Sinceramente me cargaba ser yo.
O sea, ¿han cachado a esas minas que podían comerse a mil minos y quedar como si nada después? como que se comían y quedaban bien, sin dramas ni confusiones amorosas. ¡Así como mi hermana! Hueón, de verdad yo no cachaba como chucha lo hacían.
Había pasado recién un día desde que nos dimos un beso con el Vicente y yo ya estaba enferma de los nervios. Porque puta, ¿tenía que hacerme la loca con lo que pasó no más? ¿decirle lo que siento o esperar a que él me lo diga? ¡¿Ven?! ¡Exactamente a eso me refiero! Estaba más que claro que no éramos nada, pero yo necesitaba que él mismo me lo dijera.
¿Qué pasa si lo llamaba? Obviamente no quería espantarlo, pero puta, a mí me gustaban las cosas claras po.
Somos o no somos.
¿Tanto te cuesta aclararme esa hueá Vicente?
Una bocina me hizo salir de mi momento de gran pensadora así que sin hacerme esperar tomé mi mochila y caminé hacia el auto de mi hermana.
—Te demoraste caleta. —le dije mientras tiraba mi mochila a los asientos de atrás y luego me ponía el cinturón se seguridad.
—No me hueís. —me contestó de mala gana, prácticamente ladrándome— mira que no te cuesta nada tomar un colectivo e irte solita a la casa.
Y ahí estaba otro drama en la lista.
¿Qué le pasaba? ¡No tenía ni chucha idea!
Andaba desde ayer así, de mal humor, más pesá que la chucha, gritona y sensible.
No podía ser la regla porque más o menos yo cachaba cuando le llegaba y estábamos bastante lejos de fecha.
¡¿Qué otra hueá podía ser?!
Entonces se me prendió la ampolleta.
—Amelia... —empecé a decirle suavecito pa' que no fuera a sentirse atacada— ¿estás embarazada?
Frunció el ceño instantáneamente y aprovechó el semáforo en rojo pa' darme una mirada.
—¿Qué hueá?
—Eso po. —crucé mis brazos. Si ella tenía algo que decir yo le estaba dando la perfecta situación perfecta pa' que me contara.
—No sé qué comiste, pero eso es lo más enfermo que te he escuchado decir.
—No lo estai negando.
Puso los ojos en blanco mientras retomaba la conducción.
—No, no estoy embarazada. ¿Feliz?
—¿Entonces qué cresta te pasa, Amelia? —casi-grité. Estaba chata ya de todo el dramita y si yo no le hacía frente, ella nunca me iba a contar.
—Nada.
Estuve a casi nada de darme un cabezazo contra la guantera del auto por la pura frustración.
—¡Amelia po!
—Déjame tranquila, porfa.
Llevé mi vista hacia ella y así me quedé por un rato, esperando notar algún tipo de reacción, pero nada. Era como una Amelia diferente.
Lo que me preocupaba más que la cresta.
Respiré hondo y saqué el agua de emergencia que mi hermana guardaba en su auto pa' tomar un poco, sentía la garganta seca y rasposa, probablemente por andar bañándome con agua helada en pleno invierno.
¿Pueden creer que la Amelia no me preguntó que pasó en la casa del pecado?
Pa' que cachen que es otra persona.
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PAPI MECHÓN (editando)
Teen FictionDe como una cabra de cuarto medio se fija en un papá soltero, antipático y orgulloso.