Veinticinco

576 62 15
                                    

Llevamos toda la tarde en la sala de urgencias del hospital. Según escuchamos, Javier únicamente sufrió lesiones en su rodilla derecha, una ruptura del ligamento cruzado anterior, para ser exactos. 

—¿Qué sucedió exactamente? —nos preguntó su mamá en cuanto llegó al hospital, después de habernos puesto en contacto con ella. 

—Pues estaba a punto de atravesar la calle cuando un carro lo atropelló —expliqué—. Javier salió disparado un par de metros y el conductor ni siquiera se detuvo para ver qué pasaba. 

Después del accidente Temo y yo corrimos a auxiliar a nuestro amigo. Según él no tenía nada, únicamente el dolor que sentía en la zona golpeada. Lo quisimos poner de pie pero fue inútil, pues no fue capaz siquiera de sostenerse por sí mismo. 

—¡Hay que llevarlo al hospital donde trabaja Juan Roberto Pablo! —indicó Temo, y acto seguido ya estaba pidiendo un taxi. 

Y así fue como llegamos aquí.

Un médico revisó a Javier en la sala de urgencias, descartando cualquier tipo de lesión como quebradura de algún hueso, sin embargo nos sugirió llevarlo con el especialista, para que le hiciera unos análisis más a profundidad. Fue en ese momento cuando llegó la señora Verónica, mamá de nuestro amigo. Él mismo nos pasó el número telefónico de su madre, mientras veníamos al hospital. Me sorprende que, a pesar del grado de la lesión, Javier se mostró siempre tan tranquilo. Obviamente mostraba señales de dolor, pero nunca una señal que denotara la gravedad de su situación.


***


—¿Y cómo te sientes? —pregunté a Javier, una vez que nos permitieron verlo. 

—En realidad me siento muy bien. Estoy super medicado de la rodilla, supongo que cuando pase el efecto sentiré al máximo el dolor —respondió, con una ligera mueca en su cara. 

—No manches, Javier, la neta sí nos sacaste un sustote —terció Temo. 

—La neta gracias por todo, no sé qué hubiera sido de mí si ustedes no hubieran estado ahí conmigo. 

—No tienes que agradecer nada. Como dice Temo, nos asustamos un buen porque el accidente se vio muy aparatoso, pero lo bueno es que no pasó a mayores —volví a hablar. 

—Sí, bueno... hay más noticias al respecto —comenzó diciendo. 

—¿Noticias? ¿Qué clase de noticias? —quiso saber Temo, acercándose un poco más a la cama.

—Pues... mi lesión es muy grave, la única forma de resolverlo es con una operación —respondió, ocultando su cara entre ambas manos. 

No supe cómo reaccionar a la noticia. Si bien, Javier se encontraba bastante sano para el impacto del choque, no pensé que fuera necesaria una intervención quirúrgica para atender su problema. 

—No te asustes, Diego —me tranquilizó, tras ver mi notable cara de preocupación—. Me dicen que no es una operación tan riesgosa... El único inconveniente es que me exigen, mínimo, dos semanas de reposo absoluto de mi pierna. Es decir, no me puedo mover para nada los próximos quince días. Y peor aún, duraré, de entrada, seis meses sin poder jugar fútbol...

Me quedé otro rato en silencio, no puedo asimilar que mi amigo se vaya a quedar tanto tiempo fuera del terreno de juego. 

—Lo lamento —murmuró. 

—¿Pero por qué te disculpas? —pregunté. 

—Por el baile... no voy a poderte acompañar al baile, Diego. Y créeme que me hacía mucha ilusión ir contigo...

COMENZAR DE NUEVODonde viven las historias. Descúbrelo ahora