No debiste mentirme.

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Yo iba por la vida, leyendo cuando me llega la inspiración, pero están perra que me llegó unos minutos antes de que mi madre me ponga a lavar traste, ¿Saben qué pasó?, Pues que tuvo un final distinto y que apenas lo e publicado hoy cuando era ayer que debía subirse

Había dejado todo en su lugar, papeles, escritos, pero algo en su pecho le decía que las cosas iban a salir mal, segundo año en Hogwarts, había entrenado lo suficiente a Thomas y a Serpens. Les había enseñado cada hechizo que Severus Snape fue capaz de crear y unos cuantos más de su madre, gracias a una libreta que había encontrado. Su madre, una inefable de capacidades sorprendentes. Les había negado usarlos a menos que sea estrictamente necesario. Claro, como la vez que los atacaron en la mansión Malfoy-Peverell. Habían tenido unos lindos Gemelos, Natt y Naktam. Que parecían disfrutar demasiado de pasar tiempo con Nagini, no es que Harry se preocupara por eso, claramente no sufría de Miles de ataques de nervios cada vez que veía a esa enorme serpiente acurrucarse con sus niños.

—Harry—la voz de Draco le hizo mirarlo—necesito decirte algo.

Solo veía los labios moverse, no es como si le estuviera prestando una real atención. Pero cuando le vio moverlos formando lo que creía imposible, la piel se le erizo y unas ganas de gritar se apoderaron de él, solo que el nudo que se alojaba en sus cuerdas vocales se lo dejaba casi imposible.

—¿Me lo puedes repetir?—pidió amable intentando no hacer enojar al Dragón.

—Mira Potter—ahí estaba de nuevo su actitud de rebelde—me haces caso, o no te digo que mierda dice esta carta—señalo amenazante con la mirada de una dragona.

Harry se rindió estirándose de manera perezosa en aquel sillón del cuarto que imaginaba llegó a ser en un futuro lejano de Severus, eso le hacía sentir que todo lo que estaban haciendo valía la pena.

—Tú ganas Draco—movió las manos con pereza al sentir como lo empujaba para sentarse—, dime todo lo que esa dichosa carta puede ofrecerme.

Observo con preocupación como el chico desataba la corbata que siempre estaba bien hecha, arremango su camisa de seda costosa (la cual habían peleado por comprar), se sacaba los zapatos de vestir y desarreglo su cabello con un hechizo para quitar toda la gomina que solía ponerse los días en donde tenía el tiempo y la paciencia con su cabello.

—carraspeo para obtener el tono de voz adecuado—Estimado señor Peverell, por el poder que se me es otorgado por el banco Gringotts—rodó los ojos de manera cansada—se le informa que como el poseedor de las reliquias de la muerte...

Draco se quedó callado arrugando el papel con fuerza e ira reprimida. Le dió un par de golpes en el pecho con la suficiente fuerza como para que perdiera el aire por esos momentos donde él rubio se desquitaba por qué le mintió.

—¿Cuándo planeabas decírmelo?—sentenció enojado y haciéndole una llave que los muggles usaban en ese afamado deporte de “lucha libre”.

Parecía que él rubio era más ágil después de dar a luz. Era un milagro que todo el ruido no haya despertado al par de gemelos que descansaban cómodamente en su cuna en esos momentos. Los niños apenas tenían un dos meses de nacidos y ya se podía notar esa mata de un tono rubio cenizo. Había oscurecido un poco su cabello con el paso de los días. Pero no dejaba de mostrar los características Malfoy.
Harry estiró los brazos dando un par de golpes contra los cojines para que lo soltará de una manera rápida. Necesitaba que terminara de leer la carta con una manera rápida para que pudiera saber que decisiones tomar.

—Draco, por favor—rogó al sentir su codo derecho clavarse en su tercera costilla—termina de leer.

Lo soltó de mala manera, dándole una mirada despectiva. Necesitaba arreglar todas esas mentiras que le había dicho y no podía hacerlo si él tonto de Potter no tenía una idea claro de porque iba a hechizar lo. Aunque las maldiciones se le daban de manera magistral. Regreso a su posición anterior, ligeramente recostado contra el cuerpo del azabache y con el cuerpo ligero, como si el peso de las cosas no hiciera estragos en su salud física.

—Nos han notificado de su nueva herencia—Harry se permitió sentir miedo ante la cara de asesino en serie del chico—, felicidades amo Mortem. Como director encargado de sus cuentas, espero el momento en que nos reunamos para conversar y llegar a un acuerdo en sus futuras inversiones un placer tratar con usted Ragnok.

Él azabache tembló cuando la mira iracunda y poco racional de Draco Malfoy le quemo la piel con la potencia deslumbrante de un rayo cegador de luz. No podía morir, eso lo tenía en claro, pero que su ahora primo y esposo madre de sus hijos estuviera a un paso de sostenerlo por el pellejo del cuello como un maldito cachorro regañado es que podía aceptar que ni Tom en sus mejores tiempo daba tanto miedo como el dragón.

—¡Espera!—alzo las manos en calidad de paz—podemos hablar esto como gente civilizada, sin derramamiento innecesario de sangre—aseguro.

Pero Draco negó cuando lo tomo de la mano haciendo que su cuerpo rotará lo suficiente sobre el sillón para terminar de espaldas de una forma poco elegante, sujeto el brazo haciendo que la palma de su mano quede en un ángulo imposible, de esos que solo había observado en una que otra película, parecía que lo estaba sometiendo y así era.

—No creo que hacerte sangrar sea innecesario Potter—proclamo, sin querer apartarse—, no me queje cuando Serpens aprendió a defenderse, cuando Thomas uso el hechizo de mi padrino—siseo enojado, al parecer el vaso se había desbordado—. Mucho menos hice una rabieta cuando Abraxas fue aceptado como futuro esposo de mi cachorro, no pude molestarme cuando Thomas y Serpens aprendieron todo lo que él príncipe mestizo creo. Pero esto—apretó la mano con la suficiente fuerza para que Harry sintiera algún hueso romperse—, esto es demasiado, pronto nos estallara en la cara y tú sigues interesado en mentirme. Ahora somos una familia Harry—se notaba desesperado—no quiero perderme el verla crecer.

Pataleo al sentir el peso extra ser agregado a su espalda, no era lo suficiente para decir que le molestaba o que le sacaba el aire. Pero lo que sí molestaba era que el dolor de su mano se propagara casi como si su tuviera el hombro dislocado.

—Te diré todo si me sueltas—se rindió de manera rápida sacudiendo su mano libre—por favor Draco, sé que he ido lejos, pero esto ya duele.

Lo soltó reticente, no era como si todo el tiempo usará lo que había aprendió de unos muggles. Pero Harry llegaba ha descolocar lo, a hacer que pensara en tantas posibilidades que para el no tenían pies ni cabeza pero al moreno tenían por lo menos un nudo del cual agarrarse.

—Estoy esperando Potter. Y quiero respuesta sobre la piedra de la Resurrección.

Trago duro ante la voz inexpresiva, ni un millón de regalos y compras le salvarían de ser medio matado al más puro estilo muggle.

Colateral (En Revisión). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora