Capítulo 44 Como siempre...

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La realidad y la fantasía se habían difuminado en su mente, no tenía idea de nada. El tiempo se había convertido en algo inalterable en su cabeza, mezclándose con el mundo somnífero de alguna extraña sustancia entrando por su torrente sanguíneo. Sabía que estaba inconsciente. Y aun así destellos de imágenes se quedaban impresas en su mente de forma efímera, confundiéndola. Haciéndola dudar de sí soñaba o sí eran alucinaciones muy reales.

-¿Qué tal esta?- Escuchó la voz inquieta de alguna mujer preguntar.

-Parece estar mejorando con rapidez...- Logró escuchar antes de sumergirse nuevamente en la oscuridad de la inconciencia.

Un hormigueo se expandía por alguna parte de su cuerpo, como el inquieto toqueteo de una gentil mano. De vez en cuando el leve toque le provocaba ligeros espasmos de dolor amortiguado, que a su vez le hacían recordar cómo si se tratase de una pesadilla lejana lo que le había pasado hacía apenas algunas horas, dejándole una sensación de alivio tras un momento de escozor.

Era como una tortura, una que se limitaba a aguantar en silencio, ya que era incapaz de salir del sopor que evitaba que su mente fuese consiente del todo de lo herido que su cuerpo debía estar. Si despertaba era posible que se encontrase a si misma desfigurada por las heridas, sin rastro alguno de su faz antes de recibir tanto daño. Sin embargo, los retazos de la conversación a su alrededor llegaban como ráfagas de lucidez acompañada del sonido de una puerta abrirse y cerrarse.

-Oku-sama...- Escuchó una voz familiar a la que no pudo ponerle rostro. –Es mejor que usted también descanse un poco.

-Estoy bien. –Respondió enfática la otra voz. Se le hacía tan familiar que se tranquilizó con el sonido de esta. - Quiero quedarme un poco más junto a esta niña...

En su mente Shizune solo podía preguntarse ¿Sí acaso ella era la niña de la que hablaban? La idea le supo extraña y aun en sus delirios sabía que ella ya no era una niña. De haber estado despierta seguramente habría soltado alguna risa descolocada porque alguien le llamase niña.

-Sí ese es su deseo. –Le dijo una vez más la otra voz solemne en la habitación.

-Si. - Respondió la mujer que por alguna razón Shizune creía que sostenía su mano, el suave hormigueo de su piel adormecida le daba esa sensación. Siendo incapaz de escuchar el resto de la conversación a su alrededor se sumió una vez más en su mente arrastrada por el efecto de los calmantes en el suero que le habían preparado.

*

Mikoto y Shiho permanecían en la habitación, una de pie a una distancia prudencial de la cama donde la morena descansaba mientras su madre yacía justo a un lado sentada cuidadosamente junto a su primogénita.

Con un movimiento lento y frecuente Mikoto deslizaba sus dedos sobre la piel de la muñeca de la joven sin siquiera despegar la mirada de su cara inflamada, Shiho permaneció quieta mirando a la mujer esperando paciente a que la mayor le diese su permiso para poder retirarse un momento. Pero al ver que la mayor no pretendía retirar su atención de su hija decidió intervenir.

- Necesito retirarme un momento.- Anunció consiente de que era una falta de cortesía suya decirlo de esa forma. Pero estaba cansada y su resistencia no podría sostenerle más, debía lavarse un poco, quizás comer algo para recuperar energías, y poder mantenerse alerta a cualquier cambio en su paciente.

Mikoto giro su rostro un poco para poder observarla, componiendo un gesto culpable al quizás notar su estado extenuado en ese momento.

-Está bien. Ve con Yue, ella debe estar en la cocina preparándote un merecido festín para el desayuno.- Le dijo intentando sonar comprensiva y no culpable. Aunque de todas formas agregó sin mucha convicción. –Pero con esas ojeras creo que quisieras más dormir que comer ¿Cierto?

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