6. Los hermanos Navarro

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— ¿Nicolás?

El rubio entreabrió sus ojos, agarrando el teléfono como pudo. No tenía ni idea de la hora que era, pero sabía que alrededor de la madrugada. — ¿Nicolás?

— ¿Qué pasó, papá?— habló en voz baja para no despertar a Simón ni a Pedro. Pasó una mano por su rostro haciendo el intento de despertarse un poco. Su cabello estaba totalmente revuelto.

— ¿Puedo hablar con Aurora? Necesito saber que está bien.

El sueño se le fue del cuerpo al mismo tiempo que se sentaba bruscamente en la cama improvisada. — ¿Qué dices? Si Aurora la he dejado anoche en casa con ustedes, papá.

—Aurora fue a hacer una tarea anoche, y no regresó, Nicolás. ¿En dónde está tu hermana?— el señor Navarro podía sentir angustia recorrer su cuerpo. Y eso solo bastó para que Nico estuviera a punto de volverse loco. — Nicolás.

—Voy a buscarla, papá. Te aviso si sé algo.

Saltó del sofá sin tropezar con la sábana, pero sí con la batería de Pedro. Los otros dos chicos se quejaron, tirándole algún objeto cercano pero fallando notablemente. Nico se puso unos zapatos como pudo. — ¿A dónde vas? ¿Qué pasó?

Simón agita su cabeza, sacudiendo el sueño de su rostro. Nico enciende la luz de toda la sala, logrando que finalmente, sus dos amigos estuvieran despiertos. —Nico, ¿pero qué pasó?

—No sé. Papá me llamó diciéndome que Aurora no ha llegado a la casa y que no sabe dónde está.

Nico se exasperó, sintiendo como una fuerte presión en su pecho le hacía perder la cordura. Sentía miedo de que algo malo le pasara. Y si le llegaba a pasar algo, se echaría la culpa.

Simón se puso de pie, tomando sus converses negros y al terminar de ponérselos tomó su teléfono. — Podemos llamar a Leonardo, quizás esté con ella.

—Leonardo siempre nos dice cuando Aurora se aparece por su apartamento, Simón— Pedro se preocupó. Conocía a la hermana pequeña de Nico de toda su vida. Hasta él la sentía como otra hermana más. ¿Estaría bien?

—Y ¿qué hay de sus amigas? Siempre está con Delfi, Jazmín y Ámbar. ¿Qué tal si las llamamos?

—Llámalas. Yo le diré a Leonardo.

El mexicano buscó en su teléfono el número de la rubia. Tiempo atrás, cuando apenas era un recién llegado al Roller, la rubia se ofreció a ayudarlo y le dijo que podía llamarle cuando necesitara algo. Era la mejor amiga de Aurora, debía de saber algo al respecto. Estuvo a punto de colgar la llamada cuando estaba en el tercer tono, pero la voz adormilada de Ámbar le detuvo.

—Bueno, ¿Simón? ¿Sabes qué hora es?

El mexicano tragó con fuerza, sintiendo sus mejillas tornarse levemente rojas. —Sí, Ámbar, perdón. Pero es que es urgente, ¿Aurora está en tu casa?

Ámbar soltó una carcajada sin entender— ¿Qué? ¿A estas horas? No está. La última vez que la vi fue en la Roller Jam.

Admitió.

Simón suspiró y cuando Nico y Pedro voltearon a verle, él negó con su cabeza. —Bien, gracias, Ámbar. Disculpa que te despertara.

—No, no. Espera, dime. ¿Sucede algo?

La rubia se acomodó en su cama. Simón llevaba un año ahí, y jamás la había llamado.

—No, no te preocupes, Ámbar. Es mejor que te duermas, ¿bien?— Simón suavizó su tono de voz, con la intención de hacer que la chica bajara la guardia. Sonrió aunque no podía verla— Sueña bonito, Ámbar.

—Gracias.

Y sonrió ella, cuando el mexicano terminó la llamada.

Los tres chicos se vieron las caras segundos más tardes. — ¿Y ahora qué hacemos? ¿Salimos a la calle a buscarla? ¿Saben cuántos lugares hay en los que ella puede estar?

—Son las tres de la mañana, no pueden ser tantas las opciones— Simón intentó animar el ambiente. —Tenemos que ser optimistas, ¿de acuerdo? Aurora es inteligente, sabe qué debe hacer y qué no. Es consciente.

—Sigue siendo una niña— Pedro miró a los dos. Dejó salir una bocanada de aire— Vamos, Leonardo nos encuentra en el camino, no debe estar muy lejos, ¿no?

Una vez estando en las calles oscuras, Nico se detuvo en seco, observando con incredulidad el mensaje que había recibido. Los tres chicos que le acompañaron le miraron confusos. — ¡Tenemos que ir al hospital, ya!

— ¿Por qué? ¿Qué pasó? Nico, no te alteres. Aurora no está ahí.

Leonardo intentó tranquilizarlo.

El rubio elevó su teléfono, mostrando el mensaje.

Nicolás, me acaban de llamar. Tu hermana está decamino al hospital.

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