Descubriendo mi legado.

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Estaba desconcertado. Claro que había un punto en su vida que nada parecía ser más confuso. No recordaba mucho del día que los atacaron solo que Serpens había despertado con una costilla fracturada y él con el sabor más dulce del mundo en la boca; como si hubiera hecho que alguien pague por querer lastimar a su pequeño hermano.
Porque aunque le costará decirlo los papeles de la adopción muggle aún no llegaban. Pero la adopción mágica era todo un hecho, aunque quisiera ser más parecido a sus padres. Su cabello castaño, solo se había oscurecido hasta ser un marrón oscuro sus ojos verdes esmeralda brillaban con una inocencia dulce que no estaba seguro de donde salió. Los labios tomaron una tonalidad rojiza y la piel se puso de un bronceado natural, ligero. Pero no le dió tanta importancia, no cuando su padre estaba ha días de dar a luz, aún quería saber que serían los bebés, ya que el sexo de los gemelos había permanecido en secreto por un buen tiempo.

—¿Qué tanto lees?—la voz suave e impaciente de Serpens casi le hace gritar.

Estaban en la biblioteca y no podía darse el lujo de ser expulsado de ella solo porque al chiquillo se le daba por ir asustando lo. Era su segundo año en la escuela y él aún no aprendía ha ser menos llamativo. Tal vez eran sus nervios, los nuevos libros que estaba leyendo sobre la paternidad (no eran suyos los niños, pero aprendería a cuidarlos lo mejor posible) y cómo cuidar a un bebé lo que le ponían más sensible de lo usual.

—Sobre Salazar Slytherin—susurro bajito intentando no llamar tanto la atención de la mujer regordeta que les miraba de mal modo.

—¿Cuando dejaste los libros sobre embarazos?—preguntó suavemente mirando a su hermano.

—Desde que Papá paso de las treinta y siete semanas de embarazo sin problemas—cerro su libro mirando al rubio—entonces intente no alertarme con el pronto nacimiento y encontré este libro—declaró.

No estaba listo para terminar sus investigaciones. No cuando había posibilidad de que uno de sus hermanos fuera un squib, que surgiera algún problema en el parto. Los nervios lo estaban consumiendo de apoco. Pero prefería leer sobre otras cosas en lugar de atorarse con pensamientos sin sentido.

Tom Riddle reveló que podía hablar con las serpientes a Dumbledore cuando Tom tenía once años y aún no sabía las implicaciones de ser un hablante de parsel se había confiado hasta que descubrió que Harry podía hacerlo. Pero que lo evitaba por si alguien lo tomaba de mal modo. No entendía porque ocultar tan gloriosa habilidad, era como si una pequeña parte de Peverell ocultara el secreto más importante en su existencia.
Tal vez lo uso como excusa, pero tomaría lo que sea con tal de no pensar en sus hermanitos, en su papá que podría sufrir algún problema al dar a luz. Era claramente mejor así.

—¿Por qué lo lees con tanto entusiasmo?—jalo la silla más cerca para sentarse a su lado procurando hacer el menor ruido posible.

—No es entusiasmo—nego sin querer aceptar que en realidad era curiosidad—¿Y ahora tú porqué no estás con Malfoy?

Las investigaciones ya le estaban dando un dolor de cabeza poco usual en él. Pero podría distraerse un poco antes de seguir revisando su árbol familiar. Su padre nunca había pisado Hogwarts, su madre debería ser por la que poseía herencia mágica.

—Drake y Harry—suspiro dejando sus libros de clase sobre la mesa—ellos han hablado con su padre, quieren saber qué tan en serio es...—se quedó callado dejando caer su cabeza contra los firmes libros.

—Lo suyo—dejo la lectura, luego podría saber que conexión lo ataba ha uno de los fundadores de Hogwarts.

—Es eso Tommy—suspiro exasperado como si la sola idea le causará náuseas—no hay un “lo nuestro o lo suyo”,por lo menos no de la manera que me gustaría admitir.

Colateral (En Revisión). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora