A Lena no le hizo gracia encontrarse a ese joven con ropa andrajosa y pasada a la moda, tirado en el suelo junto una lata de centavos y una guitarra.
A Lena no le gustaban muchas cosas, pero Luke Hemmings comenzó a ser la excepción.
Septiembre del 2...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—Cuando aparezca por aquí, no mostréis ni una pizca de pena. Haced como si no pasase nada —Suplico.
Madison asiente mientras que traga saliva, apretando al retoño contra su pecho. Luke mantiene sus articulaciones inertes, mientras que apunta la mirada fija en el televisor apagado.
—Lena, entiende que no quiero que se encuentre mal —Emite un quejido, pasando una mano por su pelo castaño.
—Esto tenía que llegar tarde o temprano a su fin —Suspiro profundamente, recordando la escena de ayer.
Jimmy debe volver a su orfanato, por decreto judicial, y como ya dije, Luke ya estaba consciente de la situación desde que decidió cuidarlo, dejando a su hermano libre de responsabilidades.
Pero, ¿James? Quiero decir, se sabe cómo es. Digamos que se guía por impulsos, así que ayer intentó convencer por todos los medios a Sarah para adoptar al pequeño.
Ella claramente se rehusó a hacerlo, ya que no siente nada de cariño hacia el niño y además se nota muy joven para hacerse cargo de una responsabilidad así. Es una opinión totalmente respetable, pero me inunde de pena el hecho de decirle adiós.
—Dios mío —El rubio desordena ligeramente su cabello, histérico — Debe de estar completamente destrozado.
—No lo sé —Murmuro— Las cosas siguen tensas con su novia; gracias al cielo se ha ido unas horas de casa. Así tendrá un tiempo para sí mismo.
La cerradura principal es manipulada de forma desganada por alguien desde el exterior. Los tres aguzamos el oído, temblando de sobremanera al saber que se trata de su presencia. El ruido de las llaves siendo tiradas de cualquier manera sobre el mueble del recibidor me lo deja claro, ya que tiene esa estúpida manía de dejarlas siempre ahí.
—Buenos días —Asoma su cabeza por la puerta del salón, sonriendo de forma leve.
—¿Qué tal tu día? —Intento sonreír de vuelta, nerviosa.
Él se encoge de hombros mientras que guarda las manos en sus bolsillos, sujetando como puede sus carpetas contra su costado.
—He aprobado el examen de alemán, ahora tengo el diploma —Suspira desganado— Supongo que debo empezar a estudiar para los otros idiomas.
