CUARENTA Y CUATRO

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La presencia de la mami zorrona ni aquí, ni en la quebrada del ají iba a significar una amenaza para mí.

Eso lo teníamos claro todas las personas en el cumpleaños... Sin embargo, ¿por qué chucha me dolía la guata cada vez que veía al Vicente cerca de ella?

Lo que para ser justos ha sido una escena recurrente desde que la mamita del año cruzó las puertas de la casa hace alrededor de dos horas... A todo esto, sí que había pasado tiempo ¿A qué hora pensaba irse? ¿O es que acaso ya le estaban dando ganas de quedarse?

—¿Por qué la cara de querer sacarle la chucha a alguien?

Levanté la vista hacia la persona que me acababa de hablar sin poder evitar poner mi mayor cara de poto. El Lucas tenía una sonrisa súper arrogante en la cara, que por algún motivo me enojaba aún más, y ambos brazos cruzados sobre su pecho.

—¿Qué te importa? —le contesté en mala, mientras tomaba un vaso con bebida de la mesa.

—Uh, andamos bélica parece —comentó con humor, quitándome el vaso de la mano para darle un sorbo él— ¿estai enojá?

—No. —solté más rápido de lo que quería, volviendo a tomar un vaso de bebida de la mesa pa' poder darle un trago— ¿por qué tendría que estar enojá?

—No sé —elevó sus hombros con una sonrisa que lo que menos hacía era demostrar desconocimiento— en volá porque mi primo le está tomando más atención a la Josefa que a ti.

¿Acaso todos se habían dado cuenta de esa hueá?

—Justo ahora entiendo por qué todos prefieren a tu hermano.

—Auch, golpe bajo. —masculló con humor mientras ponía una falsa expresión de dolor y se sobaba la guata— te picaste y yo simplemente estoy diciendo lo que veo.

Puse los ojos en blanco y cruzando ambos brazos sobre mi pecho, le contesté:

—Él no tiene por qué andar pendiente de mí —elevé mis hombros mientras le daba un sorbo a mi bebida— no soy una niña chica.

—Ya oye. —se burló, cagao de risa.

Entrecerré los ojos hacia él y sin querer queriendo, como acto seguido me pegué un suspiro desde el fondo de mi corazón, de esos que demuestran más de lo que quieres.

—Oye, pero igual tranqui. —soltó el Lucas, probablemente tratando de arreglar lo que había dicho— si el Vicente está tan cercano a ella debe ser porque no le tiene la confianza suficiente, y menos con la Zucarita cerca, no es necesario que te pasís rollos innecesarios. Doy fé de que mi primo está ni ahí con ella.

Atrapé mi labio inferior entre mis dientes analizando lo que acababa de escuchar y luego simplemente dejé mi vaso vacío sobre la mesa.

—Si tú lo decís.

—Seh, aunque pa' darle algo de crédito a ella... no recordaba que fuera tan rica.

Puse mis ojos en blanco y sin querer entregarle más de mi valioso tiempo al hueón del Lucas me di la vuelta y empecé a caminar hacia mi hermana.

Dado unos pasos escuché su risa detrás de mí, pero seguí caminando.

—¡Hola, cuñada! —me saludó efusivamente el Javier cuando me vio aparecer.

Casi siempre estaban juntos él y mi hermana, lo que de cierta forma se me hacía difícil de procesar todavía, pero pues. De todas formas le contesté con un asentimiento de cabeza y cuando estuve cerca de la mesa me comí un canapé.

—¿Qué pasa pollito? —cuestionó mi hermana.

—Estoy cansada —le chamuyé luego de haber tragado— nos levantamos muy temprano hoy.

PAPI MECHÓN (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora