Aristóteles y yo aprovechamos nuestro segundo día de suspensión para planear los últimos detalles del plan para reconquistar a Temo (y que ya de paso me perdone a mí). La idea de Pancho fue hacer un "rally del amor y la amistad" como él mismo lo bautizó, con una serie de estaciones donde estaremos demostrándole a Temo que estoy arrepentido por lo que hice y donde Ari le abrirá asimismo el corazón.
—¿Y tú crees que Temo quiera participar siquiera, Pancho? —había preguntado Aristóteles nervioso de que nuestro plan se viniera abajo cuando Temo decidiera ignorarnos olímpicamente por segunda ocasión.
—El Temo puede ser difícil a veces, sobre todo cuando sus sentimientos están en juego, pero en el fondo es un chavo de buen corazón a quien no le cuesta trabajo perdonar y dar nuevas oportunidades —nos explicó Pancho.
Así pues, Ari y yo diseñamos un circuito a lo largo y ancho de todo el edificio de los Córcega, comenzando desde la panadería y llegando hasta la azotea, pasando por las escaleras y nuestros departamentos, para hacer un total de cinco estaciones. Decidimos que ambos tendríamos dos estaciones y que compartiríamos la última para poder hablar con Temo y explicarle la situación.
***
Llevamos toda la mañana preparando hasta el último detalle y es hora que ya se encuentra todo listo, solamente falta la parte más importante: Cuauhtémoc López, quien todavía no ha llegado de la escuela. Los dos estamos ansiosos, esperándolo en la esquina del edificio, aguardando el momento en que lo veamos acercarse por la banqueta junto a Lupita y Julio.
—¿Crees que funcione? —me pregunta mi vecino.
—Eso espero —respondo inseguro de mis propias palabras.
—Yo también, porque ya no sé qué más podamos hacer para recuperarlo —añade.
—Tienes que aceptar que cometiste muchos errores, Aristóteles —le reprendo—. Mira que jugar con sus sentimientos, darle celos con una novia falsa y hablar mal de él a sus espaldas... No cualquiera es tan imbécil.
—¡Tú te portaste peor cuando me besaste!
—¿Disculpa? ¡Te recuerdo que fue por tu culpa! ¡Tú me orillaste a eso para confirmar lo que tu corazón y tu cuerpo sabía desde un principio.
—Okay, lo acepto... —masculla entre dientes mi vecino, al tiempo que vemos a Temo acercarse por la acera de enfrente.
Temo se percata de nuestra presencia y acelera el paso, dispuesto a no detenerse con nosotros por nada del mundo. Delante de él van los mellizos, quienes nos dirigen un afectuoso saludo, a diferencia de su hermano, quien está más que listo para pasar de largo.
—¡Temo, espérate! —lo detiene Aristóteles, jalándolo ligeramente de su mochila.
—¿Qué quieres, Aristóteles? —pregunta molesto mi amigo.
—Necesito hablar contigo —responde.
—Pues yo no tengo nada que hablar, además que Papancho ya nos está esperando para comer —se queja.
—Pancho sabe que estarás con nosotros —intervengo—. De hecho, no tiene pensado abrirte la puerta del departamento a menos que vayas con nosotros.
La mirada de Temo refleja coraje y confusión. Le dice a los mellizos que suban ellos solos al departamento y, sin decir nada, se acerca a nosotros dispuesto a escuchar lo que tenemos para decirle.
—Te juro que no te robaremos mucho tiempo —señalo.
—Pásale —dice Ari, haciendo un ademán con su mano indicando la entrada de la panadería.

ESTÁS LEYENDO
COMENZAR DE NUEVO
FanfictionCuando Temo sufre por su amor no correspondido con Aristóteles, Diego se convierte en la única persona capaz de ayudarlo a salir de su depresión y sus crisis. Narrada desde la perspectiva de Diego, esta historia nos contará qué sucede cuando él ll...