Odiaba a la Amelia.
¿Por qué me contaba éste tipo de hueás? cómo si no supiera lo loca y psicosiada que era yo.
Traté de calmarme y dejar de pensar en el tema un montón de veces, pero no, respiraba y me acordaba.
¿Para qué habrá querido mi número?
¿Piri qii hibri qiiridi mi nimiri? ¡Obvio que para saber de la Martina!
Pero ¿no podía haberse conseguido el número de algunas de las tías 100% reales no fakes? Aparte, ¿ese hombre no iba a dejar que su hija se independizara?
Era como un moco, todo el día asomado.
—Tú con esa —me habló la hija del susodicho.
Me calmé un poco y luego bajando la mirada hacia la Martina; le sonreí.
No recordaba que estábamos jugando.
Soy la peor.
Tomé la muñeca que estaba extendiendo hacia mi y luego la miré... quizás si yo me convertía en una muñeca mi vida sería más fácil.
Me manosearían harto, igual piola.
¿O es muy tonto lo que estoy diciendo?
—El tedéfono —la voz de la Martina me sacó de mis pensamientos. Fruncí un poco el ceño y luego caché que mi celular estaba sonando... Con un número desconocido apareciendo en la pantalla.
Me voy a la mierda.
Era el Vicente, estaba segura.
¿Qué voz debía poner? ¿Una bien ruda? ¿Tierna? ¿De actriz porno?
Ya filo, daba igual, si de todas formas me iba a terminar puteando.
Agarré el celular y con la mayor valentía que pude recaudar contesté.
—¿Aló?
—¡Pórtate ya a Claro! ¡Con el plan...!
Le corté a la operadora antes de que terminara de decir sus líneas.
Suspiré y dejando el teléfono de lado traté de poner mi mente en blanco.
Me costó, pero pude hacerlo.
—Ya, sigamos jugando. —le sonreí a la pequeña volviendo a tomar la muñeca.
...
—Padece que no vino mi papi —escuché hablar a la Martina. Fruncí el ceño mientras miraba alrededor buscando la cara del Vicente— ¿se olvidó de mi?
Aún quedaban como diez minutos para terminar la jornada, sin embargo, la mayoría de los apoderados habían llegado.
Me agaché a la altura de la Martina y le hice cariño en el pelo.
—Todavía queda tiempo, debe venir en camino. No te pongas triste ¿ya?
Asintió con la cabeza abrazando aún más fuerte su peluche de jirafa (del cual yo ya no recordaba el nombre).
—¡Martina! —una de las tías se acercó con una amplia sonrisa en la cara, de esas que asustaban a todos— adivina quien te vino a buscar.
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PAPI MECHÓN (editando)
TeenfikceDe como una cabra de cuarto medio se fija en un papá soltero, antipático y orgulloso.