Reiniciando.

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Estaba entre el desconcierto y la herida en la cual metes el dedo haciendo que duela más. Sus amigos eran unos mentirosos, tal vez , solo tal vez debió hacerle caso al sombrero seleccionador con eso de: En Slytherin harás tus verdaderos amigos. Porque las serpientes parecían más nobles de lo que alguna vez lo fueron los leones con él. Primero tachando lo de mentiroso cuando no pudo ser él quien puso su nombre en el cáliz, luego casi acusandole de haber matado a Cedric y sin olvidar que muy pocos le hicieron caso sobre el regreso del señor oscuro.

Sus amigos eran unos leones casi faltos de cerebro. Entonces entendió que no todo el mundo era capaz de ser fiel o tan siquiera tener un poco de cerebro para no juzgar a la gente antes de comprobar sus acciones. En este caso sería sus no acciones. Apenas transcurría un año luego de aquel terrible final del mago oscuro más temido de todos, con las tres reliquias de la muerte en sus manos decidió darle una última oportunidad a Voldemort. Aún no podría creer que fue engañado, manipulado y destrozado de una manera tan cruel. Solo por el bien común, lo que no era totalmente cierto. Tenía que pagar con lo poco que tenía de vida solo para salvar al mundo mágico que por momentos le daba la espalda.

—Harry—la voz algo desesperante de Hermione lo interrumpió en su calmada caminata por el lago negro.

Era su último año en Hogwarts. Y sentía que ya no aguantaba más en la escuela. Ya era un mago completamente competente para tomar algún puesto en el ministerio (el cual ya le habían ofrecido como Auror). Pero no estaba dispuesto, algo dentro suyo le decía que no podía irse, no dejando a Draco solo en el castillo. Porque sería el único Slytherin que regresaría, estaba casi seguro.

—¿Qué sucede Hermione?—sonrió en grande aún aguantando se las ganas de gritarle a la cara a la chica.

—Te estaba buscando, llegaremos tarde a clases de pociones.

Sonrió tan falsamente que no se sorprendía que alguno que otro estudiante que los veía caminar rumbo al castillo se les haya quedado viendo de una manera tan extraña. La siguió en total silencio mientras caminaban por los pasillos hasta las mazmorras, este fin de semana tenía planeado ir a Gringotts. Ya había hablado con Ragnok sobre sus planes y sobre todo lo que había descubierto de sus “amigos”. Para ser que el goblin era él único que entendía como se sentía ser tratado por personas que no eran más que mentes vacías haciendo mucho ruido.

—¡Harry!—Hermione casi le grita en el oído con voz chillona—llevo rato hablándote—poso sus manos en su cadera.

Parecía una mamá regañando a su hijo luego de ser descubierto haciendo una travesura. Aunque había dos errores enormes en esa comparación, el primero que no era ningún niño (podía tener sus momentos de locura) y dos Hermione no era su madre (aunque mucho tiempo busco su aprobación ante las cosas que hacia). Aunque le enojara, no podía ser grosero con una de las chicas que le "ayudó" a salvar el mundo mágico.

—¿Qué tanto piensas Harry?—la voz dulce y maternal casi le hizo sentir remordimiento, casi, ya no caería de nuevo en ese absurdo truco.

—Estaba pensando que sin el profesor Snape esta clase no tiene sentido—entro al salón con paso elegante y decidido, con un movimiento dramático de su túnica.

Muchos se le quedaron viendo cuando el chico de ojos color esmeralda se sentó a lado de Draco Malfoy que lo miro con una ceja alzada y una expresión de confusión.

—¿Te gusta lo que ves Malfoy?

—No exactamente Potter—siseo desconfiado—pero la sangre sucia está enojada y el traídor de la sangre frustrado—le dió una sonrisa marca Malfoy—así que me gusta un poco.

Harry comenzó a reír sin importarle que todos los alumnos los mirarán atentos, como si les hubieran salido dos cabezas en los instantes que se juntaron. Definitivamente, en Slytherin estaban los buenos amigos. Pero no era exactamente lo que buscaba después de tantos años observando a lo lejos luego de rechazar su mano, su amistad y esa peculiar forma de sarcasmo amargo de bordes afilados con el que podías cortarte si no entendías que era nada más que humor pesado.

—Harry Potter—se presentó extendiendo su mano derecha en saludo.

Draco observó la mano con recelo, y la gran sonrisa con los ojos brillosos del azabache le hicieron sonreír un poco detrás de toda esa fachada de “sangre pura”. Sostuvo la mano con delicadeza y firmeza, un apretón de manos con un nuevo inicio. Porque nunca aceptaría que estaba esperando una resolución.

—Draco Malfoy.

—Es un placer Malfoy, espero podamos ser buenos amigos.

—Lo mismo digo Potter—asintió seguro de que podrían llevarse bien.

La puerta fue abierta de una manera casi estruendosa. Draco volteo esperando ver al hombre de cabello negro y ojos ónix que le había enseñado el sutil arte de las pociones.
Suspiró resignado al ver una cabellera castaña, un par de ropas coloridas (chillonas y de mal gusto) y unos ojos casi aterradores. Casi, porque nadie como Snape para hacerte temblar de miedo y tartamudear en un intento de pedir piedad. Nadie como él maestro de pociones anterior para hacerte sentir el verdadero miedo y placer de lograr una poción bien hecha.

—No es lo mismo—le dijo a Potter, quien hacia una cara de desagrado—Snape era mejor.

—Estoy de acuerdo contigo.

El nuevo maestro los señaló apenas estuvo cerca de su escritorio. Todo el salón se quedó en silencio al señalar a un ex mortífago y al niño-que-vivió. Nadie cuestionaría a Harry aunque la respuesta fuera una broma, pero Draco, él sería juzgado y sentenciado de manera cruel solo por atreverse a contestar.

—Señor Potter, Señor Malfoy compartan lo que hablan, con la clase—la voz autoritaria les hizo mirarse a los ojos.

Plata contra esmeralda, compartieron una sonrisa traviesa y maligna. Harry ignoro las miradas de desagrado de parte de Ron y las de reproche de Hermione. Se paró de su asiento siendo apoyado por Draco hablando casi al unisono.

—Decíamos profesor Keller Cirrus—uso la voz más fría de su repertorio, aún conservaba ese tono de niño sangre pura presumido—que usted no le llega ni a los talones al profesor Severus Snape.

El profesor quedó rojo, no sabía exactamente si por la vergüenza (los Malfoy seguían siendo una familia Sangre Pura importante) o la ira (el salvador del mundo mágico le dijo que no valía la pena su clase). No le quedó más remedio que señalar la puerta en un arrebato de ira. Porque aunque quisiera estar bien con el salvador de mundo mágico no permitiría que le ofendiera de esa forma.

—No hace falta que lo diga profesor—Harry tomo del brazo al peliplata—nos iremos.

Draco casi se echa a reír en el piso ante la cara de enojo de su profesor, fue tan divertido hacerlo enojar de esa manera tan muggle. Harry le siguió las risas mientras caminaban por los pasillos casi desiertos (había uno que otro estudiante andando). El perfil bonito de Draco le hizo sonreír como un tonto, la risa delicada y potente hizo su cuerpo temblar. Porque era armoniosa y extrañamente encantadora.

—Draco, tengo que ofrecerte algo.

La sonrisa del chico se hizo más grande, San Potter era genial, le había salvado la vida ya un par de veces y lo mínimo que podía hacer era devolverle el favor. Después de todo, aún recordaba como debía a su padrino. Pero había algo más, muy en el fondo. Era su veela susurrando que le ayudará. No podía negarle la ayuda a su pareja, aunque esté no supiera que lo era. El riesgo de morir por ser rechazado era enorme.

—Dalo por hecho Harry.

Yeah, aquí el Au de Colateral. Habrá capítulos extra que planee pero eran más Drarry en su momento que Tomarry o Snarry. Siendo que muchos huecos de la historia original aquí serán cubiertos.

Colateral (En Revisión). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora