—¿Te duele?
Hice una mueca mientras alejaba su mano del lugar afectado y luego asentía con la cabeza.
—Un poco —contesté entre un suspiro.
¡Sol culiao!
—Cuando lleguemos a la casa te puedo poner tomate o alguna hueá así —mi sugar daddy hizo una mueca mientras acariciaba con sus dedos mi mejilla— creo que hacen bien.
Inevitablemente hice un puchero.
Me sentía como una cabra chica tonta, pero por más que me eché bloqueador igual terminé quemándome cuaticamente los hombros, la espalda y el pecho.
Ah, pero las piernas... ¡Nada!
Era terrible picante mi bronceado y pa' más remate me dolía más que la cresta.
—¿Nos vamos pa' la casa?
Negué de una con la cabeza.
—No, no. —le contesté y me puse el short en un movimiento terrible veloz.
Después busqué entre mis cosas la chaqueta y también me la chanté, acomodé la mochila sobre mis hombros de manera no dolorosa y finalmente tomé la mano de mi sugar daddy.
—¿No estai cansada? —indagó, soltándome la mano por un momento pa' acomodar el resto de las cosas en su mochila y ponérsela en un solo hombro. Cuando ya estuvo listo, volvió a tomarme la mano y entrelazó nuestros dedos.
—Na. —elevé mis hombros despreocupadamente y cuando noté mi objetivo a unos metros; le sonreí— ¿vamos?
Habíamos pasado casi todo el día, después de nuestro desayuno, en la playa.
Más adelante, almorzamos como a las cinco de la tarde. Dudo que sea necesario de contar, pero igual lo haré, por si las moscas; mi daddy almorzó pescado con papas fritas y yo pollo asado con papas fritas. Así es, gente. No me gusta el pescado, ni ningún producto proveniente del mar.
Al terminar volvimos a la beach y me di cuenta que había tostado mi majestuoso cuerpo.
Lo estaba pasando demasiado bacán y por lo mismo no quería que el tiempo siguiera avanzando tan rápido.
¿Alguien podía detener el tiempo?
Porfa, Thanos.
—¿Una feria artesanal? —indagó mi papi mala onda cuando cachó donde lo estaba llevando.
Asentí efusivamente con la cabeza.
Loco, me encantaban las cositas que se podían encontrar en las ferias artesanales.
Aunque la mayoría fuera inservible.
¡Hasta había un puesto de flores!
—Vamos. —lo tiré del brazo y apenas nos acercamos al primer lugar de venta, empecé a ojear las cosas.
Era de esos en los que vendían piedras raras, inciensos, pulseras y collares bien místicos. Todo de onda alternativa.
En volá le podía llevar una piedra de esa pa' las malas vibras a mi hermana.
Pa' que ande en paz.
—¿Qué se les ofrece, chiquillos? —indagó el loco del puesto.
¡No me preguntís! ¿No veí que me presionai?
—Estamos mirando, gracias. —le contestó el Vicente para nada interesado.
—Ah bueno. —soltó el desconocido, pero no se alejó sino que se quedó bastante cerca de mí; pendiente de las hueás que tomaba entre mis dedos— ese es un cuarzo rosa.
![](https://img.wattpad.com/cover/66403103-288-k697067.jpg)
ESTÁS LEYENDO
PAPI MECHÓN (editando)
Novela JuvenilDe como una cabra de cuarto medio se fija en un papá soltero, antipático y orgulloso.