48.- Ámbar, bonita...

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El día había sido largo. Lo suficiente para que cuando llegó la hora de la cena, todos estuvieran muy tensos. El padre de Sharon soltaba un par de chistes de vez en cuando que alegraban la cena y la señora Sharon intentaba no mandarlo a callar. Pero Ámbar no reaccionaba. Comía en silencio y eso le daba una mala señal a Aurora. Esa no era la actitud usual de su amiga y por más que intentara convencerse de que todo estaría bien y que era normal reaccionar así ante tal noticia, todavía sentía que la Ámbar que conocía estaba actuando como otra persona.

—¿Y Manuel no se nos va a unir esta noche?

Alfredo preguntó con una confusa.

—La pequeña Rori todavía no lo ha conocido, ¿o sí?

Interrogó.

La mencionada se revolvió en su asiento y meneó la cabeza con una sonrisa avergonzada. —No, bueno...no sé de quién me habla, ¿quién es Manuel?

—Es hijo de una amiga— Sharon le respondió—. Le estoy haciendo favor por unas semanas para que se quede acá en la mansión mientras que busca un lugar para quedarse establemente.

Ámbar tampoco hizo algún comentario.

Suspiró. —Creo que ya se ha hecho algo tarde y que sería mejor que me retire a mi casa...Debo de quedarme en el apartamento con mi hermano esta noche, así que...

—Pensé que Ámbar había dicho que te quedarías a dormir— Alfredo tildó la cabeza un poco y le regaló una sonrisa alegre a la chica—. Vamos, Rori. Deberías de quedarte, ¿no crees, Ámbar? Así conoce a Manuel y quizás se lleven muy bien. Es un chico agradable, Ámbar y él se llevaron de maravilla...incluso parecen hermanos.

—Papá, suficiente.

Sharon le cortó el rollo.

Aurora miró a Ámbar en busca de que dijera algo pero no lo hizo y eso seguía poniéndole los pelos de punta a Aurora. Le daba ansiedad el hecho que la chica que nunca podía morderse la lengua porque siempre tenía algo que decir, hoy se encontrara totalmente en silencio.

Son las ocho y media cuando regresan a la habitación de la rubia y por más que intentara sacarle un tema de conversación, Ámbar seguía ignorándola por completo y ahora empezaba a frustrarle esa acción. Anunció que bajaría a la cocina por un poco de agua una vez estuvieron listas para irse a dormir porque mañana debería de estar listas muy temprano para ir al Blake. Aurora no siguió estudiado para su examen pero eso ya no le importaba mucho. Le importaba la actitud de Ámbar. Le importaba porque no sabía si estaba o no bien. Le importaba porque era su mejor amiga y le dolía verla así.

Con la luz apagada todavía fue directo a la nevera y sacó una jarra de vidrio y se sirvió un vaso de agua. Lo bebió con mucha calma, sin prisas. Cualquiera que la viera probablemente le diría que escuchaba sus neuronas echar chispas por intentar pensar en una forma de animar a Ámbar o de al menos hacer que regrese a la normalidad.

—Solamente desearía poder ayudarla...

Susurró, finalizó con el agua y llevó su mano hacia la manilla del lavadero para abrirlo y limpiar el vaso.

—¿Ayudar a quién?

Una voz masculina en la oscuridad le hizo soltar el vaso de forma tosca y se oyó un golpe brusco. Se giró tan rápido que sintió que su cuello y todo los huesos en su cuerpo tronaron. No vio nada hasta que la luz de un teléfono iluminó el rostro de un chico sentado en la mesa de la cocina. Aurora boqueó. A ese chico lo conocía.

—¡Tu!

Le gritó.

Se levantó tranquilamente y encendió la luz, iluminando toda el área. Un plato de comida casi terminada se encuentra en la mesa y una taza de café le acompañaba. Lo observó fijamente y al darse cuenta de que era real, le pareció más que nunca que estaba soñando...¿se habría quedado dormida y no recordaba?

BrokenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora