SIETE

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MAITE

A lo lejos sentí mi celular sonar, pero como toda joven adicta a las sábanas no me moví y simplemente tapé mis oídos.

El sonido paró y eso hizo que me relajara completamente en la cama.

Morfeo, aquí te voy otra vez.

Estuve a medio camino cuando mi celular volvió a sonar, reclamé y tomándolo a duras penas; miré la pantalla para poder apagar la alarma.

Dejé mi celular en el velador y traté de reanudar mi tarea.

—¡Maite! —escuché, pero bien a lo lejos. Prácticamente afuera de la casa— ¡oye!

Restregué mis ojos y rápidamente me senté en la cama.

¡Conchetumare, el colegio!

Tomé mi celular para ver la hora cuando caché que no era la alarma lo que había sonado, sino una llamada de la Valeria.

Rapidamente puse el teléfono en mi oreja.

—¿Vale? —dije mientras me bajaba de la cama y caminaba hacia el ropero pa' tomar mi ropa (duh) y correr hacia el baño— me dormí, pero ya voy, dile a la profe que llegaré a la segunda hora, que no me deje ausente...

—Maite...

—Me demoro la nada misma.

—Hueona...

—Es cosa de apretar cachete y...

—Tonta hueona estamos en vacaciones —ella empezó a reírse mientras de fondo se escuchaba el ruido de los autos en la calle— ¡Es un paso de cebra, viejo de mierda! ¡Respeta!

—¿Y por qué me llamaste tan temprano? —le pregunté parando a medio camino hacia el baño.

—Porque quedaste en acompañarme a dejar a la Nasta.

—¿Yo me comprometí? ¿Y eso cuando pasó? ¿Y quién es la Nasta?

—Justo ahora —casi y pude sentir la sonrisa en sus labios— mi sobrina, hueona. Si te conté. Filo, paso en quince minutos por afuera de tu casa.

—Oye per...

—¡Chao!

Bacán, a la mierda la democracia.

+

Resultaba que la hermanastra de la Vale se estaba quedando a dormir en la casa de mi amiga por un drama culiao que tenía con su esposo, ella trabajaba y cómo el jardín abría a las nueve... la más hueona tenía que llevarla.

¡Así es! ¡Mi mejor amiga!

Veinte minutos más tarde entramos a una especie de casita color amarillo, con un patio más grande que la mierda; lleno de juegos y muchas pinturas de cosas de niñitos chicos por las paredes.

Era como un jardín... pero más privado.

—¿Esta hueá es legal? —le pregunté en susurro a la Valeria.

—Obvio que si tonta hueona.

Ok, bien suave.

Saludé a todos los adultos que encontré en la sala (más que la chucha) mientras mi mejor amiga seguía las indicaciones de una señora que parecía ser una de las tías.

Habían tantos niñitos pequeños aprisionando a sus papás para que no los dejaran solitos.

Cositas ricas.

PAPI MECHÓN (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora