Catorce

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Supongo que tanto Aristóteles como Temo tardaron en comprender lo que estaba diciendo Javier, porque al principio sus rostros reflejaban confusión.

-¿Qué quisiste decir con eso? -preguntó mi vecino.

-Tampoco voy a explicarles todo con peras y manzanas -respondió el chico-, solo quería decirles que hacen buena pareja.

-A ver, hermano de Beto -siguió hablando Aristóteles.

-Se llama Javier -agregué.

-Muy bien... Javier -continuó-, no sé exactamente qué quieres, pero te diré dos cosas: número uno, Temo y yo solo somos amigos, y dos, ya tenemos suficiente con un idiota molestándonos como para que ahora sean dos.

Noto cómo Temo no dice nada, hasta tiene la cabeza agachada, mirando hacia el suelo. No puedo ver sus ojos, pero supongo que estará triste, más por el hincapié de Aristóteles sobre su relación de amistad.

-Mira, rulitos -respondió Javier -, no quiero molestar a nadie. Por si no entendiste, acabo de decirles que también soy gay. Y claro que no quiero ser como mi hermano. Sé que es un imbécil por insultarlos, pero es su forma de canalizar que su hermano sea igual que dos de sus compañeros... bueno, ahora tres.

-A ver -interrumpí-, yo no soy gay. Y Aristóteles tampoco, ¿cierto?

-Seguro -me respondió.

-Sí, lo que digan -sentenció Javier-. Solo quería decirles que los apoyo y estoy de su lado. Pero algo es seguro, cuidadito con abrir la boca y contarle a los demás sobre mí. Yo les dije a ustedes porque me siento identificado, pero eso no significa que deban andar esparciendo el rumor por ahí. Tengo una reputación por mantener y un equipo del cual soy capitán.

Sin decir nada más, Javier dio media vuelta y se fue. Ni siquiera se despidió de nosotros.

-Wow, pues eso sí que estuvo raro -habló Aristóteles.

-Y que lo digas... Oye, Temo, ¿estás bien?

-¿Podemos irnos a casa? -intervino finalmente mi amigo-, me siento cansado.

-¿Todo bien? -insistí.

-Solo... vámonos a casa.

Busqué a Aristóteles con la mirada, tratando de descifrar el comportamiento de Temo, pero él solo se encogió de hombros y fue a recoger su balón. Avanzamos en silencio hasta salir del parque, y una vez en la calle, mi vecino volvió a hablar: <<Como diría Tavo, mi psicólogo: lo que te choca, te checa. Eso aplica a la perfección con Beto>>.

Seguimos avanzando hasta el departamento, los tres en silencio. Por mi mente solo pasaba la imagen cabizbaja de Temo. ¿Qué esconde mi amigo que no se atreve a decir?


***


Salí de bañarme y encontré a Temo en su escritorio, revisando su Facebook en su computadora. Lo estaba haciendo desde que entré a la ducha y, al parecer, planea estar ahí durante mucho más tiempo.

-No has dicho nada en toda la tarde -solté sutilmente, mientras me secaba el cabello con mi toalla.

-No tengo nada para decir -masculló entre dientes.

-Temo, te conozco. Estás súper raro desde que estábamos en el parque. ¿Es por lo que dijo Javer? ¿O por lo que dijo Aristóteles?

-No sé -y seguía recorriendo la página de inicio de la red social sin prestar atención a ninguna publicación en específico.

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