Capítulo 37

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Me bajé y me despedí de Eidan en la esquina de la mansión, nos volveríamos a ver más seguido, a lo mejor el me pueda ayudar con mi plan.

—Buenas noches— dije a los guardias de la puerta

—Buenas noches señora— dijeron ambos y me abrieron las puertas.

Agradecí y entré. Todo estaba en completa calma, no esta ni Megbel, ni su Lía...en fin creo que Feriha era la única y debía de estar en la cocina por las luces encendidas. Llegué a mi habitación, el tiempo se me había pasado volando en mi platica con Eidan.

Me saqué la ropa para me meterme a dar una ducha caliente, cepille mis dientes y peine mi cabello. Me coloqué ropa interior y una bata corta de algodón, el cual el lazo me lo até a la cintura.

Abrí la puerta después de escuchar que la estaban tocando. Arafat apareció frente a mi, por unos instantes el no dijo nada incluso actuaba de una forma extraña, con la mirada perdida y...

—Has llegado muy tarde...— murmuró con voz ronca

Su aliento con un fuerte olor a alcohol me golpeó en la cara.

—Si, no vi la hora— respondí

—¿En donde estabas?— preguntó, dio unos pasos al frente, obligandome a retroceder hasta que él se adentró por completo en la habitación.

—Fui a ver a mi madre— le contesté

De la nada el me tomó con mucha fuerza del brazo, hice un gesto de dolor y un chillido se me escapó..

—Ayy...— me quejé

—¡No me mientas!— habló con dureza —Te lo voy a volver a repetir....¿Donde...es..tabas?— se tambaleo un poco pero no me soltó del brazo

—Ya te lo dije, estaban con...con..mi mi madre— tartamudee

—¿Después?...¿DESPUÉS....en donde estuviste?

—Fui, al mercado— mentí

—¿asi?

—Si..— dije muy atemorizada, incluso ya casi la circulación de mi brazo no podía fluir. Con su otra mano me tomó de los cabellos —Arafat— me quejé del dolor

—¿Y las bolsas?, ¿y la comida?... ¿He? ¡Donde están!— con una monstruoso fuerza me arrojó al suelo, golpeando mi cuerpo contra el tocador. Me levanté como pude y temblorosa, pasé por encima de la cama para llegar al otro lado...llegué a la puerta para escapar pero Arafat la cerró con más fuerza..—Eres mentirosa...sucia....

—Arafat, estas muy ebrio. Por favor...

—¡No!— dio un golpe con el puño a la puerta —¡Yo te vi!, EN EL JARDÍN, TOMANDO TÉ CON EL HOMBRE DE MÉXICO...¿que hace aquí? ¿Ha?— me sujeto de la cintura y pegó a él

—Arafat, Arafat...yo te lo juró....solo estábamos conversando......no pasó nada más te lo juro— dije con rapidez y voz temblorosa

—¿así solo algo casual?

—Si, mi amor...te lo juro

—¿Y porque te llamó en la madrugada?, ¡contesta!

—Arafat, calmate por favor....me lastimas— volví a huir de sus brazos y correr hacia la puerta pero fui inútil.

—TAMBIÉN, YO VI CUANDO TE BAJABAS DEL AUTO DE ESE IMBECIL...SEÑORITA RISAS Y ABRAZOS LO QUE TIENES DE BONITA, LO TIENES DE ZORRA...¿HA?— Me llevó cerca de la cama —Pero eres mía Skyler, eres mi mía...YO SOY TU ESPOSO...AL ÚNICO HOMBRE QUE DEBES DE AMAR

Del joyero del tocador, encontró el anillo de matrimonio. Con fuerza me hizo mostrar mi mano e intentó poner el anillo...

—Mía...skyler...mía— murmuró y volví a lanzarme al suelo cuando, me resistí. Se colocó encima de mi, yo gritaba y pataleba para que el me dejará en paz.

—¡ARAFAT!— Solté un alarido de dolor cuando escuché mi dedo partiendose en dos, él había aplicado tanta fuerza para ponerme el anillo que terminó rompiendome el dedo —¡Me duele!

—vamos grita todo lo que quieras...nadie va a escucharte— susurró en mi oído después con salvajismo me besó, sentí que el estomago se me revolvía...su lengua se introdujo también. La desesperación y las lágrimas se apoderaron de mi —¿dime algo que no tengo yo?— susurró

Desató mi bata y me dejó en ropa interior, como pude empecé a forcejear, pero su gran peso me aplastó dejándome sin posibilidades para moverme de la cintura para abajo...

—No lo hagas, te lo suplico..— rogué con terror

—Voy a enseñarte que eres mía— me arrancó las bragas y rompió mi sujetador —Eres mi mujer, mía...solo mía

—No...no...¡NO! Te lo suplico

—jamas te quise obligar nada, pero...ya es hora de que seas mi mujer— su asqueroso aliento a alcohol me provocó náuseas.

Sentí un dolor tremendo, él había entrado en mi, sus embestidas eran rápidas y dolorosas. Sus labios pasaron de mi rostro hasta mis pechos, mis pezones empezaron a arder y ser tocados. Las embestidas comenzaron a ser más y más fuertes.

—Eres tan deliciosa— sus palabras me dieron asco

Dejé de luchar, ya no había salida para mi. Ni sentía placer...no sentía nada, más que el ardor en mi intimidad. Jamás que Arafat me pudiera hacer algo así, me dolía el alma, mi propio esposo...me ha violado, golpeado e insultado...

Todo para mi se volvió negro.

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