8. Qué grata sorpresa

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—Es una señal del destino.

Delfina comentó, tranquilizándose. —Es una señal, Ámbar.

— ¿Te has vuelto loca, Delfina? ¿De qué estás hablando? ¡Es solo una falla de conexión por el estúpido incendio!— la rubia rodó sus ojos. —Ahora solo tengo que mandarlo de mi teléfono, más trabajo pero realmente no importa mientras funcione.

—No, Ámbar. Una cosa es acusarla de romper una cámara y otra muy distinta es culparla de un incendio.

Aurora Navarro se cruzó de brazos, finalmente acercándose a las dos chicas. Ámbar le dio una mala mirada a Delfi. — ¿A quién van a culpar del incendio, chicas?

— A nadie.

La rubia masculló con molestia.

—A Luna, Aurora. Quiere enviar un video editado de Luna— Delfi no tardó en hablar, provocando una risa seca de parte de Ámbar. —Ella lo provocó.

—Creí que estaba claro esa situación ya.

Ámbar quería aniquilarla con la mirada si fuera posible, la chica no existiría más desde hace mucho tiempo atrás. —Espero que no deba decirte que lo que vas a hacer está mal, Ámbar.

—Sí. ¡Es lo único que saben decir las dos! ¿Pueden parar con eso de una vez por todas? ¡Me tienen harta con lo mismo una y otra vez!— Ámbar gruñó. —Delfina, te vas ya si lo único que vas a seguir haciendo es darme órdenes.

—No me voy— afirmó la chica— Y te digo otra vez, ¡lo que estás haciendo está mal! Este es un asunto muy delicado, Ámbar.

— ¿Qué no entiendes que nadie pidió tu opinión?— la mayor espetó con enojo. —No te metas en mis asuntos. Ninguna de las dos, ¿de acuerdo?

Aurora le arrebató la Tablet de sus manos, alejándose. — ¿Qué piensas que haces, Aurora?

Delfi se interpuso entre las dos, para darle tiempo a la chica. Tecleó algo en la pantalla y en unos segundos entregó el aparato electrónico a la chica nuevamente. — ¿Qué acabas de hacer?

Ámbar respiró lentamente, con mucha pesadez.

—Sabes bien que te estamos evitando problemas, Ámbar. Por lo del incendio, por las cámaras. Por todo.

—No, ese es el problema que ninguna de las dos entiende— la rubia masajeó su cien. —En ningún momento nos ayudaste, Aurora.

Ámbar elevó su voz.

—Chicas... ¿Qué está pasando?— Jazmín se acercó con prisa. Y como siempre, su puesto fue a dar al lado de Ámbar. La rubia le susurró en el oído y la pelirroja volteó su cabeza con confusión. — ¿Por qué borraron el video de Luna?

—Por el bien de Ámbar.

Delfi replicó.

La rubia sonrió con sarcasmo. — Já, ¿por mi bien? ¿Qué no se acaban de dar cuenta de que nos van a echar toda la culpa a nosotras? ¿No saben que van a empezar a sospechar?

Pero entonces, el rostro de Aurora se volvió ligeramente blanco, mientras su vista se posaba más allá de Ámbar y Jazmín.

— ¿De quién van a empezar a sospechar?

Simón Álvarez se cruzó de brazos y su ceño se frunció, esperando una respuesta. Una respuesta que ninguna de ellas pensaba responder. —Tenemos que hablar, Ámbar.

La chica ojos de gato miró a sus amigas sin girar la cabeza hacia el mexicano, intentando hacerles ver que no quería estar a solas con el chico. Pero eso fue algo que ninguna de las tres amigas quiso entender. —Nos vemos después, Ámbar.

Y en un segundo, estaban fuera del radar. La rubia giró su cuerpo finalmente, quedando cara a cara con el guitarrista. Le sonrió— Simón, qué grata sorpresa. ¿Qué quieres hablar conmigo?

— ¿Tienes algo que ver con el incendio?

BrokenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora