A Lena no le hizo gracia encontrarse a ese joven con ropa andrajosa y pasada a la moda, tirado en el suelo junto una lata de centavos y una guitarra.
A Lena no le gustaban muchas cosas, pero Luke Hemmings comenzó a ser la excepción.
Septiembre del 2...
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Arrastro mis pies de forma automática por el pasillo de la planta de abajo, intentando no caerme y hacerme daño con algún juguete o mismamente con el cuerpo de la perra de Luke.
Bostezo y rasco mi nuca, desordenando mi pelo. Giro mi exhausto cuerpo a la izquierda y me asusto al momento, entrando en la cocina de la estancia.
—¡Casi me cago encima! —Grito en un susurro, mirando a mi hermano con terror.
Espero una risa estruendosa por su parte, pero en realidad se encuentra llorando.
Al verlo así, me acerco rápidamente a él, esperando a abrazarle. Al parecer lleva a la indefensa niña en brazos, velando por ella y su seguridad.
—¿Dónde está Madison? —Pregunto, quedándome de pie a su lado sin querer molestarlo.
Él no contesta y sigue llorando en silencio, prestando completa atención a sus apuntes de alemán. O por lo menos, mirando hacia esas palabras incomprensibles de su libro de estudio.
Y sí, he dicho alemán. Como buen periodista que se precie, James se pasa todo el día buscando información, curioseando, devorando libros y aprendiendo idiomas. Sabe defenderse en inglés, español, noruego e italiano, pero ahora está estudiando alemán, ruso y japonés.
Dice que este último le interesa porque leer los subtítulos de sus animes favoritos mientras que observa los dibujos supone un gran gasto de energía.
No sé si odiarlo o casarme con él.
—James, ¿qué pasa?
Niega y no contesta, pero yo dejo la mano en su mejilla y hago que me mire a los ojos. Suspiro y acaricio su pelo con cuidado, observando sus ojeras y su semblante cansado.
Dirijo la vista hacia el reloj de pared, alarmándome por la hora.
—Son las cinco y media de la mañana, espero que tengas una buena explicación para esto. ¿Acaso has dormido algo?
—Dani no podía dormir —Murmura con la voz rasposa de no haber hablado en mucho tiempo.
—Pues que su madre se ocupe de ella, que es su trabajo —Ruedo los ojos, declarando esto de forma dura.
