Lo primero que sentí al despertarme fue un fuerte dolor de cabeza. Como si alguien la hubiese utilizado para jugar a la piñata, ya fuera a modo de piñata o de bate. Lo segundo fue que no estaba en un lugar reconocible para mí, lo que hizo que me pusiera alerta y fuera a coger mi varita. Pero no estaba en ningún sitio.
-Vaya, veo que te has despertado ya –dice alguien entrando de repente asustándome-. Perdona. No pretendía asustarte. Venía a traerte agua.
- ¿Quién eres? ¿Dónde estoy? –digo con miedo.
-Soy Thomas, pero me dicen Tom, y estás en mi casa, en Carlisle –explica el chico, Thomas-. Te encontré en mitad del bosque desmayada, tirada en el suelo. Te traje aquí porque estabas en bastante mal estado y me preocupé. Mi padre es médico y te revisó, dice que no es nada grave.
-No entiendo nada -murmuro más para mí que para él.
-En el pueblo no hay hospitales. Creí que sería lo mejor. Mi padre ha estado viniendo a comprobar que todo seguía en orden y a cambiar el gotero -dice señalando al aparato que tenía a mi lado.
Fue entonces cuando noté su presencia y que estaba inyectado en mi brazo. Yo automáticamente me lo quito.
- ¡No hagas eso! -exclama Thomas pero ya es demasiado tarde-. Que bestia.
- ¿Qué es esto? -digo con miedo señalando la aguja y su contenido-. ¿Qué me habéis inyectado?
-Tranquila, es suero simplemente. Para mantenerte hidratada -me explica con suavidad.
Yo asiento ligeramente y lo dejo caer.
- ¿Podría utilizar la ducha? –pregunto con voz temblorosa.
-Claro, ese es el cuarto de baño –dice señalando una puerta-. Hay toallas detrás de la puerta. Si necesitas algo me lo dices.
Yo asiento y me meto en el baño. Todo me da vueltas. Lo último que recuerdo es yo corriendo por el bosque. Debí desmayarme cuando me golpeé en la cabeza y Tom me encontró entonces. ¿Cuánto tiempo habrá pasado desde eso? Me miro al espejo y veo que no tengo ningún moratón ni herida notoria por lo que ha pasado más de un día desde aquella noche.
Thomas parece de mi edad, moreno, pálido y con ojos azules. Más alto que yo, más o menos de la altura de Draco... Draco... su recuerdo me hace recordar todo lo sucedido otra vez haciendo que mis lágrimas volviesen a caer a causa del dolor.
Entro a la ducha para borrar todo rastro de sangre, barro o suciedad que quedaba en mi cuerpo y pronto todo se va por el desagüe junto con mis lágrimas.
Tras salir de la ducha y envolverme con las toallas me seco la cara para limpiarme las lágrimas y me obligo a mirarme al espejo. Víktor no querría esto. No querría verme llorar por él. Querría verme feliz. Me obligo a dejar de llorar por él. Me obligo a dejar de pensar en el con la barra atravesándole y a recordarlo cuando era el mejor hermano del mundo, quien me protegía de todo y de todos y me quería más que nada en el mundo. Y yo a él. Y eso nada lo cambiaria, ni siquiera la muerte.
Tras dejar de llorar volví a vestirme con ropa que Tom me había dejado preparada y salí de nuevo a la habitación. Tom no estaba. Salí de esta y fui a inspeccionar donde me encontraba.
Descubrí que la casa era enorme, pero finalmente encontré el camino para salir. La casa tenía un pequeño jardín que daba a los jardines de los vecinos, separados por vallas. Todas las casas eran iguales o casi.
Carlisle había dicho que se llamaba el pueblo.
-Hey, estás aquí –dice Tom saliendo de la casa-. Estaba buscándote, quería saber si te gustan los macarrones.
-Emm... supongo –digo dudosa.
- ¿Nunca los has probado? –Yo me encojo de hombros-. Pues decidido, hago eso para comer. Vamos, entra.
Dudé si volver a entrar o no, pero finalmente entré.
Preparo la comida y una vez hecha pusimos la mesa. En la comida Tom hablo de él. En ningún momento me pregunto que qué hacía sola por el bosque ni porque estaba en ese estado ni por mi cara constante de tristeza. Hablo de él y de anécdotas graciosas que le habían pasado. Creo que intentaba animarme. Eso me hizo verlo de un modo más confiado ya que trataba de animarme cuando ni siquiera sabía porque estaba desanimada. Era un chico simpático. Tras la comida me fui a la habitación que me había dejado llevándome conmigo dos libros que me había dejado Tom.
Dejé los dos libros sobre la cama y me asomé por la ventana. Desde la segunda planta donde se situaba la habitación se veía al fondo un frondoso bosque, imagino que donde me encontró Tom.
Me senté en el hueco que había en la ventana, recubierto con cojines, y observé la habitación. Estaba pintada en azul claro y los muebles eran de color blanco. Había un armario en una esquina, un escritorio a su lado, estanterías vacías, la cama en el centro de la habitación, con la cabecera apoyada en la pared y una mesilla en el lado derecho de esta.
Me daba una sensación extraña, de vacío. En aquella habitación solo había muebles. Ni cuadros ni fotografías ni nada que delatara algún rasgo de la personalidad de su antiguo dueño.
-Toc, toc –dice Tom entrando en la habitación-. ¿No te han gustado esos libros?
-Ya los he leído -digo sin mirar.
-Vaya, que rapidez, ¿no? –dice divertido sentándose a mi lado.
-Me refiero a antes. Tengo esos libros en... -me callé.
-Comprendo –se quedó callado por unos breves momentos y luego comienza de nuevo-. Mira, no sé qué te ha pasado, ni de dónde eres, ni porque estabas sola en el bosque. Tampoco sé porque se te ve tan apagada, tan triste. Comprendo que no me lo quieras decir. ¡Me acabas de conocer! Haces bien en no fiarte de alguien a quien no conoces. Pero me gustaría poder ayudarte, y para eso necesito saber algo de lo que te ha pasado, para poder entender. No te voy a obligar a decírmelo, quiero que lo hagas por voluntad propia. Y no te preocupes, no te voy a insistir. No sé si tienes algún otro sitio donde ir, pero imagino que no ya que sigues aquí. Vivo solo, puedes quedarte el tiempo que quieras.
-Me llamo Melody, Melody Krum –le digo con la voz apagada.
-Encantado, Melody –dice sonriendo por haber hecho que le dijese mi nombre al menos.
- ¿Cuánto tiempo ha pasado? –le pregunto con un hilo de voz.
-Cinco días desde que te encontré –contesta Tom mirándome fijamente.
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Melody ¿Krum?
FanfictionA estas alturas ya no se ni por dónde empezar, así que seguiré el consejo de la abuela Krum y comenzaré presentándome. Soy Melody Potter, melliza de Harry Potter; pero conocida como Melody Krum, hermana de Víktor Krum. «Capítulos cortos»