47.-Por eso le creo.

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—¿Les parece ir a comer después de cerrar?— Leonardo colocó el paño para limpiar en su hombro y miró a los chicos.—Yo invito.

—Oh, ¿y cuál es la ocasión para que el caballero nos quiera invitar a una cita?

Simón se burló antes de que él, Pedro y Nico se carcajearan. El rubio rodó sus ojos con gracia.

—Hoy no me siento como para probar comida de Pedro.

El ojos claros abrió su boca y juntó sus cejas, ofendido.— ¿Disculpa? Acuérdate que tú eres el que te escabulles a nuestra cena. Yo no te obligo a comer lo que preparo, además de que soy tremendo cocinero.

—Uy, sí. Ya sabes que con ese tema no te tienes que meter porque se pone histérico.

Nicolás se rió.

—Es para festejar que la pista esta nuevamente en uso...pensé que jamás podríamos volver a patinar aquí y que realmente cerrarían el Roller.

Admitió.

—Bueno, tenemos que agradecerle mucho a Aurora— Simón comentó sabiendo que Leonardo podría decir algo, pero el chico mantuvo su boca cerrada. Nico y Pedro cabecearon.— El que ella se consiguiera ese trabajo facilitó mucho conseguir el resto del dinero...y las ideas del Open y las competencias...Fue una grandioso trabajo en equipo y es por eso que me hace muy feliz poder estar aquí en Argentina con todos ustedes.

—Agh, el chico se nos puso romanticón hoy.

Pedro sonrió con gracia.

Antes de que alguno volviera a hablar, quedaron en silencio cuando dos chicas se acercaron a ellos. Leonardo rodó sus ojos, ahora con fastidio al ver a las que él llamaba "las marionetas de Ámbar". Pedro le sonrió a la castaña y Delfi le regresó el gesto con cierta tristeza. Las dos traían caras serias y parecían preocupadas e inseguras.

—¿Están muy ocupados, chicos?

Preguntó Delfina, mordió su labio inferior levemente. —Tenemos algo que decirles.




Aurora abrió la puerta de la habitación con cierta cautela y se encontró a la rubia sentada en frente de su espejo. Sus ojos felinos los pasó hasta ella y rodó sus ojos pero no dijo ninguna palabra cuando entró por completo a la habitación.

—¿Sigues enojada?

Le preguntó con duda.

—¿Contigo?— hizo una pausa—, no. ¿Con mi madrina? Sí, absolutamente.

—Ámbar, sabes que ella a veces no tiene idea de cómo expresarse cuando se trata de ti— le aseguró—, ella te quiere y mucho. Puedo verlo en sus ojos. Siempre ha sido de esa forma, ¿recuerdas? Le da miedo demostrar sus sentimientos y eso...

—No— le interrumpió— No es normal que me trate siempre de esa forma...tan fría. Te trata mejor a ti, Aurora. Eso me parece fuera de lo normal. No me gusta, se siente feo.

Admitió. Su tono de voz era algo tristón.

La chica suspiró, sentándose en la orilla de la cama y observado hacia su mejor amiga.

—Siempre pienso que jamás voy a lograr ser todo lo que ella quiere que sea...

—Pues no tienes que serlo— Aurora arrugó su ceño—. Tienes que ser tú, la Ámbar Smith. Mi mejor amiga. La reina de la pista...—ella le sonrió dulcemente. — No hay nada mejor que eso. Y si no me crees a mí...pregúntaselo a Simón.

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