No hay poder de lucha.

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Dije, a la mierda, vamos a hacer aterrador a Serpens, ya basta con la lindura. Y también dije chinga su madre, que Draco use el discurso de Snape como un recordatorio de la persona más (después de su familia y Harry) importante de su vida.

Llevaba apenas un mes y medio en Hogwarts y sentía que ya podía lanzarse por la torre de astronomía, pero no lo hacía ya que sus padres se habían parado para aplaudirle el día de la selección y su gran conocimiento sería una pérdida para la humanidad y los magos en general. Desde que Harry se había parado junto a Drake siendo los únicos talvez su ego se había aumentado un poquito sobre él. Pero todo era culpa de Rosier quien no hacia más que molestar a su adorable hermano. Sí no fuera porque Drake estaba embarazado y no podía disgustarse ya que eran gemelos los que tendría, no estaba haciendo nada, todavía.
Era fin de semana, sus maestros eran increíblemente capaces, Harry sabía cómo hacer que deseara su materia sobre Defensa contra las artes Oscuras, aunque aún les enseñaba que hechizos eran “prohibidos” por el ministerio y porque eran absurdos esos reglamentos.

Aún podía escuchar la voz de Drake deslizarse siseante y algo fría por sus oídos, con un tono tétrico hasta amenazador en cuanto entro con un movimiento de túnica detrás suya. Su normalmente engomado  y perfecto cabello (que le llegaba hasta los hombros) venía sujeto en una coletilla con una serpiente enroscada con algunas esmeraldas por ojos y dientes de lo que parecía ser un par de diamantes, aún lo recordaba con la claridad casi espectral con la que se dió a conocer, porque se volvió su clase favorita, lo hizo con aquel discurso tan metódico que recitó con calma.

Ustedes están aquí para aprender la sutil ciencia y el arte exacto de hacer pociones. Dado que habrá muy poco de tontos movimientos de varita aquí, muchos de ustedes van a dudar de que esto sea magia—la piel le hormigueo de manera cálida y dolorosa, como si hubiera escuchado antes todo ese discursos, nervioso e impresionado de lo que su maestro sería capaz de enseñarle, tanto que no se dió cuenta cuando Harry entro al salón escuchando lo que él rubio decía—. No espero que realmente entiendan la belleza de un caldero hirviendo suavemente, con sus vapores brillantes, el delicado poder de los líquidos que se deslizan a través de las venas humanas, hechizando la mente, engañando los sentidos... Puedo enseñarles cómo embotellar la fama, preparar la gloria, ¡hasta ponerle un alto... a la muerte...!—Harry había tenido la misma sensación que Riddle, la piel erizada y suavemente poniéndose de gallina mientras sus ojos esmeralda se llenaban de iluciones, él solo venía por unas cuantas pociones para sus descuidados alumnos—A menos que sean como el montón de alcornoques a los que, habitualmente, tengo que enseñar.

Habían Sido unos buenos días en la semana, entre el discurso tan cautivador como aterrador de su maestro de pociones (aún no contaba las miradas del profesor Dumbledore como algo malo), como las enseñanzas de otros maestros que le dejaban como el número uno de la clase.

—¡Thomas!—la voz suave y raramente calmada de Walburga le hizo sentirse tenso.

—¿Qué sucede?—cuestiono al ver a la chica que le había caído un poco mal.

—Evan Rosier—le gruñó un poco por lo bajo mientras recuperaba un poco el aliento—esta molestando a Serpens, lo tiene amarrado con magia.

—¿Qué está haciendo ese idiota?—cuestiono por lo bajo caminando lo más calmado posible mientras se aseguraba de tener la varita en el bolsillo.

—Serpens iba de la mano con Malfoy—suspiro siguiendo al chico lo mejor posible—y apareció Rosier diciendo que un mestizo como él no debía estar en la casa de los sangres pura.

—¿Y Malfoy?—intento controlarse mientras procuraba no perderse gracias a las escaleras.

—Se ha batido en duelo—tomo la mano del castaño para guiarlo ella misma—ha quedado inconsciente luego de un hechizo fallido de Rosier.

Colateral (En Revisión). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora