a lo que rápidamente comprendí todo.

—Robarán armas de la armería —negué divertida, cruzándome de brazos— sabía que tarde o temprano lo harían.

—Te daré una pistola luego de esto, pero debes confiar en mí como yo lo estoy haciendo contigo. ¿Puedes hacerlo?

—Claro. ¿Qué tengo que hacer? —acepté sin titubear, haría lo que fuese con tal de mantenernos a salvo.

—Solo tienes que ir a la fiesta para que no sospechen; somos los nuevos, sabrán que si alguno no está en esa fiesta es por algo así, mantenerlos distraídos para que nos sospechen de nada, solo eso. —era más fácil de lo que pensé.

Me encogí de hombros —Está bien.

(...)

Ingresé a la lujosa casa donde la supuesta fiesta era y noté muchos ojos puestos en mí y mi bebé, poniéndome incómoda. Noté a Rick con una mujer de pelo corto en una esquina pero luego ésta desapareció, y apenas el ojiazul me divisó quiso caminar hacia mí, pero otra mujer rubia se interpuso en su camino.

Familia (Rick Grimes) 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora