Tal vez no es tan malo.

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Bill se rio con fuerza mientras veía a los gemelos chocar esos cinco y celebrar la caída del mundo mágico como era conocido. Estaban a mitad de la batalla de Hogwarts, con hechizos rozando de un lado a otro. Mientras que Harry negaba en un intento de aguantarse la risa. Tom había aparecido en medio de las terrazas, alarmando a los maestros que estaban cuidando algunos alumnos. Draco solo se sorprendió cuando Dumbledore lanzó el primer hechizo que fue desviado con maestría. Aun no era un campo de batalla total.
Ahora el rubio se encontraba con una cara enorme de desprecio mientras veía a los magos mayores pelear como si fueran tan buenos.

—¿Te acuerdas de nuestro último año?—le había susurrado Harry al poder tomarlo del brazo y protegerlo.

—Recuerdo que me salvaste—confeso sacando la varita por si algún hechizo o maldición se desviaba.

—Te salve el trasero tantas veces...

Fue interrumpido por la maldición asesina que casi les da. Pudo observar a Serpens colérico sujetando la varita contra el cuello del estúpido mago que casi les da. Detrás estaba Abraxas intentando detener a su esposo. Rocier estaba emocionado, su lengua (aquel movimiento casi reptil que imitaba tan bien) era casi aterrador para todos los pequeños alumnos que pasaban ante sus manos.

Charlie simplemente estaba protegiendo a Draco desde atrás, mientras él profesor Snape estaba unido al frente con Tom. Dumbledore observaba sorprendido, porque los más fieles de su orden estaban en la primera fila.
James tomaba la mano de Sirius con seguridad, mientras que a su lado derecho están Remus que no paraba de sonreírle a Lucius Malfoy con tanto amor que pudo haber Sido casi diabético. La abuela Longbottom estaba cerca de su nieto Neville que miraba a la familia Black con cariño.
Snape nada más estaba parado al lado de Tom con la varita cuidando su espalda. Pudo jurar que Narcissa y Bellatrix Black eran las que intentaban evacuar a los chiquillos de la casa de Slytherin. Aunque pudo ver niños de otras casas que se unían a las filas casi interminables de Mortífagos.

Cedric Diggory, que Morgana le perdonará si estaba viendo a ese chico de Hufflepuff ayudando a los Mortífagos. Porque nunca, en lo que había estado dando clases. Un chico de Hufflepuff había estado con los ideales de un señor oscuro. Serpens están de regreso en la lucha junto Abraxas que intentaba seguir su paso. Andrómeda Tonks, esa mujer, era la única que consideraba su aleada de la familia Black (pero al parecer ni en ella se podía confiar).

—¿Qué hacemos?—gritaron los gemelos mientras luchaban juntos.

No sé apartaría en ningún momento, la sensación de que algo malo pasaría si lo hacían era lo suficientemente fuerte para nunca ignorarla.
Percy observo a sus hermanos con una sonrisa traviesa bailando de manera amenazadora en sus labios, los gemelos rieron siguiendo a su hermano a la batalla.
Ronald les siguió con Hermione detrás con una sonrisa maligna y casi aterradora en su bello rostro.

Natt y Naktam eran el segundo dúo de gemelos que protegían sus espaldas. Natt creía que era necesario proteger a su tesoro. Mientras que Naktam solo parecía estar jugando.

Los Slytherin se unieron rápidamente a la batalla (aquellos que eran lo suficientemente fieles para hacerlo). Pansy estaba buscando a la águila de Hermione, porque ¿Cómo podría dejar que su chica se lastimara? Theodore Nott solo ayudó a Neville sin quejarse. Blaise, que dios le perdone. Pero no dejaría que tocaran a Draco o alguno de sus amigos.

—¡Tienes que ir con Charlie!—le grito Harry sin importarle que todos vieran al salvador del mundo mágico luchar a lado del hombre que los condenaría—¡quiero qué estés a salvo!

—No me digas que hacer, Potter—siseo enojado su segundo apellido mientras se abría pasa entre todos los cuerpos que estaban atacandose.

Él de ojos esmeralda sonrió siguiéndole hasta la línea de ataque.
Todo quedó en silencio por primera vez luego de media hora de haber empezado cuando todos los magos del lado de la luz observaron a Harry James Black sostener una maldición contra un chico que intento lastimar a Draco.

—Harry—Dumbledore le llamo suavemente mirando esos ojos verdes tan opacos—muchacho, no debes hacer esto.

Intento persuadir lo con su cara de abuelo bueno y dulce mientras señalaba a las pocas personas heridas y uno que otro muerto. Porque su intento no fue ir a matar o obtener algo. Solo querían que Dumbledore se rindiera.

—¿Hacer qué?—sonrió petulante abriendo los brazos todo lo que podía—solo queríamos que te rindieras. Pero decidiste atacar y luego este—señalo al cadáver del chico con desprecio—intento matar a mi prometido.

Dumbledore acarició su barba en busca de una tranquilidad que realmente no estaba sintiendo en esos momentos. Había pedido que no usarán maldiciones asesinas, pero al parecer no todos pensaban que fuera la manera más correcta de tratar el asalto al castillo.

—¿Te comieron la lengua? ¿O fue tu hipocresía?—Harry estaba irritable. Solo alzó la varita apuntando—Esto es por todo lo que nos hiciste pasar, por todos lo que murieron y tendrían que morir.

—Muchacho, yo...

—¡Cállate!, ¡Lo arruinaste en esta línea y en la anterior!—grito con lágrimas acumuladas dándole fin a la vida de su antiguo mentor.

El lugar quedó en silencio, tan sepulcral que se podía escuchar a los maestros y fieles de Dumbledore llorar con tanto dolor. Un dolor que Harry no estaba sintiendo, todo estaba bien, correcto hasta que él hombre empezó a intentar entrar en todos sus planes. No bajo la varita hasta que Tom le abrazo aplastándole junto Severus. Porque nadie entendía porque él afamado niño que vivió se desvió de su camino. Hasta Draco se unió susurrando con calma que todo estaría bien.

—¡Lo hice!—hablo feliz hundiéndose—¡Al final lo hice!

El lado ganador grito en incredulidad y al mismo tiempo felicidad por haber vencido. Por haber tenido una victoria. Sin importar que Harry era quien más gritaba feliz, al fin, era todo. Había cambiado el pasado y desviado su futuro hacia uno que parecía realmente alentador aun con todo en su contra. Las voces cantando y celebrando el logro hicieron que colapsara en un desastre de piernas y brazos que eran sujetadas para no caer.

Era un muñeco al que le habían cortado todas las cuerdas que le mantenían atado. Ahora era libre.

Fin.

Terminamos, aquí está el final de esta historia. Disfruten este día antes de que regrese a la facultad. El mundo me odia. Habrá algunos especiales.

Colateral (En Revisión). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora