45 | Amarga libertad.

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Final

Tengo los ojos tan fuertemente cerrados que me duelen incluso los párpados. Todo a mi alrededor va demasiado lento, excepto el momento en que Eric me mira y con la sonrisa que tanto odio, aprieta el dichoso botón. Ese recuerdo se reproduce una y otra vez en mi mente, dejándome incluso sin aire para respirar.

No quiero morir tan joven.

Aprieto la mano de Alex, que al contrario que yo, no cierra los ojos en ningún momento. Me responde con un suave apretón mientras yo dejo escapar suavemente el aire que retengo por la boca. No sé si pueden escuchar los latidos de mi corazón en estos momentos, pero yo siento un pánico que no sé cómo controlar. Un sudor frío me envuelve, la vista se me nubla por instantes y la respiración me falla, llegando incluso a sonar artificial. Durante unos segundos no ocurre nada. La habitación queda en un extraño silencio tras el cinco de Eric, en el que todos esperamos que la habitación vuele por los aires. Sin embargo, nada ocurre. Pienso en un farol, pero lo descarto en el momento. Eric no es así. Eric es la persona más cruel con la que me he cruzado en mi camino.

Luego todo lo demás ocurre demasiado rápido, tanto, que no soy capaz de asimilar todo lo que ocurre. La puerta de la habitación se gira, provocando que Eric frunza el ceño y se gire, dispuesto a acabar con la amenaza. Sin embargo, al hacerlo dispara hacia el frente. Alex me aparta con rápidez, aunque no con suficiente, porque el tiro me alcanza la pierna. Me muerdo el labio hasta que siento sangre y dejo escapar un triste gimoteo. No es el momento de perder los estribos por una simple herida en el muslo.

Escucho como el cuerpo de Eric cae inmediatamente después, por lo que con cuidado me siento sobre la tapa del váter y comienzo a hacerme un torniquete con las toallas que hay tiradas sobre el lavabo. Alex se encuentra en el centro de la habitación con la mirada muy fija en mí, probablemente culpándose por lo que me ha pasado. No obstante, creo que con el tiempo se dará cuenta de que fue mi decisión colocarme delante de él. Sigo concentrada en cortar la sangre que emana de la herida y no hablo, por miedo de que en algún momento comience a llorar. No me duele mucho por la adrenalina, pero sé que en cuando todo esto pase, dolerá como el infierno.

—Ha sido un tiro limpio —lo informo tras unos minutos cuando estoy algo más calmada. Está totalmente pendiente de todo lo que yo hago, pero necesitamos que comience a hacer algo. Lo que sea—. La bala está dentro. Coge el botiquín y comienza a quitar todos los muebles de la puerta. Nos vamos.

Asiente con la mirada algo perdida, pero por lo menos la calidez de su cara parece haber vuelto. Sé que ha pasado un mal rato, pero estoy bien. Estamos bien. Todavía no sé quién ha sido el que se ha introducido en la habitación, pero tras escuchar el comentario de Alex, permanezco tranquila. Sé que es de confianza.

—Pensé que nunca llegarías —su voz suena entrecortada, por lo que carraspea un poco—. Un poco más y nos morimos todos aquí dentro.

Con una sonrisa, me alarga el bisturí, unas pinzas, el alcohol y un montón de vendas esterilizadas. En otros momentos hubiera exigido que se lavara las manos antes de tocarlas, pero no nos queda tiempo. Ya se escuchan los gritos y se huele el olor a quemado que desprende el fuego cuando se une a la gasolina. Me pregunto cómo se las habrá ingeniado Eric para que Milo no descubriera nada de nada.

—Ciertas... complicaciones —responde una voz de hombre desde el otro lado. Parece enfadado y por las patadas que da a la puerta, lo confirmo. Grito sin querer al introducir las pinzas en la herida—. ¿Qué diablos ha pasado ahí dentro?

—Daniela está herida, aunque no de gravedad —intento concentrarme en encontrar la bala sin quejarme demasiado, pero tengo los dedos entumecidos y las manos me tiemblan. Que Alex me mire sólo dificulta las cosas. Respiro, cierro los ojos e introduzco las pinzas hasta el fondo de la herida. Siento como contiene la respiración al igual que yo—. Necesito más tela. Está sangrando mucho.

Lo prohibido en la mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora