A Lena no le hizo gracia encontrarse a ese joven con ropa andrajosa y pasada a la moda, tirado en el suelo junto una lata de centavos y una guitarra.
A Lena no le gustaban muchas cosas, pero Luke Hemmings comenzó a ser la excepción.
Septiembre del 2...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Observo sus esferas color chocolate mientras que mantengo la calma, admirando el desorden de su pelo y el nerviosismo con el que ejerce sus movimientos. Suelto un gruñido cuando se enfada conmigo, tirando leve de mi pelo mientras que me acerco a ella con precaución.
—Lena —La miro seriamente— Sólo me preocupo por ti, algo no va bien aquí.
—¡Joder, te he dicho que me caí por las escaleras! —Me alza la voz, alejándose más.
—¿Entonces por qué no fuiste a la enfermería nada más caerte? —Desconfío.
—¡Porque me daba vergüenza! —Bufa— ¡Ten confianza en mí por una vez!
—¡La tengo! —Me quejo, consiguiendo ahuecar sus mejillas entre mis manos, haciendo que me mire— Sólo me preocupas, llevas días así.
—Estoy bien, Luke.
—¿De verdad?
—De verdad.
Observo su rostro mientras mordisqueo mi labio, analizando todo el maquillaje que se aplicó sobre la zona afectada para ocultar el color violáceo que le carcome la piel.
—¿Estarás bien sin mí?
—Es tu día libre, debes aprovechar para reponerte. Cuando llegue a casa tendremos esa horrible clase particular de matemáticas, lo prometo.