Once

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Finalmente sonó el timbre que indicaba el inicio de las clases, por lo que me dirigí a mi salón en silencio. A mi lado iba Temo, también sin decir nada. Llevaba callado desde que comenzaron a molestarlo los tipos en el patio. Por cierto, Aristóteles también se puso a la defensiva, insultando al par de tontos. Al parecer no es la primera vez que se dedican a molestarlos. Pobre Temo, era justamente por eso que no se atrevía a vivir en libertad su orientación sexual. 

Ya en el salón de clases la maestra de la primera hora me presentó con el resto del salón.

—Muy bien, jóvenes —dijo la maestra—, el día de hoy vamos a darle la bienvenida a nuestro nuevo compañero.

Me señaló con su mano derecha y me invitó a que me pusiera de pie, cosa que hice al instante. He de admitir que me siento nervioso, pensé que mi primer día de clase iba a ser diferente, pero la verdad es que no he tenido el mejor comienzo. Apenas y empezó el día y ya tuve una tipo de discusión con mis compañeros. Creo que ser el centro de las burlas no es la mejor carta de presentación. 

—Muy bien —continuó diciendo la maestra—, platícanos cómo te llamas y de dónde vienes. Ya después haremos nuestra tradicional dinámica de preguntas. 

La dinámica de preguntas. Temo me había contado de ella en su primer día de clases. Consiste en que cada alumno haga una pregunta ante la cual el estudiante nuevo está obligado a responder. Eso sí, nadie dice que tienes que ser cien por ciento honesto, o al menos nadie se puede dar cuenta si lo eres. 

—Bueno, soy Diego, tengo 15 años y vengo de Toluca  —comencé a hablar—. Sé que nadie lo preguntó pero llegué a vivir a la casa de la familia de Temo, ellos eran mis amigos cuando vivían en el Estado de México. Mi deporta favorito es el fútbol y adoro la música. 

—Estupendo, Diego. Yo soy Diana y seré tu maestra tutora. Ahora sí, vamos a comenzar con las preguntas, ¿quién será el primero en preguntarle algo a su nuevo compañero?

Siendo sinceros preferiría que nadie me preguntara nada. No tengo el nivel de confianza para responder preguntas que pudieran ser demasiado intensas. Sin embargo, uno de los tipos del patio es el primero en levantar la mano.

—¿Por qué dejaste Toluca? 

—Bueno —respondo—, el señor López, papá de Temo, me propuso venir a vivir con ellos una temporada. Mi mamá pensó que sería buena idea para mí darme la oportunidad de comenzar de nuevo esta etapa de mi vida. 

—¿Y qué es lo más te gustaba hacer en Toluca, Diego? —preguntó una niña del fondo del salón. 

—Pues, como dije, me encanta jugar fútbol, así que pertenecía a la selección de mi antiguo colegio. También me gustaba pasar tiempo con mis amigos, principalmente con Temo. 

—¿Entonces sí son novios Temo y tú? —preguntó el otro bastardo.

Hubo risas y señales de burla entre mis compañeros. Los únicos que no se rieron fueron Temo y Aristóteles, junto a la maestra Diana, quien los reprendió al instante. 

—¡Silencio, jóvenes! —exclamó—. Recuerden que esta dinámica se hace siempre en un ambiente de respeto. Vamos a hacer preguntas importantes, que nos ayuden a conocer a nuestro nuevo compañero.

—Yo tengo una, miss —escuché que dijo Aristóteles—. ¿Tienes novia, Diego?

Vaya. Honestamente no me esperaba esa pregunta, menos viniendo de mi nuevo vecino. Supongo que este es el momento de sincerarme y arruinar mi estadía en Oaxaca, así como un poco más la vida de Temo, o mentir y ayudarme a llevar más amigable mis días en esta ciudad. 

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