Capítulo 29 Mala impresión

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Fugaku estaba extenuado. Ese, había sido un muy largo día, su trabajo había sido un distractor indomable...

Su oficina se encontraba apenas iluminada por una pequeña lámpara sobre el escritorio, el estaba recostado sobre el comodo sofa negro de su despacho, se había quitado el saco y deshecho la corbata la cual se encontraba en algun lugar del suelo tirada descuidadamente, habia desabotonando la mitad de los botones de su pulcra camisa blanca dejando ver mas de la mitad de su bien formado pecho.

Ahi solo, como estaba permanecia inmovil, dejando que el silencio llenara el espacio roto solo por los supiros agobiados que involuntariamente dejaba salir de vez en cuando.

Apoyaba su cuello en el respaldo del sofa, con su brazo derecho sobre sus ojos cubriendole de la escaza luz que, para su dolor creciente de cabeza sentia que era mas intensa que el sol en pleno verano, sentia que su cansancio no era nada comparado con ese maldito dolor de cabeza. En la mesita de centro junto al sillon donde se encontraba recostado, habia una botella de coñac medio vacia y un vaso de cristal con los pocos restos de hielo derritiendose en el interior. Habia creido ingenuamente que aquel ambarino liquido rezagaria su malestar hasta llevarlo a un estupor de la inconciencia que solo el alcohol podia brindar alejando de él las preocupaciones que ocupaban su mente. Sin embargo, despues de casi terminarse la botella y notar que su conciencia se negaba a irse se preguntó dudoso ¿Si acaso era la unica persona en el mundo que no se emborrachaba aun si tomaba lo suficiente como para dejar en coma a tres hombres? Por respuesta se dijo que no tenía ni idea y ya que estaba en eso decidio que tampoco queria pensarlo. Ofuscado por su suerte con el alcohol se negaba a enfrentar la pequeña luz que se empeñaba en molestarlo desde su escritorio podía jurar que incluso se burlaba de él. ¿Quizá sí estaba borracho? Apartó un poco su brazo dejando que sus ojos hicieran contacto con el aparato sobre el escritorio mirándole de reojo con desdén.

-¡Tch!- chisto irritado.-"Alguien deberia ir y apagarla"- se dijo asi mismo mentalmente cubriendo sus ojos de nuevo. Tras unos segundos de sentir que su brazo no era suficiente para evitar que la luz lo molestara se volvio a decir -"Tal vez deberia hacerlo yo..."- Intento levantarse, retirando por un segunda vez su brazo de sus ojos mirando el escritorio y la pequeña lampara sobre el pero la punzada que sintio en su sien fue demasiado para querer hacer algo... -"¡Esta demasiado lejos!"- decidio volviendo a cubrir sus ojos con su brazo, acomodandose en el sofa y quedandose inmovil como antes.

Pasaron unos cinco minutos tal vez y escucho que la puerta de su despacho se abria lentamente rechinando toscamente ante la lentitud de esa accion, tendria que pedirle al conserge que la engrasara un poco despues, penso aun sin prestar atencion a la persona que se habia quedado viendole a lo lejos, de todas formas solo podia haber una persona en el edificio a esas horas y esa solo podia ser Rin.

Escucho suspirar largamente a la joven recien llegada y despues el sonido del interruptor de la luz, seguido de un gran resplandor iluminando por completo la habitacion.

Maldijo a su suerte y a su maldito dolor de cabeza, lo que menos queria era sentir de nuevo que su cabeza explotaria, sin embargo no dijo nada, sus maldiciones se quedaron en su mente no encontrando fuerza siquiera para formar las palabras y decirlas en voz alta. No se quejaria de la luz, ni le pediria a Rin apagarla de nuevo, se quedaria ahi sin dejar salir su malestar, pensaba que al menos eso le daria puntos por agallas y no se veria patetico a los ojos de la menor...

Los pasos ligeros que le siguieron al ruido de la puerta parecian martillazos en el fino piso caobado de madera, ¿Porque Rin tenia que usar tacones? Se pregunto ofuscado por el ruido que parecia estar en su cabeza y no a su alrededor.

Acorde GemeloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora