The Girl Who Cried Wolf. // 5sos.

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No hay nada parecido a la sensación de libertad de ponerse el pijama y quitarse el sujetador después de un día agotador fuera de casa

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No hay nada parecido a la sensación de libertad de ponerse el pijama y quitarse el sujetador después de un día agotador fuera de casa. Odio las cenas familiares, y más si debo festejarlas sin mis padres, ya que James y yo debemos tomar el mando de la situación y actuar como dos buenos adultos educados. Sinceramente yo encajo bastante bien en el ambiente de la familia de Derek, pero mi hermano se ha sentido como pez fuera del agua durante todo este tiempo.

—Por fin en casa —rueda los ojos, terminando su segunda cena— Definitivamente no me gusta la gente.

—A ti no te gusta nadie —Suspiro, cogiendo un vaso de agua para subirlo a mi habitación.

Me da tanto miedo la oscuridad que prefiero no salir de ahí en toda la noche, ahorrándome el hecho de huir corriendo de la cocina al apagar la luz para que los espectros malignos no me alcancen.

—Lena, insinuaron en varias ocasiones algo de que la gente negra sólo vale para realizar trabajos pesados —Me mira asesino— Por favor, necesitan ir a un maldito psiquiatra.

—¿Por eso fingiste que te llamaban por teléfono en medio de la fiesta? —Pregunto, recapitulando la velada.

—Sí... Salí al jardín para no golpear a nadie en la cara. Parecen sacados de un siglo pasado, por Dios.

—No seas exagerado... No son malas personas — Me encojo de hombros.

—No quiero convivir con gente tan antigua. La comida estaba buena, pero estoy harto de esos pensamientos tan equivocados —Niega, dejando su plato vacío sobre la montaña de trastos que reposa en el fregadero.

Me sigue, empezando a desnudarse en medio de las escaleras y entrando en su habitación finalmente. Al momento puedo escuchar Don't Look Down de Martin Garrix a todo volumen, acompañada de su voz estruendosa.

Niego en silencio y entro en mi refugio, dejando el vaso de agua en mi mesita de noche y sacando una cajetilla de tabaco de mi bolso. Lo tiro de mala gana sobre la cama y me siento en el alféizar de la ventana, muriendo de frío pero disfrutando de observar el cielo estrellado.

Saco un cigarrillo, encendiéndolo y dando largas caladas. Apenas son las once, así que aún tengo tiempo para hacer algo productivo.

Para qué mentir; lo único que haré será ver memes y fumarme alrededor de unos seis rollitos de tabaco, pensando en qué va a ser de mí.

Decido olvidar mis planes cuando observo el anillo que decora mi dedo anular, acordándome de Luke por milésima vez. Suspiro y doy un par de caladas más para acabar aplastando el tubo de papel fino y deshacerme de él al tirarlo al exterior de mi ventana. Con mi mechero enciendo una minúscula vela, reflexionando y observando que ya casi está completamente derretida.

—Vale... Llevo como tres días rezándole a no sé qué para que Hemmings esté sano, así que por favor, que lo que me escuche me haga el favor de cuidarle —Musito, juntando mis manos para concentrarme más en mis palabras.

Indigente || LrhDonde viven las historias. Descúbrelo ahora