Capítulo 48

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Una hora antes...

Era una adorable escena se dijo al verlos. Su hijo Itachi y Shikamaru, ambos dormidos de forma pacífica en el sofá de la sala, con las manos enlazadas en un mudo apoyo, el tenue movimiento de sus respiraciones era lo único que evitaba que creyese que era una simple pintura lo que veía.

-Almas gemelas... -Susurro para sí misma al recordar de su pasado una escena similar.

Una vez hace ya muchos años, había observado algo parecido, aunque en aquel entonces su reacción no había resultado tan positiva... No, porque aquella vez, los que dormían plácidamente en el suelo de su viejo departamento no eran otros que su actual esposo y su difunto hermano. Un par de almas gemelas que ella se encargó a raíz de esa visión de separar...

-Sí tan sólo pudiera... -Se dijo con desconsuelo cerrando los ojos para remembrar en su mente aquel viejo recuerdo. Que la orillo a tomar un camino que sí bien le dio lo que deseaba, el precio que pagaba aun por ello seguía siendo alto...

Recordaba haber regresado de su trabajo antes aquel día. Quería llegar cuanto antes para poder contarle a Fugaku sobre el nuevo club que pronto se abriría en el centro de la ciudad, ese donde él y su grupo de amigos podrían actuar sin ningún problema. Así que emocionada, había corrido hasta perder el aliento para llegar lo más rápido posible al departamento que desde la primavera compartía con él moreno. Mientras corría, se preguntaba con impaciencia ¿Cuál sería la reacción de Fugaku al escucharla? ¿Le sonreiría? ¿Le diría que era la mejor? ¿Le pediría al fin ser su novia? La emoción la desbordaba y aunque sus rodillas comenzaron doler a mitad de camino, y sus pulmones comenzaron a languidecer por la falta de aire no se detuvo hasta llegar a casa. Nunca espero encontrarse con la inocente imagen que finalmente echo abajo sus tontas expectativas y le hiso entender que Fugaku no le veía a ella, él sólo tenía ojos para su hermano Minato, dormido tan tranquilo junto a él, sin percatarse de ella en ningún momento de pie en la puerta. Fugaku jugaba con un mechón de la dorada melena que poseía Minato mientras que con ternura le observaba dormir, lucia tan feliz que le hicieron sentirse una intrusa aun en su propia casa.

-Despreciable...-Susurro nuevamente saliendo de sus recuerdos, para fijar su vista en su propio hijo junto a Shikamaru. La imagen que presenciaba, al igual que aquella memoria en su mente le había parecido perfecta... Tan encantadora... Y sin embargo en sus recuerdos seguía pensando que era despreciable. Sacudió su cabeza intentando repensar la situación y más sosegada concluyo que ahí lo despreciable había sido sentirse como se sintió al mirarla en aquel entonces.

Los celos que experimento, la desolación y el dolor agudo que se instaló en su pecho le había impedido reconocer que ella no tenía nada que hacer ahí... No como ahora que podía asegurar con certeza que la escena compuesta por Itachi y Shikamaru solo despertaba en ella ternura...

Mientras observaba las suaves respiraciones de su hijo y Shikamaru, compartiendo un gesto tan íntimo, supo que incluso un sentimiento amargo como aquel del pasado podía ser convertido en afecto. Sí bien sabía que esto era posible sólo porque se trataba de su hijo y Shikamaru... No podía justificar de ningún modo su reacción en aquel entonces. Y decirse como muchas veces hizo en el pasado, que lo que había hecho había sido producto quizás de su inmadurez, probablemente también de sus temores. O más bien de ambas. El resentimiento que se formó en ella al presenciar aquella imagen le hizo decidir mal su camino, perder la visión de lo que en verdad quería, de lo que significaba amar... De lo que Minato y Fugaku significaban para ella por separado... Convirtiéndola en un ser despreciable... Que en su actualidad vivía aun en ella para acosarla y atormentarla como un ente malévolo que se empeñaba en recordarle lo nauseabunda que era su alma y lo pequeño que era su corazón.

Acorde GemeloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora