—Robert... Mírame.
—Ya lo hago, abuela.
Observo con dolor al rubio de ojos oceánicos, que se encuentra sentado al otro lado de la camilla, agarrando con fuerza la mano de la señora a la que considera familia.
El viejo apartamento de la señora Brown se ha convertido en un centro de salud con el paso del tiempo, llenándose primero de píldoras y acabando por saciarse de muebles de hospital. Luke y yo tuvimos que vérnoslas en la entrada con uno de los hijos de la anciana, que ha venido a cuidarla muy a su pesar. Siempre fue ignorada por sus vínculos familiares, pero ahora que está en su tramo final vital todos quieren conseguir algo de herencia. Por eso odian a mi novio, porque él se consiguió el cariño y el respeto de la señora sin querer nada a cambio.
—Mírame, por favor —Suplica con ojos llorosos.
Me fijo en la estancia para no guardar en mi mente la imagen de su rostro blanco y demacrado, acompañado de un hilo de voz débil que no corresponde a la suya propia. Sus manos huesudas terminan en una vía de plástico enganchada a sus venas para su propio bienestar, aún sin recuperarse de su último ingreso hospitalario, y también otro tubo de plástico pende de su nariz.
El señor Brown sonríe desde el cuadro de la cabecera de la cama, como si estuviese intentando calmar los ánimos de los presentes. Las paredes color pastel hacen del sitio un lugar menos triste, aunque sólo nos sumimos en una piscina de dolor, nadando sin rumbo fijo. El aire huele a muerte, a decepción y a miedo, pero no por parte de ella, sino por la de Luke.
Una silueta abre la puerta de par en par, mostrando finalmente una cara de pocos amigos.
—Mamá, es hora de que se vayan. Tienes que dormir.
La señora Brown tose y niega aún pudiente, intentando acomodarse en la cama.
—Son mis amigos, estoy bien.
El señor de bigote y ligera calva niega contrariado, dándose la vuelta sin querer causar más molestias en la señora mayor. Ella entorna sus ojos llenos de agonía y cansancio a mi cara, dirigiendo su mano a la mía para que la sostenga. Yo acaricio su palma esperando a que diga algo.
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Indigente || Lrh
FanfictionA Lena no le hizo gracia encontrarse a ese joven con ropa andrajosa y pasada a la moda, tirado en el suelo junto una lata de centavos y una guitarra. A Lena no le gustaban muchas cosas, pero Luke Hemmings comenzó a ser la excepción. Septiembre del 2...