Capítulo 36

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Tras el ataque a mis pertenencias todo cuanto me quedó podía guardarse en una pequeña caja de cartón. Se la di a Harry para que nadie pudiera destrozar las pocas cosas que todavía conservaba y yo decidí crearme mi propia habitación en un lugar donde nadie pudiera descubrirme.

Por eso abandoné los dormitorios de Slytherin y me instalé en la pequeña sala en la que nos reuníamos todos muy de vez en cuando con la esperanza de que no se reunieran ahí a partir de ahora.

Por si acaso, cada vez que salía de aquella habitación guardaba el saco y mis cosas bajo una losa suelta por si entraba alguien, y mientras estaba allí permanecía detrás de un espacio vacío que quedaba detrás de una cortina.

Todo iba bien hasta que un día mientras estaba leyendo un libro sentada en uno de los sillones escuché una voz familiar detrás de la puerta.

Cogí rápidamente el libro y la manta con la que me tapaba y corrí tras la cortina justo al mismo tiempo que Malfoy entraba en la habitación.

Me senté en el suelo en silencio, rezando para que se fuera en seguida. No fue así.

-Adelante -dijo él-, pasa. Aquí estaremos tranquilos. Nadie viene aquí.

Escuché una estúpida risa tonta que conocía demasiado bien. Astoria.

Comenzaron a hablar de cosas estúpidas sobre la sangre y esas mierdas hasta que dejaron de hablar.

Yo me mantuve callada, con las lágrimas surcando mi rostro silenciosamente, mientras en el otro lado de la cortina escuchaba los gemidos de ambos.

Después se fueron y yo me quedé allí, sin moverme, llorando.

Tras ese día decidí que tenia que irme de allí, ya que esa sala por lo visto la usaba Malfoy para otras cosas.

¡Plaf!

Un librazo por parte de Snape me trajo de vuelta a la realidad.

-Señorita Potter, ¿se puede saber en qué pensaba? -dice Snape mirándome con desaprobación.

-Yo... eh... pues... -no sabia que contestar.

-Suficiente -dice molesto-. Está castigada. Limpiará la lechucería por las tardes durante una semana, sin magia.

-Pero, ¡profesor! -digo frustrada.

-Un mes -dijo sin mirarme. Iba a volver a replicar pero añadió-. Si vuelve a quejarse serán dos meses.

Guardé silencio y resistí el impulso de plantarle un guantazo a Astoria, que se reia disimuladamente de mi.

Tras la clase fui a coger las cosas que necesitaba para el castigo y con la ayuda de Harry las llevamos hasta la lechucería.

-¿Segura de que no quieres que te ayude? -me pregunta Harry apoyado en la puerta.

-Ya me has ayudado mucho para trasportar todo, Harry -digo sonriéndole-. Además, si viene Snape y te ve ayudándome no creo que le haga mucha gracia.

-Ya... -dice Harry-. Tienes razón. Esta bien, me voy. Si necesitas algo avísame.

-Adios, Harry -digo mientras me agacho para coger una escoba.

Me puse a limpiar primero el suelo, que estaba lleno de paja. Hacía montones de paja para recogerlos después. Después me puse unos guantes para limpiar los cajones donde estaban las lechuzas.

-Cuidado con la mía -dice Malfoy asustándome-, muerde.

Yo me giré y lo vi apoyado donde había estado Harry.

Melody ¿Krum?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora