Capitulo 31

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Desde la puerta de la cocina observaba como Lía Jenkis, gritaba como eufórica a Arafat. Yo no tenía la culpa, es más yo no pedí casarme con el tal Arafat. Suspire con profundidad, tomé mi mochila y volví a tomar una manzana, me encamine hacia la escaleras para irme a tomar un baño y dormir hasta donde mi cuerpo requiera. Fue un largo viaje y además me esta empezando a dar una migraña.

—¡Alto ahí!— escuché el grito de Lia. Me detuvo en el octavo escalón y me giré para verla desde arriba.

—¿ahora que?— pregunté malhumorada

—¡te lo advierto trepadora, no le vas a sacar ni un centavo!— me acusó y me apuntó con el dedo.

—Ni lo necesitare— contesté y seguí mi camino, ignorando todas las maldiciones de aquella loca mujer vestida de Óscar de la renta de los pies a la cabeza y como dicen "aun que la mona se vista de seda, mona se queda.

...

La chimenea estaba encendida proporcionaba calor suficiente a toda la habitación, me desperté para ir al baño. Cuando terminé me miré en el espejo, tenía los ojos hinchados y el cabello revuelto, tomé mi cepillo de dientes para lavarmelos otra vez. No te idea ni de a que hora era, revisé en el reloj de pared 4:33 de la mañana.

Di un respingo cuando escuché el teléfono de la sala sonar, ese aparato viejo sonaba como 15 veces. Me puse los zapatos y el abrigo, salí de la habitación para ir a la sala de estar. Todo estaba en calma y tranquilidad, ni siquiera sé en donde Arafat a dormido digo no es que me importe pero...bueno olviden lo.

—¿Hola?— contesté el teléfono

—Hola..— escuché una voz masculina hablar —¿Se encuentra Sky Dashwood?

—Ella...ella habla— balbucee

—¡Sky!, me da gusto que me respondieras, soy Eidan

—Pensé que no llamarías— puse los ojos en blanco

—Quería saber como habías llegado del vuelo, tu y tu esposo se fueron tan rápido que no pude despedirme— dijo  en un hilo de voz

—No te preocupes hemos llegado bien, ¿y tu— me pasé una mano por la frente

Tenía el alma colgando de un hilo, si alguien me encontraba hablando por teléfono a estas horas...y más si la señora Megbel me encuentra, un gran problema me meteré.

—También he llegado bien, ahora ¿me dirás donde te puedo encontrar?— murmuró con impaciencia

—Eidan no creo que sea conveniente que sepas donde estoy

—Te lo prometo, no voy a causarte problemas con tú esposo...

—No no es solo eso, es que es complicado— repuse

—¿Alguien te esta haciendo daño?— preguntó

—No no no— dije en un susurro

—Dime por favor donde te encuentro— suplicó

—El pueblo Akram— me rendí —es ahí en donde puedes encontrarme— maldije en mi interior

—¿Una dirección o referencia?

—"La casa del jefe"— susurre

—De acuerdo...

****

Me levanté a las 9 de la mañana, me di una ducha. Coloqué mi ropa interior de seda color crema, unos jeans oscuros ajustados, un Jersey holgado color amarillo mostaza y mi par de botones cafe con tacón de suela roja, una bufanda del color de mis zapatos y mi cabello lo deje suelto.

—Buenos días señora, ¿saldrá hoy?— me encontré a Feriha en dirección hacia el jardín en donde todos desayunaban

—Buenos días Feriha, no saldré h

oy ¿por?

—Es que esta mañana se ha vestido muy hermosa...

—Oww eres tan tierna Feriha gracias

—Por cierto mi señora, en el comedor se encuentra la señora o señorita Lía— bajó la cabeza

—No hay ningún inconveniente, gracias por avisar

—Por nada, iré por su desayuno.

Asentí.

No dejaré que arruine mi día. Llegué al comedor en donde todos estaban reunidos, guardé mi calma y suspire.

—Buenos días— dije con gentileza

—Buenos días— dijeron al mismo tiempo, vi que Lía se a pegó más a Arafat

Me senté a un lado de la señora Megbel, Feriha me sirvió mi desayuno que se veía muy bueno la verdad. Pepinos, tomates, arroz etc.

Seguía manteniendo mi calma, solo sonreía cuando las miradas se dirigían a mi además, se me hizo de muy mal gusto que su conversación estuviera en turco, cuando yo no hablo turco.

—Anissa, debes de...

—Ya voy señora Megbel— la interrumpí

Me levanté de la silla y dejé mi servilleta en la mesa, Lía también se levantó y con sus ojos verdosos tipo de gato me observó con malicia.

—No te preocupes querida, yo lo haré. Total pronto estaremos compartiendo marido— dijo con orgullo

Mierda. ¿QUE?, ¿Arafat casándose con Lía?. Yo solo pude asentir en ese momento y sentarme con lentitud. Todos parecían muy feliz a excepción de mi, todo en mi se revolvió.

Las náuseas comenzaron a hacerme sufrir.

—Con permiso— dije y me levanté.

Corrí lo más rápido que pude hacia mi habitación, entré y cerré la puerta. Llegué al retrete en donde comencé a vomitar con arcadas violentas, todo mi desayuno lo devolví. El sudor se escurrió por mi frente y mi esófago ardía.

Lavé mis dientes y frente al espejo solté un llanto desconsolado, me sentía estúpida y ridícula. Ahogaba mi sollozos tapando mi rostro con ambas manos.

—Mamá papá...— solloce —¿porque me esta pasando esto?

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