Regulus Black

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¿Quién adivina la pareja?
Suerte, suerte, Regulus tal vez los haga llorar.

Ya tenía un tiempo con las pesadillas inundando sus sentidos, aturdiendo su manera de pensar y haciéndole sentir el estómago revuelto cada que miraba a Kreacher. No estaba seguro de todo lo que había pasado, aunque lo más seguro es que no era verdad.
Solo sueños, cosas dolorosas que nunca habían pasado en realidad. Los gritos llenaron de nueva cuenta la casa, el sollozo que ahogo en su garganta termino contra su almohada como un medio para no alertar a nadie más. Pero fue demasiado tarde, Sirius entro pateando la puerta con violencia, con determinación. James le seguía de cerca, junto con Remus y su siempre confiable esposo Lucius que miraba ha Regulus como si no entendiera porque tanto alboroto. Aunque se notaba era uno de los más preocupados por lo que le estaba pasando. Esperaba no haber despertado a los chicos, eso sería su ruina con preguntas curiosas por la mañana.

—¿Qué pasa hermanito?—su voz salió suave, aterciopelada.

Se sentó a su lado, acarició el cabello negro con amor, apartó el flequillo de su frente remarcando con sus dedos el puente de su nariz. Los bajo hasta sus labios, delineandolos con cuidado, hasta llegar a la barbilla y obligar al menor de los Black a mirarlo a los ojos. Sus ojos, eran tan bonitos.

—He vuelto a tener pesadillas—confeso avergonzado intentando ocultar el rostro en la mano de su hermano—, he soñado que los inferi me han llevado al fondo de un lago—su voz se volvió anormalmente aguda sin querer—yo quería salvar a Kreacher, por eso lo hice. He soñado con mi muerte Sirius—se lamento intentando encontrar la protección de su hermano mayor—no éramos cercanos, y claramente eso me perturba.

No termino de hablar cuando ya tenía ha Sirius acostado a su lado, y a James caminando hasta el otro lado de la cama para poder arreglar como dormirían aquella noche. Las suaves y grandes manos de su hermano no dejaron de acariciar su cabello buscando tranquilizarlo, James se unió con los suaves susurros en su oído. Se acurrucó, como un pequeño gato buscando calor, los brazos a su alrededor le hicieron sentir bien. Remus se despidió por lo bajo seguido de Lucius que cerró la puerta apagando las luces y dejarlos dormir.

Tal vez Regulus no fue un gran hombre en su vida pasada (tomando en cuánta como actuó por varios años con su hermano), tal vez nunca fue considerado un seguidor fiel que valía la pena tener al frente de las filas. O nunca fue visto como una verdadera amenaza por esa actitud calmada y reservada que dirigía. Su madre fue lo que siempre le mantuvo en pie; su madre, su padre, Kreacher, sus primas y su hermano fueron en algún momento el motor en su vida. Pero todo con el tiempo se pierde, las motivaciones, las ganas, el entusiasmo en sí mismo.
Seguía siendo fuerte, como si fuera necesario que el timón del barco se mantuviera firme hacia el norte en busca de nuevas tierras. Por eso cuando las pesadillas empezaron; cuando la piel se le cubrió de sudor frío, las manos le temblaron durmiendo, su corazón avanzó lo suficientemente rápido para que pareciera una maratón la que realizaba y en especial cuando dejó que Remus pudiera casarse con Malfoy; tal vez, solo por eso y un poquito más (que era difícil de explicar) todos estuvieron cuando los gritos de Regulus subían a tal nivel que parecía que la garganta se le estaba destrozando.
Se quedaron cuando el estrés tomo lugar, cuando la depresión avanzó tan profundo que decía sentir miles, millones de manos en su cuerpo empujándolo hasta el fondo, ahogando lo en el agua oscura de una cueva escondida donde un objeto oscuro residía. Cuando no podía pasar más de un día entero sin sentir que sus pulmones se cerraban, se tomaba la garganta luchando con la fuerza innecesaria y lastimando se de manera inminente la piel. Cuando lucho por respirar y salir de su prisión de agua, pidiendo a gritos ayuda, libertad, poder vivir. Aún cuando todo lo estaba destrozado en fragmentos de una vida que nunca tuvo la oportunidad de vivir.

Pero entonces llegó, apareció como un tormento muy profundo. Primero fueron las miradas, no estaba de acuerdo en mirarlo más que un par de segundos. Era menor de edad. Tal vez por eso intentaba ignorar que cuando él estaba presente sus ataques de pánico no tenían lugar en su vida. Le costaba observar ese cabello rojo sin sentir que estaba mal. Sin sentir que estaba arruinando le la vida ha esos preciosos ojos azules que le miraban en ocasiones opacos, en otras taciturnos y en las mejores (pero contadas) como si el universo estuviera en sus ojos grises. No veía donde estaría su lugar, pero estaba seguro que era ha su lado, porque nadie podía destruirlo y volverlo ha armar con tanta facilidad.

—¿Te encuentras bien?—pregunto suavecito, con las manos en la espalda y la sonrisa más bella que había visto en su vida.

—No dormí bien anoche—confeso al ver esos ojos. Una pequeña porción de ellos le miraba con devoción y la otra con preocupación.

—Debes descansar mejor—sus manitas tomaron sus mejillas con delicadeza—, te quiero—confeso presionando un suave besito en los labios.

Regulus no estaba seguro de cómo reaccionar, las manos volvieron a temblar, y no por el miedo o pánico. Si no por el placer que esos pequeños labios le estaban proporcionando con un roce tímido. Lo cargo sentando lo en su regazo, ¡Al diablo el mundo!, Era suyo, no iba ha renunciar a lo que le pertenecía.
Se apartó cuidadoso para no asustar al pequeño que le miraba con anhelo, con cariño y una mirada soñadora.

—¿Y qué tal va tu hermano con el embarazo?—cambio de tema antes de que terminara más profundo en ese vacío que se empezaba a llenar en su corazón.

—Se queja demasiado de los pies—rió un poco acomodándose en su regazo—. Percy estuvo muy preocupado cuando se entero, después de todo es su último año de Charlie—la risa se apagó de inmediato y la mirada se perdió en el vacío—, teníamos miedo de que fuera de alguno de los tipos.

Regulus acarició la espalda con calma, suave, en círculos mientras susurraba cosas alentadoras y amorosas con un toque dulce.

—¿Y lo es?

—Sí—sus ojos picaron, parpadeó intentando no llorar—pero parecía muy feliz con la idea de tener un bebé—mordió su labio inferior pegandose al pecho del mayor—. No pudimos negarnos cuando Charlie grito emocionado que sería papá y que tendría la oportunidad de amar a su familia como nunca nos amaron.

Y las lágrimas cayeron, sin permiso alguno, mucho menos sin darse cuenta. ¿Por qué?, ¿Por qué la vida siempre es dura con los que ama?, ¿por qué tiene que recordar cosas que nunca pasaron?, todas esas preguntas rondaban su mente por la noche, pero había un momento por la mañana en la que estaba seguro que nada de lo que soñaba era real, y ese era cuando se encontraba con este niño de cabello rojo y ojos hermosos.

*Los inferi, en singular inferius, son cadáveres de humanos que han sido poseídos mediante magia oscura para hacer con ellos lo que se le antoje a un mago tenebroso.
Información por si alguien no sabe, aunque lo dudo.
Pensé en poner a Ron, como la historia original. Entonces, necesito pensar, ¿quieren a Ron o a un Oc' que juegue como hermano de los chicos?

Colateral (En Revisión). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora