TREINTA Y TRES

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—¿Qué se siente llevar una semana de relación con el papi ricky?

¡Como estar en el paraíso!

—Técnicamente son cinco días. —la corregí, haciéndola poner los ojos en blanco.

—Lo mismo. —hizo un ademán con su mano mientras me quitaba mi botella de agua pa' tomar un poco ella— suéltalo.

Guardé silencio mientras pensaba en la respuesta correcta.

Llevábamos casi la nada misma, pero igual ya podía cachar las diferencias que era estar con él en comparación a otros minos que conocía.

Ojo que no me refería a experiencia, sino que era más bien en cuanto a personalidad.

El Vicente no me demostraba mucho por mensajes, no me decía hueás cursis, ni me trataba de amorcito, chanchita, osita y volás demasiado cursis que no iban con él.

Sin embargo, cuando estábamos juntos me demostraba lo que por mensajes no hacía.

Y hacía todo de cierta manera más real.

Finalmente elevé mis hombros.

—No sé, me gusta caleta —confesé quitándole la botella de agua pa' darle un sorbo y luego taparla—Una parte de mí no quiere engancharse mucho, pero siento que ya estoy hasta las masas y eso que ha pasado súper poco tiempo.

—Ah, pero es que el tiempo es un factor súper irrelevante que la gente sobrevalora caleta.

—Ya sé.

—Entonces vo' dale no más, tonta culiá.

Puse una mano sobre mi pecho haciéndome la herida, pa' luego levantarme de dónde estaba.

—Parece que ahí va el tío. —le avisé.

Era viernes, acabábamos de terminar un ensayo PSU de ciencias y esperábamos a que nos abrieran las puertas del colegio pa' poder irnos a la chucha.

—¿Vamos a almorzar a mi casa? —le pregunté mientras me ponía la mochila.

—No puedo, sorry. —hizo un puchero mientras levantaba mi botella de agua y me la entregaba— el culiao del Felipe quiere que lo acompañe a comprar algo pa' la Cata.

Me puse a reír recordando como hace unas semanas yo había tenido que ayudar a la susodicha a comprar un regalo.

—¿Y dónde esta ese hueón?

—No quiso dar ciencias el culiao flojo. —me contó mientras elevaba sus hombros.

Caminamos hacia la salida y esperamos junto a todo el resto de hueones a que el tío abriera el portón, cuando lo hizo me despedí de él y empecé a caminar hacia afuera del colegio.

Era una suerte que nos dejaran ir con ropa de calle porque hacía más frío que la cresta.

Iba saliendo cuando el teléfono vibró con un mensaje de mi hermana.

« No puedo creer que no me contarai.
desde este momento quedai deseredada y sin cuenta rut, porque le acabo de cambiar la contraseña debido a tu traición 😙 »

Fruncí el ceño. ¿De qué traición estaba hablando la Amelia?

—Hueona, no te lo vas a creer. —empezó a decir la Vale, ganándose de una mi mirada— mira hacia adelante con lentitud.

Obviamente hice todo lo contrario.

Casi me dió algo.

Frente al colegio, al otro lado de la calle, estaba mi sugar daddy apoyado despreocupadamente en su auto mientras buscaba con su mirada entre los estudiantes. Cuando su vista se encontró con la mía una sonrisa se extendió en sus labios y obviamente se la correspondí.

PAPI MECHÓN (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora