Capítulo 51

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Arafat me a hecho la cena, comía en silencio en la barra y sentada en un taburete. Me puse en frente un vaso con agua, yo le dediqué una sonrisa.

—¿Estas segura de que ya te sientes mejor?— se sentó a mi lado

—Si— contesté

Su mano se hundió entre mis cabellos y me acarició, cerré los ojos soltando un suspiro...tenía una tacto suave y agradable. Lo disfrutaba bastante

—Sky..

Me llamó, abrí los ojos con lentitud y lo mire aún complacida por su tacto.

—Nadie va a hacerte daño, no lo voy a permitir— me miró con seriedad —Te voy a proteger y a mi bebé también

—Arafat— murmure —Gracias, por arriesgarte a salvarme...estaba tan asustada y no sabia que hacer.

—Ahora ustedes dos, se han convertido en mi vida.

Nos fuimos a nuestra habitación, si leyeron bien...nuestra habitación. Arafat y yo ya no dormíamos separados, en cambio me gustaba cuando me rodeaba con sus brazos y acariciaba mi espalda.

Me quité las zapatillas New balance y caminé descalza por la alfombra. Hice que Arafat revisará el baño de arriba a abajo, todavía tenía los nervios de punta.

Me quité la toalla de la cabeza, al fin pude tener mi ducha con agua tibia. Busqué en los cajones algún rastro de ropa para dormir, solo encontré bragas, sujetadores y...nada más.

Arafat me dio uno de sus pantalones de dormir y camisetas, me tuve que quitar el sujetador porque era incomodo y ponerme un top más cómodo.

—Lamentablemente esta noche no tendremos calefacción..— murmuro y pasó sus manos acariciando mi cintura

—No creo que la necesite— sonreí

***

Arafat se levantó temprano, recogió sus pantalones del suelo y se fue a dar una ducha. Al salir notó que skyler aún estaba profundamente dormida, fue y regresó de la cocina con un plato con una pequeña cantidad de cerealitos, para que skylr pudiera comer cuando despertará y no sintiera malestar.

Odiaba dejarla sola después de una noche larga de hacer el amor, pero tenía unos graves asuntos pendientes en la mansión.

....

Llegó a la más mansión al rededor de las 10 am, dedicó un gesto de amabilidad con los guardias. Entró y lo primero que vio fue a su padre, sentado en uno de los muebles del patio, leyendo el periódico y tomando el té

—Buenos días padre— dijo Arafat

—Oh, buenos dias hijo— se sorprendió de verlo y dejó el periódico a un lado

—Ya sabes el motivo de mi visita esta mañana.


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