25. Sabía que podía contar contigo, Simón.

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—Necesito tu ayuda con algo.

La rubia comentó, colocando su mano sobre la del chico. Simón la miró fijamente, en sus ojos se reflejó una pizca de duda por su comportamiento. Habían pasado un par de días en los que le había estado enviando mensajes, sabiendo que realmente ella no quería hablar con lo que según pensaba era el enemigo, pero ni siquiera le había dirigido la palabra en el Roller.

— ¿Qué necesitas?

Decidió relajar su cuerpo, por unos segundos vio la mano suave de la chica sobre la suya y luego volvió a sus ojos claros.

Ámbar le sonrió de lado, sabiendo que seguía estando interesado en ella. Sacó la pequeña libreta con una portada de brillantina rosa y lo entregó al mexicano, Simón le dio una mirada confundida.

— ¿Y esto? ¿Qué es?

—Una libreta...— ella le miró con gracia, mientras mostraba su sonrisa. Simón soltó una risa entre dientes y negó la cabeza, no se refería a qué era precisamente, en el sentido literal. Quería saber para qué se lo daba.

—Necesito que me ayudes con un problema que tengo.

— ¿Y tiene que ver con la libreta? Digo, ¿es algo de tema forestal?

La rubia rodó los ojos ante el chiste del muchacho y respiró profundo antes de que hiciera algo de lo que pudiera arrepentirse. —Simón, es algo serio, deja de ser idiota.

—Bien, bien. Te escucho, pero es que en serio no sé de qué se trata.

—Pues necesito que me ayudes con una letra que escribí. Está allí, ayúdame con ella, ¿sí?

Simón abrió su boca para hablar, pero la voz de Aurora llamando a la rubia lo interrumpió. Ámbar le sonrió agradecida, y palmeó su mano. —Sabía que podía contar contigo, Simón. Envíame un mensaje si necesitas.


Cuando estaba en el apartamento, tiró su bolso en su cama improvisada y fue a sacar algo de jugo de la nevera. Nico y Pedro iban a pasar por la tienda a comprar algo de comida y él simplemente estaba demasiado cansado. Se daría un baño y luego se iría a dormir. Dejó su teléfono en la mesa y se tiró a su cama, provocando que su bolso medio abierto tirara muchas de sus cosas al suelo.

Frunció el ceño al ver la libreta brillante en el piso, tomándola casi tan rápido como pudo.

Deslizó su mano por la portada interior. Puros dibujos de coronas y algunos garabatos adornaban la hoja de papel y en grande letra estética estaba el nombre de la chica. Simón suspiró, ojeando un poco. No recordaba haber preguntado cuál era la letra que debía revisar, y le iba a preguntar a la rubia, después de que leyera un poco.

Veía esa libreta como si fuese un pasaje a lo que la rubia podía sentir. Ninguna página principal tenía escrita la gran cosa. Puras frases cortadas.

Enferma de todas estas personas que están hablando. Enferma de todo este ruido.

Pasó a la siguiente página.

Cansada de todas estas cámaras brillantes. Harta de estar preparada.

Aún no entendía la razón por la cual las frases estaban cortadas de la nada, mucho menos entendía si era la letra de la canción que había escrito. Pero de ser así, sintió una presión en el pecho ante las palabras.

Ya me asfixié con mi orgullo, así que ya no sirve de nada llorar por eso.

Significaban cosas para la rubia. Lo sabía.

Me dirigí al castillo. Ellos quieren hacerme su reina. Y en el trono hay un viejo hombre diciendo que probablemente yo no debería ser tan mala...

BrokenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora