Como dije, el entrenador de fútbol me pidió amablemente que abandonara el equipo, esto tras supuestos comentarios y sugerencias del resto de mi compañeros donde presentaban su negativa a compartir vestidores y regaderas conmigo. Sinceramente, ellos no pueden ser más idiotas porque sería imposible cargarla en sus cuerpos. Pero en fin, la verdad es que, aunque me molestó el hecho de que me retiraran de la selección no decidí interponer ninguna queja con la directora Diana o con el comité de la escuela. Prefiero dejar las cosas como están y preocuparme en lo importante, que de cualquier forma el equipo era pésimo, y el penúltimo lugar en la tabla de posiciones lo respalda.
Entre lo importante está mi relación con Javier que, a pesar de vernos casi todos los días y se seguir con una buena relación de amistad, no se han vuelto a repetir momentos como el de la otra tarde en su cama. En parte porque no ha habido un espacio a solas entre él y yo, pero principalmente porque nuestra actitud se ha modificado. No puedo decir que ya no pensamos en establecer una relación de noviazgo entre nosotros, simplemente que lo dejamos de lado, sin saber cómo retomarlo.
Días atrás, mientras veíamos una película junto a su papá, en la sala de su casa, posé mi mano sobre el sillón, justo en el espacio disponible entre Javier y yo. Lo único que hizo fue acariciarme suavemente el dorso de mi mano, pero al ver que no intentaba tomarla siquiera, no tuve más remedio que retirarla.
Han sido esa clase de actitudes las que me han conflictuado y me han hecho pensar si ambos seguimos sintiendo lo mismo que semanas atrás, o simplemente lo que pasó fue una época de exploración para ambos.
Es esto lo que estoy pensando sobre mi cama cuando Temo me saca de mi trance en que me encuentro:
—¡Diego Ortega Elizalde! —grita mi amigo, justo al lado mío.
—¿Qué pasó? ¿Por qué me gritas? —pregunto un poco sorprendido.
—No manches, Diego, llevo como cinco minutos hablándote. ¿En qué tanto piensas?
—Perdón, no te escuché, estaba distraído.
—Eso ya lo notamos todos, ¿qué onda contigo? ¿Todo en orden? —pregunta Temo un tanto preocupado.
—¿Ya te conté que no sé qué pasa entre Javier y yo? —respondo.
—Pues no... a decir verdad, solo dices que vas a su casa, pero cuando llegas jamás me cuentas qué pasó. En más, ni siquiera sé si ya se cambió de escuela.
—Ya, desde la semana pasada. Lo metieron a un colegio del otro lado de la ciudad, por la carretera que lleva al Tule.
—¿Tan lejos lo mandaron?
—Sus papás querían que estuviera lo más lejos de sus problemas, ya ves.
—Vaya —es lo único que atina responder mi amigo—. ¿Y entre ustedes qué ha pasado? ¿Sí son novios o qué?
—¡Es que no sé, Temo! —respondo más agitado de lo que esperaba, tanto que termino sentado sobre la cama—. Desde aquella vez que nos besamos no se ha vuelto a repetir nada de nada.
—¿Y él qué te dice?
—Eso es lo peor, ninguno de los dos dice algo. Es como si estuviéramos evadiendo el tema, pero completamente seguros que lo que sentimos el uno por el otro sigue existiendo.
Temo está por decir algo, todavía sentado al lado mío, cuando comienza a sonar mi teléfono.
—¿Por qué te está llamando "Aris"? —pregunta sorprendido sobremanera.
—Pues... porque... —sinceramente no sé qué decir, así que no me queda más que afrontar la verdad— últimamente hemos hablado seguido él y yo. Desde que nos expulsaron de clase.
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COMENZAR DE NUEVO
FanfictionCuando Temo sufre por su amor no correspondido con Aristóteles, Diego se convierte en la única persona capaz de ayudarlo a salir de su depresión y sus crisis. Narrada desde la perspectiva de Diego, esta historia nos contará qué sucede cuando él ll...