Capítulo 38 - Gracias

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Avanzamos torpemente hasta la cama deshecha. Su habitación es un cuadro pero tengo cosas más importantes en las que fijarme que el desorden de su cuarto. El canario se tumba sobre la cama y me invita a hacer lo mismo. Me pongo a cuclillas sobre él y proseguimos con los besos. Él me los da a mí, yo se los doy a él... Realmente no sé lo qué hago, pero a caso no es esa la gracia del asunto? Acaso no es lo mejor dejarse llevar en estas ocasiones? Mis propias inseguridades hacen que me eche un poco hacia atrás... Estaré a la altura? Pero entonces, lo suelta despejando así todas mis dudas.

Ago: *besándole el cuello* te quiero, mi amor
Ra: *acariciandole el pelo* yo también te quiero, Ago

Y a pesar de estar en pleno diciembre, nos empieza a sobrar la ropa. Me quito la sudadera, que va seguida de la camiseta que llevo debajo. El canario hace lo mismo. Nunca me cansaré de observar su cuerpo, es perfecto... Nos tomamos nuestro tiempo para disfrutar y saborear el cuerpo del otro. Pero Agoney empieza a meter sus manos por dentro de mi pantalón para manosearme el culo.

Ra: Ago, yo...
Ago: lo sé, no te preocupes
Ra: ni siquiera sabes lo que te voy a decir
Ago: me vas a decir que eres virgen, que temes no estar a la altura y un montón de bobadas que te ponen presión de forma innecesaria, no?
Ra: *sonrojado* más o menos, sí
Ago: mira, pollito, yo voy a ir poco a poco y si algo va mal, me lo dices y ya está, vale?
Ra: pero...
Ago: pero nada, no dejes que esa cabecita cuadriculada que tienes te bloquee *le revuelve el pelo*

Y en este momento, me doy cuenta. Me doy cuenta no solo de que esto es exactamente lo que quiero hacer sino también de que él es la persona con la que lo quiero hacer. Porque me llena de la seguridad que me falta y porque me transmite más confianza que nadie.

El canario recorre todo mi cuerpo a base de besos, provocándome un mini infarto cada vez que sus labios rozan mi piel. Pronto empieza a bajar con delicadeza mis pantalones y mi ropa interior. El canario me mira con una sonrisa pícara y termina por lamerse los labios. Su gesto hace que me ponga rojo como un tomate, que a su vez provoca las carcajadas en el moreno. Apenas noto el aire que me entra y sale de los pulmones cuando sigue repartiendo besos, esta vez por mi pubis y mis ingles. Hasta que, finalmente, se introduce mi miembro en su boca. JO DER. Se nota que el canario tiene experiencia, porque madre mía... Noto la humedad de su boca en mi cuerpo mientras realiza movimientos ascendentes y descendentes simultáneamente llenándome de un placer que desconocía que era capaz de sentir.

Ra: *jadeando* hostiaputa, cariño, te pasas

Ago repite esta acción varias veces y, tras varios gemidos y algún que otro tirón de pelo, acabo corriendome en su boca.

Ago: *mirando al rubio con curiosidad* qué tal?
Ra: *con la respiración agitada* de puta madre, Ago
Ago: *sonríe triunfante* pues no has visto lo mejor

Agoney se quita los pantalones y los calzoncillos. Me besa los labios, que ya están hinchados, la mejilla y luego va a mi oído.

Ago: *susurra* voy, vale?

No me salen las palabras, así que me limito a asentir con la cabeza. El canario levanta la mano a la altura de mi cara.

Ago: *situando los dedos en los labios del contrario* chupa, mi niño

Al ver mi expresión interrogante, me explica de qué va el asunto.

Ago: *ríe tímidamente* la saliva, el mejor lubricante que existe

Ahogo una pequeña carcajada y le hago caso. Me va preparando poco a poco, primero introduce un dedo muuuuy lentamente. Cuando ve que todo va bien, decide meter otro. Cada dos por tres me pregunta para saber si estoy incómodo o molesto y ante mis negativas, sigue con la preparación. Me trata como si fuera de cristal, como si me pudiera romper si hace un movimiento brusco y eso me llena de amor. Llegado el momento, recoge sus pantalones y del bolsillo saca un preservativo.

Ago: *con el preservativo en la mano* qué te parece?
Ra: que ya estás tardando en ponerte eso y follarme aquí mismo

Mi respuesta pilla por sorpresa a Agoney, que antes de reírse, abre los ojos como platos. Rompe el envoltorio, saca el condon y se lo pone. Me ayuda a colocarme en una postura cómoda y procede a entrar en mí. Y al igual que con los dedos, va muy poco a poco. Una vez dentro, vuelve a preguntar con la misma paciencia y el mismo cariño.

Ago: ya?
Ra: no, espera

Le impido que salga para acostumbrarme a la sensación de tenerlo dentro. Es algo extraño porque me duele, claro que me duele, pero sentir a mi chico así es algo por lo que merece la pena esta molestia. Cuando me veo listo, le pido que siga. Y otra vez, con todo el cuidado del mundo, sale de mí. Repite esta misma acción múltiples veces. Va tanteando el terreno y, cuando comprueba que ya me estoy acostumbrando, sube un poco la intensidad. Mis jadeos de dolor poco a poco se van transformando en gemidos de placer, que se unen a los de Agoney e inundan toda la sala. Y cuando pienso que no puede ser mejor, llega. El orgasmo. Los dos nos tumbamos en la cama, uno encima del otro, y nos disponemos a calmarnos un poco. En cuanto el canario me pregunta por la experiencia solo se me pasa una palabra por mi mente: Gracias. Porque él ha hecho que esta experiencia, que no suele ser muy agradable, acabe siendo simplemente perfecta.

CUIDADO CON LO QUE DESEAS (Ragoney) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora