35. ¿Qué te parece una salida de solo nosotros dos?

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Se recostó de los casilleros, y no pudo evitar sollozar. El tan solo hecho de que alguien pudiese verla así le molestaba. Estaba tan frágil...Tan sensible. Odiaba ese sentimiento. Pero sin embargo, allí estaba como una tonta llorando por algo que no tenía sentido.

Sintió los pasos acercarse y con mucha rapidez llevó sus manos a sus mejillas, quitando las lágrimas mientras giró sobre sus talones y quedó de espalda a la entrada de los casilleros.

Simón sin querer tensó su cuerpo. Aurora le había dicho que le ayudara a buscar la rueda de su patín que estaba en su casillero.

Y admitía no haber pensado en que se podía topar con Ámbar.

La rubia ahogó un sollozo y se dirigió hasta su propio casillero, cerrando sus ojos y rogando de que el mexicano simplemente se fuera. Pero no fue así.

—Ámbar... ¿Te encuentras bien?

Se armó de valor para preguntar, acercándose a ella. El casillero de Aurora estaba al lado del de la rubia. Ámbar abrió sus ojos claros, y pasó otra vez sus dedos por sus mejillas para quitar las lágrimas y asintió con la cabeza.

—Sí, sí...Es una tontería.

—Uno no llora por tonterías, niña.

Simón comentó. La rubia soltó una sonrisa ladeada y se hizo a un lado, sentándose en el banquito que estaba allí. Simón se recostó de los casilleros, olvidándose del por qué estaba ahí en primer lugar.

—Estoy bien, no te preocupes...Además, no creo que seas la persona indicada para decirte lo que me pasa.

Ella masculló, con un poco de desgano.

Simón se sentó junto a ella, y colocó su mano sobre la de la rubia en su pierna. Ámbar sintió su corazón dar un vuelco, pero se mantuvo tan tranquila como pudo y rogaba para que él no hubiera notado ese sentimiento que tuvo muy a flor de piel.

—Pero puedo intentar ayudarte...Puedes decirme lo que sea, ¿eh? Siempre voy a estar para ti.

Ámbar le miró con duda pero finalmente habló: —Aurora y yo estamos peleadas...Y esta no es la primera vez, ¿sabes? Siempre es lo mismo, está del lado de Leonardo todo el tiempo y me esconde cosas. Pensé que era su mejor amiga, pero solo creo que quiere sacar ventaja de nuestra amistad, ¿sabes?

—Pero tú más que nadie debería saber que ella no es así, ¿ya has hablado con ella al respecto?

—Piensa que he sido yo quien editó esa foto de Leonardo y ella.

Ámbar miró sus dedos y Simón se sintió mal por la chica. Su mano involuntariamente fue a parar en su quijada, y la levantó ligeramente, provocando que los ojos felinos le mirasen.

—Habla con ella. Aurora sabe que no has sido tú, Ámbar. Es tu mejor amiga, ella confía en ti. Te lo prometo. Solo tienen que hablar las cosas. Solucionar.

—Lo dices como si fuera tan fácil.

Ella apartó su mano de su rostro y sintió su corazón latir con mucha fuerza.

—Es porque lo es, Ámbar—Simón le sonrió—. Aurora está afuera en la barra de comida, ve y habla con ella. Las dos reinas del Roller no pueden estar peleadas, y menos por una tontería.

—Dijiste que las personas no lloraban por tonterías—le dijo ella.

—Hay una excepción a la regla, ¿no?—se burló Simón y Ámbar golpeó su hombro en broma. —Igual...Quería disculparme por la noche pasada, el día de nuestra...uh, salida. Supongo que dije algo que no te sentó bien y por eso el cambio de actitud.

Ámbar le prestó atención, imaginándose que no le pediría disculpa, pero lo hizo. Le miró un poco sorprendida—. Oh, uh...Sí, sobre eso. No te molestes, está bien. Supongo que no se me dan las salidas en grupo.

Simón había pensado que se trataba del tema de conversación: Luna.

—Oh, ya... —se hizo el desentendido—. Pero, si es así, entonces...¿Qué te parece una salida solo de nosotros dos? Sin Leonardo, sin Aurora...Solo tú y yo.

— ¿Y para qué quieres salir otra vez conmigo, Simón?

Ámbar elevó una ceja, curiosa.

El mexicano pasó una mano por su cuello, sintiéndose nervioso casi de inmediato. Ella le ponía muy nervioso, y con los pelos de punta. La rubia esperó una respuesta. En la cabeza del chico, las conversaciones que tuvo con Aurora se colaron en sus pensamientos. Ella ha pasado por mucho en el pasado. Tienes que ganarte su confianza.

—Quiero ver a la Ámbar de aquella noche en la azotea, la Ámbar que no deja que todo el mundo conozca su verdadera forma de ser. La Ámbar que me...

Se quedó callado de golpe, cohibiéndose de decir lo que faltaba de la oración. Se ganó una mirada de intriga. Ámbar espero expectante a que él finalizara su frase. Pero no fue así.

— ¿Qué te parece mañana en la noche?

Simón le sugirió, ya teniendo algunas ideas de lo que podrían hacer. La rubia le lanzó una mirada dudosa, pero aceptó, asintiendo su cabeza al mismo tiempo en el que sonreía un poco. El mexicano le sonrió devuelta y se puso de pie, anunciando que debía volver a la barra de comida para atender a los clientes. Y una vez que se fue de los casilleros, Ámbar sacó su teléfono enviándole un mensaje a su mejor amiga.

Aurora sintió el teléfono vibrar a su lado mientras esperaba el licuado que Pedro se había ofrecido a prepararle. Esperaba que fuese Leonardo que estaba en el escenario ajustando los acordes de su guitarra.

Vio a Simón acercarse a la barra con una sonrisa de oreja a oreja y bajó la vista al mensaje.

El plan va mejor que antes. Lo tengo justo donde lo quiero.

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