45.-Claro que lo hice, bonita.

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Una ruptura no es algo fácil. Y se torna más complicada el momento en el que esta relación no era nada...oficial. Pero todo iba a estar bien, eventualmente. Se trata de un sentimiento en el que piensas que el universo está en tu contra, pero va a ser algo efímero. O al menos eso fue lo que le dijo Delfi.

Mientras estuvieron en el Blake, la castaña no se acercó a ella porque estaba muy ocupada con Jazmín. Ámbar no dejaba en paz su teléfono, así que hizo lo que hubiera hecho cualquier persona en su situación (no realmente). Se escapó de clases. De salida, asomó su cabeza en el salón de Matteo y el chico arrugó su frente cuando la vio. Ella se limitó a agitar sus manos antes de dirigirse a la salida. Camino hasta la plaza y se mantuvo ahí un buen rato, apenas eran las nueve de la mañana y los demás todavía tendrían al menos cuatro horas más de clase. Como máximo. Aurora inhaló profundo y subió su cabeza, sus ojos color almendra quedaron fijos en el cielo azulado. Sonrió, deseando que el cielo fuese así de azulado todos los días.

Su malhumor había desaparecido. Ahora se sentía más en una especie de calma. La calma antes de la tormenta, o no estaba segura de si se trataba de que estaba tan cansada de sentir que se quedó en blanco como un mecanismo de defensa.

Ahí sentada en una de las bancas de la plaza, recordó unas palabras que Sharon siempre les decía a ella y a Ámbar: no dejen que sus emociones las controlen. Ustedes las controlan. El que se enamora pierde, y ustedes son ganadoras. Cuando decía que poco le faltaba a la señora Sharon para pedir sus papeles de adopción, los decía en serio.

Aurora había pasado mucho más tiempo en la casa de Sharon Benson que en la suya. Y eso no le gustaba a su madre... ¿pero cómo hace una persona que se la pasa viajando para imponer reglas? Su padre simplemente aceptó que a ella le hacía bien, sobre todo, tener una amiga. Soltó un largo suspiro. Quizás haberse saltado la escuela era absurdo. Quizás haberse peleado con Leonardo era absurdo. Quizás no contar quien fue el responsable del incendio era absurdo.

Se detuvo.

Es un secreto, Aurora.

Cuando los secretos salen, las personas terminan heridas.

— ¿Te molestaría si me siento aquí?

Inmediatamente, la castaña bajó su cabeza y se puso de pie, observando al extraño con alerta. Su corazón palpitaba fuertemente y su respiración era rápida.

El chico soltó una risita y acomodó su cámara alrededor de su cuello. —Lo siento...no quería asustarte.

—Igual lo hiciste— ella dijo con el ceño fruncido.

—Sí, pero ya dije que lo sentía...—le sonrió— aunque faltó la parte en donde decías que me perdonabas.

—No te perdoné.

—Bueno entonces va a ser muy incómodo cuando te muestre la linda foto que te tomé antes...

— ¿Por qué me tomaste una foto?— le interrumpió. Entrecerró sus ojos y meneó su cabeza. — ¡Eres un acosador! Lo eres, ¿no es así? Es que...

—No, no, no— se apresuró a decir, tenía expresiones en su rostro que delataban lo mucho que le divertía esa situación. —Solamente que te veías muy bonita mirando al cielo.

Elevó su ceja, curvando sus labios. — ¿Esa es tu excusa? Es muy mala.

El chico finalmente relamió sus labios y se encogió de hombros.

—Al menos sonreíste... ¿no es eso lo que cuenta? ¿La buena intención?

Aurora abrió su boca para responderle. Pero no pensó en nada. Negó con la cabeza mientras que una risa de vergüenza dejaba sus labios. El chico era bueno en lo que hacía. Y si su meta era sacarle una sonrisa, lo había logrado. Aún mejor, le había hecho sentir feliz por primera vez en todo el día. Además que el hecho de tener un acento español, le estaba sumando muchos puntos.

BrokenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora