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—Ya estás mucho mejor. —termino de cambiar la venda de Rosita y me quito los guantes. Suspiro mirando por la ventana una vez más. Todavía no regresan.

—Que extraño que no hayas salido en busca de él. —dice la latina, refiriéndose a Rick. Me giro y aprieto los labios abrazándome a mí misma.

—Muero de ganas por hacerlo. —confesé— Pero no puedo dejar a sus hijos y Morgan solos. Son mi responsabilidad. Pero, es tan difícil... Aaron y Eric tampoco regresaron, Daryl se comporta extraño y Rick todavía no regresa.

—Comprendo. —se pone de pie y se coloca sus botas— Yo tengo que salir de todos modos, lo buscaré por ti.

—¿Estás loca? —pregunto— Estás herida, si los puntos se abren tardará el doble en sanar y...

—Estoy mejor. Tú misma lo dijiste. Además, seré cuidadosa y no haré fuerza. Iré de todos modos, ¿lo sabes, no es así? —responde, y suspiro. Será imposible convencerla de quedarse. Ha estado aquí dentro mientras allí afuera todos dan su vida por ganar, se siente igual de inútil que yo.

—Si no vuelves antes de que anochezca iré por ti. —anuncio, y ella hace una mueca asintiendo mientras camina hasta la puerta, me mira y no puedo evitar abrazarla. Aunque hablamos y seguimos teniendo confianza... desde que Abraham murió ella cambió.

—Si mamá.

Apenas vi que ella se fue, la culpa comenzó a invadirme. Debí ir con ella, o esforzarme por detenerla. Es mi amiga.

Y hablando de amigas, Tara regresó. Y al parecer Daryl también. Le di un fuerte abrazo a mi amigo, y le pregunté por Rick, a lo que simplemente contestó que estaba bien. Me pareció extraño.

Daryl llegó y en menos de una hora volvió a irse, pero con Tara. Algo planeaban, y de verdad quería tomar y coche e ir detrás de ellos. Pero debía cuidar de Alexandria, y de los niños.

La noche cayó y preparé ambas rubias para dormir. Entré al cuarto de Carl y estaba durmiendo plácidamente. Rodee mis ojos y me acerqué a él tapando su cuerpo con las mantas.

Abrió sus ojos y me miró confundido— Te he dicho mil veces que no tomes frío de noche, Carl. Te agarrará resfrío.

—Buenas noches para ti también, Amelia —rueda sus ojos, y yo le doy un golpe el hombro simulando estar ofendida. Carl sonríe.

—Descansa —contesto finalmente.

—Tú también.

Dormí en el cuarto de las niñas, la compañía de ambas me transmitía paz. Pero la verdad es que no pude cerrar los ojos por más de dos horas. Tenía tantas preguntas en mi cabeza, tantas preocupaciones.

(...)

Al otro día Daryl, Tara y Rosita regresaron con buenas noticias. Al parecer habían hecho algo que dejaba la entrada de los caminantes libre para ingresar al Santuario. Pero según me dijeron, los trabajadores inocentes tendrían tiempo de escapar.

De verdad deseaba que toda esa gente inocente que alguna vez me crucé en un pasillo o sonreí en una expedición esté bien. Merecían una segunda oportunidad: tal como yo la tuve.

D sobreviviría, estoy más que segura. Él es fuerte e inteligente, y me lo prometió. Tiene que estar a salvo, por Morgan.

Era más de mediodía cuando estaba sentada frente a la puerta de Alexandria. De repente alguien se sentó a mi lado, era Carl.

—¿Dónde estabas? —pregunto, ya que no lo había visto en toda la mañana.

—Ya te lo dije, hablando con Rosita.

Familia (Rick Grimes) 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora