No hay ningún guardia en ningún lado.
Algo extraño a mi parecer, pero sé que todo ha sido obra de Apolo para que me reuna con él por lo que no me asusto. Atravieso todo el pasillo en el máximo silencio posible y con rapidez subo las dos plantas que me separan de su cuarto. Está todo a oscuras y demasiado calmado, aunque prefiero no pensar mucho en ello y centrarme en controlar mi respiración. Porque realmente no quiero ni imaginarme lo que me llegaría a pasar si Eric o Milo me encuentran deambulando por el pasillo la noche antes de casarme.
Probablemente pensarían que me estoy intentando escapar (lo que es más o menos cierto) y me pegarían tal paliza que estoy segura de que no se me olvidaría en la vida.
No obstante el trayecto concurre con calma. En ningún momento noto movimientos sospechosos ni tengo el presentimiento de que me están siguiendo, así que me permito tranquilizarme y mentalizarme un poco antes de levantar mi brazo para tocar varias veces en la habitación 93, donde se hospeda Apolo.
Suspiro, me deseo suerte y finalmente, toco con mucho cuidado la puerta caoba que hay frente a mí. En la oscuridad del pasillo se puede observar como la luz sobresale por debajo de ella, además de que se escuchan diversos pasos y susurros. Varios golpes se escuchan, pisadas yendo y viniendo y por fin, alguien se levanta a abrirme la puerta. A pesar de que he salido de la habitación a las nueve y veinte, ya son las nueve y media. Tengo muchísima ansiedad por lo que pueda pasar esta noche, porque aunque nunca me hubiera visto antes en semejante situación, estoy dispuesta a rogarle a quien sea que me saque de esta cárcel. Estoy dispuesta incluso a vender mi alma al diablo con el fin de poder huir y evitar que me casen con Eric.
Realmente me encuentro desesperada.
—¿Quién anda ahí?
Me quedo paralizada y unas repentinas ganas de llorar acuden a mí. La habitación de Apolo inmediatamente se camufla con la oscuridad y el silencio del pasillo, por lo que bajo rápidamente la mano y carraspeo, en un intento de que no se note el hecho de que he venido a esta planta para reencontrarme con la gente de esta habitación. Creo que ya es suficiente con que me castiguen a mí y además, me apetece por una vez en mi vida no traer a la gente que me rodea única y exclusivamente desgracias.
—Ehhh...—permanezco en silencio durante unos segundos, maldiciéndome por ser tan idiota de no tener nada preparado—. ¿Tomando el aire?
El empleado eleva las cejas y me apunta directa a la cara con el foco de luz, confirmando que soy la hija de Milo, la hija de su jefe y que además lo estoy engañando, pues con esa afirmación que queda más cerca de una pregunta, sé de sobra que la he liado. Debería de haber pensado algo mucho más contundente, pero en estos momentos de nervios y presión he perdido incluso hasta la capacidad de decir algo coherente. Cosa que en mi situación, mucho, no ayuda.
—Dese la vuelta, por favor... —grita haciendo movimientos muy lentos. Sé que está intentando decirme que no quiere hacerme daño, pero por mi desconfianza hacia todos, doy un paso hacia atrás, chocando con la puerta—. Tan sólo quiero asegurarme que...
El hombre echa andar hacia mí suavemente, con las manos extendidas y bajando poco a poco la luminosidad de la linterna. Sin embargo, no da muchos pasos más. Con el ceño fruncido me indica que guarde silencio y se da la vuelta, dispuesto a averiguar de donde vienen esos ruidos tan extraños. Al cabo de unos segundos que para mi gusto pasan demasiado lentos, logro identificar al culpable de todo aquello. Adelaide se encuentra cara a cara con el guardia rebuscando algo en su bolso. Como si aquella situación se diera todos los días. Y yo no sé si quiere ayudarme, o lo más lógico, joderme la vida.
—¿Señorita Colombi? —murmura algo perplejo el joven guardia.
Me apuesto lo que sea a que por la expresión y el tono de voz que utiliza, Adelaide se lo ha tirado más de una y dos veces.
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Lo prohibido en la mafia
AksiEn el momento en el que la bomba estalla, Dafne Bianco se encuentra bebiendo champán, discutiendo sobre memeces y pensando en lo genial que se ve con su vestido de alta costura. Cuando la adrenalina desaparece, su prometido está muerto, su cumpleaño...