VEINTICINCO

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MARATÓN 1/3

¡Quería cortarme una teta!

Ni siquiera había alcanzado a hacerle una pregunta respecto a la mina que le interesaba al Vicente cuando la bendición había llorado.

Llorado dormida.

¿Pueden creer esa hueá?

Deja de conspirar en mi contra universo, porfa.

—Tuvo una pesadilla así que voy a tener que ir a custodiarle el sueño. —me explicó el papi rico cuando volvió de haber visto a su bebé.

¿Escuchan eso? es mi amor por la Martina tirándosela por la ventana.

Asentí con la cabeza y me levanté del sillón, para caminar hacia la puerta siendo escoltada por su imponente cuerpo.

—Buenas noches. —se despidió con una sonrisa baja calzones— que descanses.

También le sonreí, pero interiormente lloré a mares. No me quiero ir, señor Vicente.

—Buenas noches. —le contesté tratando de sonar normal.

Salí del departamento y apenas lo hice la puerta se cerró.

Lo único bueno era que ya no tenía que preocuparme por la mami de la bendición ya que él me había dejado más que claro que no estaba ni ahí.

—¡Tss, que rápido!

—¡Ah, por la cresta!

¿Por qué chucha a todos les gustaba andar asustándome?

Llevé una mano a mi pecho mientras bajaba la mirada y me encontraba con mi mejor amiga sentada en el suelo al lado de la puerta.

—¿Qué estai haciendo ahí? —indagué con mi ceño fruncido.

¿Que no dijo que iba a dar una vuelta?

Ella se levantó de donde estaba y acto seguido, con sus manos sacudió el posible polvo de la parte trasera de su pantalón.

—Preferí quedarme por si las cosas se ponían interesantes. —levantó sus cejas de forma sugestiva, haciéndome poner los ojos en blanco. No podía evitarlo, seguía enojada— ¿Qué te dijo respecto del tema de la mami?

—No mucho. —elevé mis hombros mientras caminábamos a las escaleras. La Vale puso mala cara, pero lo pasé por alto. Bajar era mucho más liviano que subir, pero igual ella se merecía cualquier tipo de sufrimiento— parece que sí era la mami la mina que vi en la plaza.

—Crestamare, te salió gente al camino.

¿De verdad ella estaba diciendo esa hueá?

Detuve mis pasos y le di una mirada completamente incrédula.

—Ahora que lo dices —empecé, solo pa' no sonar tan pesá— ¿qué hueá fue lo que pasó allá adentro? ¿de verdad intentaste algo con él?

Si había sonado o no pesá ya no estaba en mis manos, peor era si me hacía la hueona.

La expresión en su cara me sorprendió.

—¿Ah? ¡Obviamente no!

—Valeria...

—No viste nada malo, te lo prometo.

PAPI MECHÓN (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora