Un extraño movimiento...

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Hoy ando con todo :v jajaja neta, ando saliendo de un exámen de mierda. Lloré microbiología y es lo menos que puedo hacer para no pensar en mí porquería de calificación que recibiré.

Luego de haber ido al banco mágico, de que la matriarca Malfoy hablara con ellos. Y hayan sido enviados a la escuela con un extraño recelo. Todo iba bien, las semanas habían pasado casi en un abrir y cerrar de ojos llendo a ver a los goblins. Había logrado recuperar la atención de Draco que solo le daba medias sonrisas y rodaba los ojos desesperado por su falta de atención. Aunque en el fondo podía aceptar que le encantaban esas reacciones del peliplata.

El primer fin de semana acordaron con Ragnok recuperar el dinero de Harry con intereses, recibiendo un pago del por lo menos treinta por cierto por todas las molestias que los chicos le habían causado.
Luego acordaron el día para desbloquear su núcleo mágico, algo sumamente doloroso que él niño-que-vivió sintió como si Vernon le estuviera rompiendo todos los huesos del cuerpo al mismo tiempo.
De esa vez, solo recordaba susurros, pequeños y algo alertantes murmullos. Pero su calma regreso al cuerpo cuando la voz de Draco casi le arrulla para dormir. Había extrañado eso, a Draco hablándole con tanto amor que podía palparlo.

La segunda semana fue la más difícil, Granger había estado acosando lo para que le diera respuestas. La Weasley menor parecía una garrapata a sus espaldas. Y aún ahora podía escuchar la voz de su primo burlándose. Podía escuchar a Draco con voz divertida pero con tintes molestos en las orillas. Era receloso y enojado. Luego del beso habían quedado como primos para la mayoría de la comunidad escolar y mágica. Pero cuando estaban solos, Harry no podía cansarse de besar los labios del chico rubio, de acomodarse entre sus brazos y disfrutar de su tiempo a solas. Pero eso no quitaba las burlas del Malfoy menor.

—Es que te quiere la comadreja.

Eso le había hecho sentir un poco de asco, aquella chica no entendía un no por respuesta, ni aunque se lo gritaran en la cara y claro que lo había hecho ya.
Entonces su paciencia para no hechizar y maldecir estaba aprueba.

La tercera semana fue la más vergonzosa, le dieron Veritaserum en el jugo de calabaza y no se dió cuenta hasta que Draco le pregunto cómo se sentía al saber que Granger había estado tratando de robar libros de la bóveda de la ancestral casa de los Black.

—Es una maldita sangre sucia—pronuncio con ira mientras daba un fuerte manotazo en la mesa—mi madre era una nacida muggle, pero dudo que haya sido igual que esa maldita sabelotodo.

Y él mismo se había sorprendido ante lo pronunciado en la sala común de Slytherin. Porque él no solía decir todo lo que pensaba. Entonces se dió cuenta de los efectos de la posima y literalmente enloqueció.

La cuarta semana a su parecer fue la menos pesada, se la paso todo el tiempo con su familia. No podría estar mas feliz, hacia cosas increíbles. Hasta la quinta semana de todo el tipo sin hacer nada más que asistir a clases, una notificación urgente del banco le había llegado con una lechuza negra, que le miraba con recelo, como si todo lo que los goblins usarán tuvieran esa mirada.

—¿Pasa algo renacuajo?—la voz del de ojos grises le hizo sonreír, ligero y cuativador, cualquier bruja o mago caería ante ese chico.

—Nada mi idiota Veela—sonrió sentándose a su lado en el sillón.

—¿Me quieres ver la cara de estúpida?—bromeo suave y algo risueño.

—Nego riendo mientras empujaba al chico—en todo caso ya tienes la cara Veela estúpido.

—Eres un idiota Potter—siseo deteniendo sus risas y mirándolo con enojo.

—Vamos dragoncito, no te enojes—sonrió aplastándolo con cariño—lee conmigo la carta.

Le miró por el rabillo del ojo con una cara de pocos amigos, pero acepto el pedido de manera silenciosa. No podía estar todo el tiempo enojado con él de ojos como esmeraldas. Pero muy en el fondo aún tenía esa pequeña actitud cautelosa con él chico.

—Mira Potter—hizo que él moreno se levantará—yo tengo la cara de un apuesto mago, no de estúpido. No es mi culpa que tengas la gracia del calamar gigante—comenzó a reír al ver la cara de su pareja, enojado, estaba más que eso.

Harry en reproche le revolvió el cabello arruinando su perfecto y hermoso cabello; según Malfoy. Olvidándose por un momento de la importante carta que le había llegado. Se la pasaron así, jugando y haciéndose bromas entre ellos hasta la hora de la cena.

—No leímos la carta—la voz preocupada del moreno hizo reír al peliplata.

—Cálmate, te sientas en nuestra mesa y la leemos juntos—le empujó ante las miradas incrédulas de los alumnos que los veían caminar por los pasillos.

La imagen mental que tenían de esos chicos no era lo mismo que ver las cosas en persona. Resultaba gracioso y hasta desastroso. No duraría, algo dentro de Harry le estaba gritando que todo cambiaría de una manera tan rápida. Y tenía razón, aquella noche dos personas hicieron falta a la hora de la cena en la mesa de Gryffindor y la antes profesora de transformaciones tampoco se encontraba en el lugar indicado dejando que el subdirector tomara su lugar por aquella noche.

—Rubia teñida—su voz salió más chillona de lo esperado—¿Haz notado que faltan dos Gryffindor's?

—Soy rubio natural, moreno de bote—gruño por lo bajo sin dejar de comer con los buenos modales que su madre le había inculcado—y no me importa quién no esté comiendo.

—Debería de importarte—murmuro pellizcando su muslo con fuerza.

Draco soltó los utensilios de una manera estruendosa. Eso le había dolido, se sobó de manera disimulada mientras veía a su primo a los ojos con cara de muerte.

—Tienes suerte de que Voldemort no te mato—poso su mano en la cara interna del muslo del chico—así podría matarte yo mismo León idiota.

Así fue como empezó una nueva pelea de siseos e insultos por debajo de la mesa, pellizcando la piel ajena y pisando con fuerza los pies del contrario. No sentía la necesidad de preocuparse por el momento, aún con la carta que sobresalía en su bolsillo en letra pulcra y estilizada se lograba leer:

«Cuidese Harry Potter, nos han descubierto y han ensuciado el nombre de su familia»

Cuando decidiera leerla ya sería demasiado tarde, no había de qué preocuparse por el momento, no cuando la única advertencia contra tus enemigos no fue tomada en serio.
Después de todo ¿De qué tenía de que preocuparse el niño-que-vivió? Ya no había ni un Lord oscuro buscando darle caza.

—Siento que algo se nos olvida.

—No seas mentiroso, ¿Miedo gallina-Potter?

—Ni un poco rubio de bote.

Continuaron con su guerra aún sin llamar tanto la atención, pobre Harry, que iluso fue al no prepararse.
No habían estado en la cena aquella noche, los planes que tenían para el inútil del niño-que-vivió eran los que Albus Dumbledore les había dicho antes de su desafortunada muerte a manos de «Severus Snape», todo había Sido planeado desde el nacimiento de aquella profecía, que claramente pudo haber derrotado al señor tenebroso, pero no como lo había hecho en esos días.
Entonces caminaron por el pasillo hacia la dirección con calma, la directora le había aceptado la cita ha Hermione para hablar con ella antes de la cena de aquella noche.

Llegaron a la gárgola que resguardaba la entrada de la oficina, parecía menos impotente al pasar los años en la escuela. La bruja los observo con atención, estaba en su forma animaga de un adorable gatito negro.

—¿Profesora Mcgonagall?—la chica de cabello incontrolable busco a su profesora olvidándose por completo la forma que tomaba y que lo habían descubierto hace años.

El gato regreso a la forma humana de la querida directora. Los chicos compartieron una sonrisa cómplice y tal vez la venganza no era tan mala.

Colateral (En Revisión). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora