Somebody to Love // Queen

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—Oh, no

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—Oh, no. No. Otra vez no, por favor —Me tiro del pelo; las clases comenzarán en veinticinco minutos y yo me acabo de despertar, con lo cual, no cogeré el bus. El conductor siempre pasa por ahí treinta minutos antes de comenzar el instituto.

Me visto con el primer vestido que veo y me calzo rápidamente, poniéndome la mochila a la espalda y aseándome lo más rápido que puedo. Salgo sin desayunar de casa y corro como nunca hacia mi parada, jurando que se me puede comparar con el superhéroe Flash en estos momentos. Sudo ligeramente y miro a todos los lados, soltando un grito de frustración al ver que el autocar se ha ido sin mí. Me siento en el suelo desconsolada sin saber qué hacer, escondiendo mi cara entre mis manos. Necesito paz y relajación, pero la tormenta viene cuando oigo esa voz rasposa por el cansancio una vez más.

Niña, ¿vives en otra zona horaria o qué?

—Piérdete, rata de alcantarilla —Ruedo los ojos, sin sacar mi rostro del escondite que le había creado. Sé perfectamente que se trata del mendigo de ayer.

—Soy una rata responsable, querida. Digo la verdad, yo no llego tarde a los sitios —Oigo la burla en su voz. Frunzo el ceño y aprieto los puños, mirándole con rabia y con los ojos humedecidos por las lágrimas que ya asoman.

 —No llegas tarde a ningún sitio porque nadie te quiere allí —Lo miro con asco— ¿Te crees el indicado para hablar? Si no asisto a mis clases hoy, llegará un aviso del instituto y mis padres se encargarán de decirme lo mala hija que soy, como cada vez que los veo —Digo esto en un suspiro, aunque esta situación la he conseguido faltando mucho a clase para estar con Adam.
 
Me siento mal al ver su mohín de desagrado, observando cómo mira hacia sus manos entumecidas por el frío y cómo se remueve sobre la maldita caja rítmica que ya tenía ayer consigo. Si toca la guitarra, ¿para qué demonios la quiere? 

—Yo... Lo siento, Helena.

—Odio que me llamen Helena. 

—¿Cuándo empiezan las clases, Helena?

Ruedo los ojos, me apetece matarlo. Miro hacia mi teléfono con amargura.

—Quince jodidos minutos... —Estiro mi frase para que él me diga su nombre, pero veo que me ignora y se levanta.

Indigente || LrhDonde viven las historias. Descúbrelo ahora