No te atrevas a llamarlos.

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¿Alguien dijo que no podía ser más triste?, Cuando Harry Potter le dice a Tom la verdad, eso duele más.

Unos tres meses después de la muerte de sus padres; sostenían a los gemelos de casi ocho meses con tanto cuidado, con tanto anhelo. Natt le recordaba terriblemente a Drake, mientras que Naktam tenía los lindos ojos de Harry (tal vez por eso Tom los quería tanto, le recordaba horriblemente a sus padres);
Estaban parados enfrente de aquel Goblin que no hacía más que contar monedas y sacar dinero cuando se daba cuenta de que necesitaba un poco más. Todos las personas importantes habían sido llamadas, unas más que otras.
Para ignorar que no estaba siendo respetuoso al quedarse observando al trabajador del banco, mejor se concentró en otra cosa. Cómo consolar al bebé que tenía en brazos, ya podía notarse sus ojos de un tono tormentoso como los que Serpens obtuvo durante la adopción mágica. Era un pequeño tranquilo, suavemente dulce. No parecía querer moverse mucho, tampoco es que estuviera seguro de cómo debía ser un bebé.

Gringotts seguía siendo tan interesante como la primera vez. Lo primero que pudo observar bajo una alta e impresionante fachada recubierta de mármol blanco, fueron unas grandes puertas de bronce bruñido se hayan tras unas escaleras. Las escaleras se encontraban flanqueadas por un duende a cada lado, uniformados en oro y escarlata.

Tras esas puertas se encuentra  el vestíbulo; ese hermoso vestíbulo, una sala pequeña que tiene otras puertas. Cruzando las otras puertas del vestíbulo, también flanqueadas por duendes, se entra a la sala principal. Es una cámara de mármol muy larga con más de cien duendes sentados taburetes altos tras largas mesas. Estos duendes se encargan de contar y pesar monedas, escribir con la mayor reserva, examinar monedas preciosas, etc.
Hay más puertas por las paredes. Para poder entrar en una bóveda, hay que presentar a alguno de estos duendes la llave y tus intenciones, si la cámara es de un cierto nivel de seguridad, o identificarse como dueño de la cámara y decir tus intenciones, si es de un nivel de seguridad mayor. Los duendes les llevan a su vez hacia una de las puertas de salida, según la ubicación de tu cámara.
La voz de Harry aún se escuchaba de fondo cuando le explico lo magnífico de los seres mágicos que trabajan en aquel lugar preservando su dinero y como mataban a los ladrones.

—Buenos días, hemos venido por la lectura del testamento—con voz quebrada y toda la dignidad de la ancestral familia Malfoy-Peverell logro hablar Serpens.

Sabía lo mucho que todo eso había derrumbado dentro de Tom después de la muerte de sus queridos tutores, la de Harry había logrado que él chico no les prestará la atención necesaria con la mente vagando por el banco. Tampoco les presto atención cuando comenzaron a caminar por los pasillos hasta llegar a la oficina del Goblin encargado. Solo sabía que los gemelos conseguían despejar su mente lo suficiente.

—Adelante—hablo con calma revisando por última vez sus papeles—son los últimos.

Tom hizo una semi reverencia seguido por Serpens, la educación podría ser elemental en aquellos momentos en los que su vida y fortuna estaba en manos del Goblin. En especial la tutela de sus hermanos menores.

—Lamentamos la tardanza—tomo al castaño de la mano guiando lo hasta su asiento—pero hubo un pequeño accidente en el callejón Diagon.

—No se preocupe señor Malfoy—le resto importancia sin mirarlos—ahora que están todos presentes, procederemos con la lectura.

Les indico a todos que debían sentarse, Serpens pudo distinguir al director de Hogwarts Armando Dippet, a su derecha con cara de hastío se encontraba Abraxas con su padre en un muy perturbador silencio. Dumbledore estaba presente y Serpens no podía aceptar aquello. Algo en el fondo le decía que se vaya.

—¿Qué hace él aquí?—cuestiona con voz de asco—¡No debería estarlo!

—Calma señor Malfoy—el Goblin alzó la mano haciendo que se sentará.

Colateral (En Revisión). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora